Bernardo Arévalo tenía casi una década disfrutando de una vida tranquila y predecible con su familia en Ginebra, trabajando en temas a favor de la democracia para una organización sin fines de lucro. Esa plácida existencia terminó cuando regresó a su país natal, Guatemala, y se involucró en la política.
En la actualidad, cada vez que Arévalo aparece en público atrae multitudes que quieren escucharlo fustigar contra los ataques del Gobierno a la democracia de Guatemala.
Escoltado por un destacamento de seguridad bien armado después de recibir amenazas de muerte y tras el asesinato de un candidato presidencial en Ecuador la semana pasada —hecho que estremeció a toda América Latina—, Arévalo usa un chaleco antibalas y viaja en una camioneta blindada.
Ahora, en lo que se está convirtiendo en un momento crucial para el país más poblado de Centroamérica, Arévalo, un políglota que habla francés y hebreo y que tiene un doctorado en sociología, está cerca de ganar la presidencia en la segunda vuelta del domingo, una escenario que hasta hace apenas unos meses era inverosímil.
“Me parece que Bernardo es un glitch en la matrix”, dijo Edgar Ortiz Romero, experto en derecho constitucional y uno de los principales analistas de riesgo político de Guatemala, quien calificó a Arévalo como el candidato más progresista en llegar tan lejos desde 1985, cuando se restableció la democracia en el país después de más de tres décadas de gobiernos militares.
Citando las medidas del Tribunal Supremo Electoral del país antes de la primera vuelta en junio para descalificar a todos los candidatos serios que pudieran desafiar al sistema conservador en el poder, Ortíz Romero agregó: “Yo jamás pude ver, y creo que nadie, que en el diseño y arquitectura fraudulenta de descalificación de rivales se iba a favorecer a Bernardo. Si lo hubieran sabido, lo hubieran descalificado”.
Tras el inesperado respaldo que recibió en la primera vuelta, las encuestas sugieren una victoria aplastante para Arévalo, el candidato de 64 años de un pequeño partido compuesto en gran parte por profesionales urbanos, como profesores universitarios e ingenieros, sobre Sandra Torres, una ex primera dama considerada la abanderada del sistema conservador en el poder.
Aun así, persisten las dudas en torno a los resultados, en especial después de que las encuestas no pudieran prever el desempeño previo de Arévalo, y ante la incógnita de si los partidarios de Torres interferirán con la votación, una posibilidad preocupante en un país donde las elecciones se ven empañadas regularmente por intentos de manipular los resultados.
Arévalo también ha sido objeto de ataques mordaces, incluidas sugerencias de que apoya el comunismo.
Sin embargo, su creciente campaña anticorrupción apunta a una inusual apertura para defenderse de las tácticas autoritarias que han obligado al exilio a decenas de jueces y fiscales enfocados en combatir la corrupción, lo que ha generado temores de que Guatemala se esté deslizando hacia un sistema de gobierno autocrático.
Su ascenso se ha visto favorecido por un hartazgo cada vez más profundo en uno de los países más desiguales de América Latina, con un sistema político en el que las élites arraigadas se enriquecen y generan la sensación de que operan por encima de la ley.
El actual presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei, quien tiene prohibido por ley buscar la reelección, ha gestionado la persecución de jueces, organizaciones sin fines de lucro y periodistas. Su predecesor, Jimmy Morales, clausuró un órgano internacional que había estado luchando contra la corrupción en Guatemala después de que su hermano y su hijo fueran arrestados por cargos de corrupción.
Incluso Arévalo, el hijo de un respetado presidente guatemalteco que todavía es exaltado en los libros de texto por crear el sistema de seguridad social del país y garantizar la libertad de expresión, parece un poco sorprendido por el giro de los acontecimientos.
En una entrevista realizada esta semana en su vieja casa con estilo art déco en un vecindario de clase media en la capital, Ciudad de Guatemala, Arévalo, con barba de candado y vestido con un blazer azul y calcetines coloridos, contó cómo llegó a este momento crítico.
Nacido en Montevideo, Uruguay, donde su padre llevó a su familia a vivir en el exilio después de que su sucesor en la presidencia fuera derrocado en un golpe de Estado respaldado por la CIA en 1954, Arévalo creció en Venezuela, México y Chile antes de que su familia pudiera regresar a Guatemala, donde estudió el bachillerato.
Después de que su padre se convirtiera en embajador en Israel, Arévalo comenzó a deambular por el mundo de nuevo. Aprendió hebreo como estudiante universitario en la Universidad Hebrea de Jerusalén y estudió sociología política en Europa, donde obtuvo un doctorado en la Universidad de Utrecht en los Países Bajos. Regresó a Guatemala para trabajar como diplomático, y con el tiempo se convirtió en embajador en España.
Arévalo luego se mudó con su familia a Suiza, donde trabajó para Interpeace, una organización sin fines de lucro que ayuda a las sociedades en situaciones de posconflicto. Radicado en Ginebra, trabajó ocasionalmente en varios países africanos antes de decidir regresar a Guatemala en 2013.
“Nunca hice política partidaria”, dijo Arévalo, pero tampoco quería vivir sus días lejos de Guatemala. “Queríamos participar”.
Cuando estallaron las protestas anticorrupción en 2015, lo que llevó al presidente de ese momento a renunciar y luego a ser encarcelado, Arévalo se unió a académicos, escritores e intelectuales para encontrar formas de aprovechar el impulso. Si bien algunos querían crear un nuevo partido político, Arévalo buscó crear un instituto de investigación, recordó Román Castellanos, ahora miembro del Congreso.
“Nosotros queríamos un partido y él quería un tanque de pensamiento. Pero se ganó la discusión y creo que todos estamos en la misma sintonía”, dijo Castellanos, quien representa a Semilla, el partido que nació de esas discusiones.
Aprovechando el reconocimiento de su apellido, Arévalo se postuló por primera vez para un cargo electo en 2019, y ganó un escaño para Semilla en el Congreso.
Arévalo aseguró que no planeaba postularse para la presidencia, pero luego de que una votación interna en el partido lo eligiera como candidato de Semilla, decidió aceptar los resultados. Solía conducir él mismo un automóvil no blindado a los eventos de campaña y obtuvo consistentemente cifras de un solo dígito en las encuestas antes de sorprender a sus oponentes —e incluso a muchos de sus seguidores— cuando obtuvo el segundo lugar en las elecciones de junio.
Luis von Ahn, el fundador guatemalteco de la aplicación de aprendizaje de idiomas Duolingo, dijo que le había sorprendido la inteligencia y el idealismo de Arévalo, aunque cuando Semilla contactó a Von Ahn en busca de financiamiento, se negó, pues creía que su campaña nunca obtendría impulso.
“No estoy en el negocio de desperdiciar dinero”, dijo Von Ahn, quien describió a Guatemala como una “tierra de tiburones”. En ese momento, dijo que veía a Arévalo como “tu tío académico, que tiene buenas intenciones, pero no tiene ninguna posibilidad”.
Pero después de que Arévalo pasara a la segunda vuelta, Von Ahn cambió de opinión y donó 100.000 dólares al partido. También se ha ofrecido públicamente a pagar pasajes aéreos para que algunos de los críticos más mordaces de Arévalo, incluidos funcionarios involucrados en escándalos de corrupción, salgan de Guatemala, preferiblemente a Panamá, un destino histórico para políticos caídos en desgracia.
El establishment conservador de Guatemala ha armado una intensa estrategia para socavar a Arévalo. Poco después de la primera vuelta, Rafael Curruchiche, un fiscal que Estados Unidos ingresó en una lista de funcionarios centroamericanos corruptos, intentó suspender el partido de Arévalo.
Pero ese movimiento fracasó, y generó llamados en todo el espectro ideológico en Guatemala para que se le permitiera a Arévalo participar en la segunda vuelta.
Pese a ello, Curruchiche resucitó esta semana su plan, citando acusaciones de irregularidades en la recolección de firmas de Semilla y advirtiendo que podrían realizarse arrestos después de la votación del domingo.
Ese es solo uno de los desafíos que enfrenta Arévalo. Si bien lidera las encuestas y se pronostica que tendrá un buen desempeño en la mayoría de las ciudades de Guatemala, Torres, la ex primera dama, tiene su propia base considerable de simpatizantes, especialmente entre los votantes de las zonas rurales que apoyan sus llamados a expandir los programas sociales, entre las que se incluyen las transferencias de dinero en efectivo a las comunidades pobres.
Arévalo ha prometido crear un gran programa de empleo público mediante la mejora de servicios como el saneamiento del agua y también ha propuesto aumentar las transferencias de efectivo, pero la pieza central de su campaña es la erradicación de la corrupción.
Las campañas de desprestigio en las redes sociales, especialmente en TikTok y X, antes conocida como Twitter, han tratado de retratar a Arévalo como partidario del aborto y el matrimonio igualitario.
Torres también empleó un insulto contra las personas homosexuales para referirse a los partidarios de Arévalo (luego declaró que no era homófoba). Pastores cristianos evangélicos influyentes han insinuado que Arévalo apoya el comunismo y planea cerrar las iglesias.
Sin embargo, Arévalo señaló en la entrevista que su partido fue el único en el Congreso de Guatemala que buscó condenar las tácticas autoritarias del gobierno nominalmente de izquierda de Nicaragua.
Arévalo agregó que no tiene planes de legalizar el aborto o el matrimonio igualitario. Aún así, de ser elegido, dijo que en su gobierno “no vamos a permitir la discriminación a las personas por causa de su orientación sexual”.
La campaña ha cambiado su vida de otras maneras. Arévalo dijo que recientemente se había enterado de que la Dirección General de Inteligencia Civil de Guatemala, conocida como DIGICI, estaba “haciendo un seguimiento a mí y a otras personas del movimiento por instrucciones superiores”. Un portavoz del Ministerio que supervisa la DIGICI afirmó que Arévalo no estaba bajo vigilancia.
A medida que ha aumentado la preocupación por su seguridad en los últimos días de la campaña, Arévalo ha reforzado su equipo de protección.
Si bien su campaña ha resonado entre los guatemaltecos urbanos más jóvenes, Arévalo afirmó que ha tenido que apoyarse en su linaje político para llegar a otros votantes.
“Aquí no tenemos Lincolns, no tenemos FDR”, dijo refiriéndose a las iniciales de Franklin Delano Roosevelt. “No tenemos las figuras de un país que construye un sentido de nación”, afirmó. “Aquí eso no existe y a pesar de todo eso la figura de mi padre sigue viva. Es importante”.
© The New York Times 2023
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