Dawson Broad había sido el mariscal de campo titular del equipo de su bachillerato suburbano en Búfalo, Nueva York, pero no había practicado ningún deporte desde 2021, cuando, en su cumpleaños 23, se zambulló en una piscina elevada y se dañó la médula espinal, lo cual lo dejó paralizado.
Luego, el pasado octubre, uno de los fisioterapeutas de Broad lo instó a asistir a un partido local de fútbol americano que se jugaba en silla de ruedas. Broad estaba escéptico. Había pasado largos meses de una agotadora rehabilitación para recobrar el uso del brazo izquierdo y así poder empujar una silla de ruedas. Se preguntaba: ¿cómo sería un partido de fútbol americano de toque sobre ruedas con una sola mano?
“Fui pensando: ‘Bah, seguro esto no va a ser nada interesante’”, comentó Broad, quien tiene 25 años y es contador público.
Obtuvo la respuesta en una pista de hockey cercana al río Búfalo, donde se había retirado el hielo para dejar al descubierto una reluciente superficie de concreto para jugar. En un estadio abarrotado de espectadores ruidosos, Broad vio cómo el equipo de fútbol americano en silla de ruedas de los Bills de Búfalo bombardeó al visitante Cleveland hasta conseguir la victoria 13-6. Recuerda que estaba fascinado: el silbato del árbitro chillaba, las ruedas rechinaban y catorce sillas de los jugadores de ambos equipos corrían tan rápido como las manos de los jugadores podían impulsarlas.
En especial, quedó cautivado con el contacto: el choque del metal que resonaba en el estadio cuando los jugadores colisionaban y cuyo impacto lanzaba las dos sillas y el balón por los aires.
“Miré a mi papá y le dije: ‘¡Esto es una locura!’”, mencionó Broad. “‘Esto podría ser más físico que el fútbol americano original’. A partir de ahí, me enganché”.
Broad se incorporó una semana después y se convirtió en miembro de uno de los trece equipos de la Liga de Fútbol Americano en Silla de Ruedas de Estados Unidos. Para jugadores como Broad, la liga ha sido un modo de reencontrarse con otros atletas en silla de ruedas y con una parte de sí mismo que estaba dormida.
La mayoría de los entrenamientos de los Bills ocurren en el estacionamiento de una iglesia ubicado en una ligera pendiente, en la localidad suburbana de Lancaster. Los familiares y amigos están de pie alrededor o descansan en parachoques y sillas de jardín, con hieleras y aperitivos.
Norm Page, director de la Fundación de Deportes Adaptados de Great Buffalo, fundó el equipo de fútbol americano en silla de ruedas en 2021 con su hijo Adam, quien nació con espina bífida y decidió probar el fútbol americano después de ganar tres medallas de oro paralímpicas en hockey sobre trineo para el equipo de Estados Unidos.
Búfalo, con su exceso de pistas de hockey y su población obsesionada con el fútbol americano, parecía el lugar ideal para un nuevo equipo, uno que se ha forjado una identidad única en la liga.
El baloncesto sigue siendo el deporte más popular en silla de ruedas y la mayoría de los equipos de fútbol americano toman miembros de esos programas, donde los jugadores han perfeccionado habilidades superiores en la silla: velocidad y una maniobrabilidad ágil.
Búfalo no tiene un equipo adulto de baloncesto en silla de ruedas. En cambio, muchos de los jugadores del equipo de fútbol americano provienen del hockey sobre trineo y prefieren el contacto del metal contra el metal de ese deporte.
Sin embargo, el peligro del fútbol americano presenta un riesgo distinto para los atletas en silla de ruedas. Desplomarse puede ser una preocupación importante para las personas en silla de ruedas, pues para levantarse se suele requerir ayuda. Puede ser un golpe desmoralizador y aislante en contra de su independencia.
La temporada pasada, Connor Gow, quien juega de profundo, se dislocó el codo durante un entrenamiento cuando su silla se volcó hacia atrás y sacó el brazo para frenar la caída, lo cual produjo una fractura en el proceso. Gow ha utilizado una silla de ruedas desde que se lesionó la médula espinal hace siete años y la dislocación del codo redujo su movilidad durante unos meses.
“Tuve que pedirle ayuda a mi papá, a mis padres y a cualquiera que pudiera subirme al auto y llevarme al sofá o a la cama”, mencionó.
“Todo el asunto de las caídas es el mayor obstáculo mental para mí”, afirmó Colton Baker-Durst, un hombre de barba recién llegado que se unió al equipo en abril pasado después de probar el fútbol americano en silla de ruedas en una exhibición.
La falta de acceso, recursos y motivación puede aislar a las personas con problemas de movilidad, lo cual conlleva una serie de consecuencias negativas para la salud. En un estudio de 2009, Move United, la red más grande de proveedores de deportes adaptados del país, descubrió que apenas el 30 por ciento de las personas con discapacidad declaraban ser físicamente activas.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades , la tasa de obesidad es un tercio mayor en las poblaciones discapacitadas. La tasa de cardiopatías es tres veces mayor y en el caso de la diabetes, el doble.
El primer torneo en el que compitió Búfalo durante su temporada inaugural en 2021 se celebró en Phoenix. El rival inicial del equipo: Los Ángeles, el mejor equipo de la liga. Los jugadores no estaban preparados.
“Estábamos alineados e íbamos a recibir la patada inicial, pero arrancamos y los tipos que venían de frente nos destrozaron las sillas”, comentó Tim Wade, entrenador jefe de Búfalo. Las colisiones destrozaron los marcos de cuatro sillas y Wade pidió tiempo fuera.
Alguien encontró un martillo y tomaron turnos para golpear las sillas hasta que recuperaron su forma.
Cuando por fin se reanudó el partido, los Bills se alinearon en la línea de golpeo, como suelen hacer los jugadores. Sin embargo, en el fútbol americano en silla de ruedas, como lo aprendió rápido Wade, los receptores no se colocan a la altura del balón.
Eddie, de 38 años, y Andy, de 34, los hijos y asistentes de Wade, un exentrenador de fútbol americano de bachillerato, habían convencido a su padre de que se hiciera cargo del equipo de fútbol americano en silla de ruedas. Ninguno de ellos había utilizado una silla de ruedas ni había visto el fútbol americano en silla de ruedas.
Unos miembros del equipo de Kansas City que habían visto la pifia de Wade en la formación explicaron que, cuando los receptores salen de un punto muerto, es fácil que los defensas los bloqueen en la línea. Así que la mayoría se alinea detrás del balón para ganar impulso y abrirse.
También hubo otras pequeñas diferencias. El fútbol americano en silla de ruedas tiene un formato de siete contra siete que se juega en un campo de 77 yardas (70 metros) de largo por 22 yardas (20 metros) de ancho. Hay marcadores de primera oportunidad cada 15 yardas (14 metros), que no se mueven en relación con la colocación del balón y los partidos se juegan en cuatro cuartos de 15 minutos con un reloj de juego en marcha y un reloj de jugada de 40 segundos.
En ese primer partido, Búfalo no anotó ni una vez y perdió por más de 50 puntos. Esa noche, los Wade dejaron de usar sus jugadas de carrera y diseñaron una nueva ofensiva. Búfalo no ganó, pero al menos anotó una vez en un partido posterior del torneo.
“Me abrió los ojos a todo un mundo”, afirmó Eddie Wade. “Veo lo que hacen estos chicos: me da una razón para ver mi vida de una manera distinta”.
El equipamiento también está mejorando. Esta temporada, Búfalo cuenta con una flota de sillas deportivas que cuestan 5000 dólares cada una, las cuales pagó el dueño de una concesionaria local de autos y uno de los patrocinadores del equipo. Las nuevas sillas son más ligeras, manejables y resistentes que las que los jugadores utilizan a diario.
La temporada regular consta de cuatro torneos, el primero de los cuales se celebra en Chicago a mediados de agosto y culmina en Las Vegas a finales de octubre. Los mejores equipos se clasifican para un campeonato que se lleva a cabo durante la semana del Supertazón en la ciudad sede de ese partido. Para prepararse, Búfalo viajó este mes para un partido en una pista de hockey del Centro Comunitario Cleveland Heights.
Los jugadores fueron responsables de desplazarse a Cleveland, pero Move United les otorga subsidios que financia la NFL y la Fundación Bob Woodruff, una organización caritativa de veteranos, para los viajes de los equipos a los torneos. Llevar a los jugadores y sus sillas de ruedas en aviones y a los hoteles donde se hospedan los equipos puede ser una tarea enorme.
En Cleveland, los silbatazos de los árbitros y los gritos de los entrenadores en la línea de banda aumentaron la intensidad de la competencia mucho más allá de los entrenamientos en el estacionamiento de la iglesia cerca de Búfalo.
Broad debutó en la segunda mitad. Con Búfalo ganando 7-6 a Cleveland, entró en el partido entre los rugidos de sus padres, su novia y cinco amigos que habían hecho el viaje de tres horas para verlo.
“Fue estresante porque íbamos ganando y no quería ser el que metiera la pata y les regalara una anotación o algo por el estilo”, comentó Broad.
Broad jugó como apoyador y detuvo un pase hacia un receptor de Cleveland. Después del partido, una victoria 19-6, Broad afirmó que esperaba con ansias su primera atrapada, tacleada o intercepción en los próximos torneos, cuando los partidos sean vitales. Y otro hito en el fútbol americano.
“Bromeo y digo: ‘Quiero salir volando de la silla de ruedas’, porque no lo he hecho”, mencionó Broad.
Rodeado de compañeros, no teme ser derribado.
“Alguien vendrá a levantarnos”, comentó.
Colton Baker-Durst, un miembro del equipo de fútbol americano en silla de ruedas de los Bills de Búfalo, en Búfalo, Nueva York, el 4 de agosto de 2023. (Jalen Wright/The New York Times)
Matt Daniels, un veterano del Ejército y receptor clave del equipo de fútbol americano en silla de ruedas de los Bills de Búfalo, en Cleveland, Ohio, el 5 de agosto de 2023. (Jalen Wright/The New York Times)