Los incendios forestales son cada vez peores. Los científicos afirman que en algunas zonas de Estados Unidos los incendios forestales son tres veces más frecuentes, y cuatro veces más grandes, que hace 20 años. Tan solo este verano, el humo de las llamas canadienses tiñó el cielo norteamericano de un naranja sobrenatural; se vieron “remolinos de fuego” en el desierto de Mojave; y las llamas voraces de la isla hawaiana de Maui dejaron un desastre.
Los registros del pasado distante revelan lo que alguna vez impulsó el aumento de la actividad de los incendios y lo que puede suceder como resultado. En un nuevo estudio publicado el jueves en la revista Science, un grupo de paleontólogos que analizaron los registros fósiles de los pozos de alquitrán de La Brea, una excavación famosa en el sur de California, concluyeron que la desaparición de los felinos dientes de sable, los lobos huargos y otros grandes mamíferos en esta región hace casi 13.000 años estuvo relacionada con el aumento de las temperaturas y con una mayor actividad de incendios provocados por el hombre.
Según Robin O’Keefe, biólogo evolutivo de la Universidad Marshall, “implicamos al ser humano como causa principal del punto de inflexión. Si me preguntan si lo que ocurrió en La Brea, está ocurriendo ahora, creo que es una buena pregunta y deberíamos averiguarlo”.
Hasta el momento, la Tierra ha pasado por cinco eventos de extinción masiva; algunos científicos sostienen que la desaparición de los grandes mamíferos al final de la última Edad de Hielo fue el comienzo de una sexta. “Fue el mayor acontecimiento de extinción desde que un asteroide se estrelló contra la Tierra y acabó con todos los dinosaurios”, afirmó Emily Lindsey, paleoecóloga del Museo y los pozos de alquitrán de La Brea y autora del nuevo estudio, quien añade que la desaparición bien podría representar “el primer pulso” de una sexta extinción masiva.
Hasta ahora, los investigadores no habían podido determinar con exactitud la causa de la extinción de estos animales. Los pozos de alquitrán de La Brea son uno de los pocos yacimientos del mundo con un registro fósil lo suficientemente extenso como para que los científicos puedan investigar el tema. Las fosas, aún activas en poco más de 5 hectáreas de terreno, están llenas de alquitrán negro burbujeante que se ha filtrado a la superficie desde el interior de la Tierra. Los animales prehistóricos que quedaban atrapados en esta sustancia viscosa morían por fatiga o depredación, y el alquitrán fosilizaba y conservaba sus restos. “Y eso sigue ocurriendo hoy en día”, señaló O’Keefe. “Puedes ir a La Brea y ver una ardilla atrapada en el alquitrán. Lo he visto con mis propios ojos”.
Eso es mala suerte para los animales, pero buena suerte para los científicos: La Brea ahora cuenta con un registro fósil continuo de la región que se remonta a 55.000 años. O’Keefe y su equipo analizaron los fósiles de ocho especies de grandes mamíferos (entre ellos el felino dientes de sable, el león americano y el Camelops hesternus, un antiguo camello) que vivieron hace 10.000 y 15.600 años. Mediante datación por radiocarbono, el equipo determinó que siete de estas especies se extinguieron hace unos 13.000 años.
Para averiguar por qué, los investigadores analizaron los registros climáticos, polínicos y de incendios de la región junto con el crecimiento de la población humana continental en aquella época. Descubrieron que la ocupación humana empezó a aumentar rápidamente más o menos al mismo tiempo que el sur de California entraba en un periodo de sequía grave y calentamiento. Se produjeron incendios extremos y la vegetación, que antes era abundante en enebros y robles, fue sustituida por hierba y arbustos de chaparral.
“Lo que vemos es un periodo de 400 años de incendios forestales masivos”, explicó Regan Dunn, paleobotánica del Museo y los pozos de alquitrán de La Brea y autora del estudio nuevo. “Y al final de ese periodo, estás en un ecosistema diferente y toda la megafauna ha desaparecido”.
O’Keefe describió las condiciones como la tormenta perfecta: “Tienes un montón de factores diferentes que se multiplican entre sí y te dan un enorme aumento de los incendios”, dijo. Utilizando un modelo similar a los que pronostican las tendencias del mercado de valores, los científicos determinaron que los humanos eran los principales causantes de estos incendios, tanto por ignición directa como por la eliminación de herbívoros, lo que permitió que la maleza inflamable se propagara sin control. Los cambios climáticos agravaron aún más la situación, preparando el terreno para la extinción de especies.
Dunn subrayó que este patrón no podía explicar la notable desaparición de grandes mamíferos en otras partes del mundo al final de la última glaciación. “Pero para entender el acontecimiento global, hay que hacer un análisis a escala regional”, dijo. Dunn añadió que lo que ocurrió en el sur de California hace 13.000 años “tiene paralelismos sorprendentes con las crisis medioambientales y de biodiversidad a las que nos enfrentamos en la actualidad”.
Los registros climáticos durante la extinción de la Era de Hielo indican un calentamiento de unos 5.56 grados Celsius a lo largo de mil años, explicó Dunn, mientras que, en la actualidad, las temperaturas en el sur de California han aumentado unos 3 grados solo en el último siglo. El aumento de los incendios tras la llegada de los humanos también se ha documentado en otros lugares, como Australia, donde los incendios se han cobrado recientemente su propio tributo con la singular fauna salvaje del país.
“Este estudio es un gran ejemplo de cómo podemos utilizar el pasado para presagiar el futuro”, escribió en un correo electrónico Anthony Barnosky, paleoecólogo de la Universidad de California en Berkeley, quien no participó en el trabajo. “Y lo que estamos viendo hoy (el aumento de la presión ejercida por el ser humano aunada al cambio climático y, de hecho, causante de este) es una especie de lección del pasado a la enésima potencia”. Barnosky añadió que estos cambios no son graduales, sino rápidos y catastróficos.
Los investigadores señalaron que era difícil asimilar la semejanza de los acontecimientos actuales con los del registro fósil. “Muchos de los animales salvajes más amenazados en la actualidad son los mamíferos de gran tamaño que quedan y que no se extinguieron” al final de la última glaciación, dijo Lindsey; sin embargo, añadió, “como nosotros causamos esto, también tenemos el poder de pararlo”.
Una fotografía sin fecha proporcionada por el Museo de Historia Natural del condado de Los Ángeles muestra a Regan Dunn, paleobotánica, a la izquierda, y a Emily Lindsey, paleoecóloga, con huesos de fémur de perezosos terrestres de la era glacial desenterrados en los pozos de alquitrán de La Brea. (Natalja Kent/ Museo de Historia Natural del Condado de Los Ángeles via The New York Times)
Una fotografía sin fecha proporcionada por el Museo de Historia Natural del condado de Los Ángeles muestra una interpretación del visón prehistórico atrapado en el alquitrán de La Brea mientras un incendio se aproxima. (Cullen Townsend/ Museo de Historia Natural del Condado de Los Ángeles via The New York Times)