“Su compañía está a punto de salir a un rescate”, manifestó Christian Boucousis, a quien llaman Boo en el trabajo. “Uno de los miembros de su empresa salió a hacer un reconocimiento y fue derribado. Ahora ustedes van a rescatar a su compañero de equipo para traerlo a casa”.
Boucousis, quien fue piloto de combate, es director general de una organización llamada Afterburner, la cual promete enseñarles a sus clientes corporativos “la misma precisión y exactitud que tienen los aviadores de élite del ejército”. Su empresa ha trabajado con Nike, Pepsi, Bank of America y muchas otras marcas. No es que estas compañías estén luchando para salvar compañeros de equipo derribados por escuadrones enemigos. ¿Cuáles son sus problemas? La competencia del mercado, las presiones de los accionistas, la rotación de personal.
No obstante, para algunos ejecutivos corporativos es emocionante pasar unas horas sintiéndose menos como parte de la alta dirección y más como Tom Cruise, incluso si el costo es considerable: la capacitación “Experiencia Top Gun” de Afterburner comienza con un costo de 10.000 dólares para un equipo pequeño y llega hasta 100.000 dólares en el caso de un equipo más grande.
“Si pierdes de vista el avión contra el que estás peleando, pierdes el combate”, explicó Boucousis. “Nosotros usamos eso como metáfora: si pierdes de vista tus objetivos empresariales, no vas a lograrlos”.
Hay muchas metáforas que se aplican en esta área en expansión: la oficina como un campo de batalla. Aterrizar el avión en un trimestre complicado. Movilizar a los soldados para el lanzamiento de un producto.
El trabajo es la guerra, o así pueden sentirlo algunos directores generales. Para hacer frente a este momento, llega la era de la capacitación de liderazgo estilo “Top Gun”.
Muchos líderes empresariales respondieron a los últimos años de incertidumbre —rotación de personal, conflictos por el regreso a las oficinas, flujo económico— con discursos más sensibles y emocionales en las salas de juntas. Algunos promovieron que se hablara abiertamente de la salud mental de los empleados en la oficina. Un director general hasta publicó en LinkedIn una selfi en la que se veían lágrimas corriendo por su rostro después de haber despedido a dos empleados, lo que generó reacciones adversas.
Otros tomaron la dirección contraria y adoptaron un nuevo estilo de machismo corporativo. Elon Musk retó a Mark Zuckerberg a pelear en una jaula; Zuckerberg, quien ha estado entrenando jiu-jitsu brasileño durante dieciocho meses, le envió un texto al presidente de la UFC para ver si su rival había hecho esa propuesta en serio.
Desde hace mucho tiempo, las oficinas corporativas han estado llenas de señales de agresión: gritos, insultos, agentes paseando por las oficinas con palos de lacrosse. Muchas de ellas estuvieron bajo escrutinio por la presión para que hubiera más diversidad e inclusión en el mundo empresarial. Pero algunos especialistas en gestión afirman que, en épocas de presión económica, algunas veces pueden regresar las muestras despiadadas de fuerza en toda su magnitud.
“Los líderes están tratando de recobrar la sensación de control que creen haber perdido en los últimos años”, señaló Cali Williams Yost, estratega del lugar de trabajo. “Están intentando restablecer el control y el poder de un modo que les sea conocido”.
Las empresas desde hace mucho valoran la experiencia militar a la hora de las contrataciones. Durante décadas, Hollywood ha representado a los dirigentes militares como el máximo ejemplo de fortaleza. Pero ahora, los ejecutivos corporativos en realidad están actuando como miembros del ejército. Cientos de empresas están recurriendo a programas poco ortodoxos que usan simulaciones de pilotos de combate, principios militares e incluso las técnicas de las paradas en boxes de la NASCAR con el fin de capacitar a los ejecutivos empresariales para que respondan a la incertidumbre y los cambios continuos.
Las mujeres pueden participar en estas capacitaciones y lo hacen, pero muchas de las empresas que las ofrecen son dirigidas por varones, un motivo de preocupación para algunos especialistas en gestión que afirman que los trabajadores están en busca de estilos de liderazgo más empáticos, no hiperagresivos. El porcentaje de las empresas de Fortune 500 dirigidas por mujeres apenas sobrepasó la marca del diez por ciento este año.
“No creo que coincida con lo que la mayoría de la gente dice que busca en un líder, es decir, que se centre en las personas, sea empático y colabore”, señaló Yost.
A algunos veteranos del ejército, como Jocko Willink, quien fue integrante de los Equipos Tierra, Mar y Aire de la Armada de Estados Unidos, no les sorprende que un periodo de caos en los lugares de trabajo esté haciendo que las empresas reconsideren lo que es la gestión de empresas, y en ocasiones de manera extrema.
“La pandemia reveló que necesitamos mejores líderes”, afirmó Willink. “Cuando la gente no viene a trabajar y ya no la vemos todos los días, tenemos que usar un mejor mando descentralizado. Esa es una ley clásica del liderazgo en el combate”.
Sin embargo, no está claro si el conocimiento de los Equipos Tierra, Mar y Aire de la Armada de Estados Unidos es aplicable al lanzamiento de un producto. “La pregunta es si el propósito es que sea divertido, que se tomen fotografías o que sea efectivo”, comentó acerca del desarrollo profesional Melissa Nightingale, cofundadora de Raw Signal Group, una empresa de capacitación en gestión. “Cerca del 75 por ciento de los esfuerzos de desarrollo profesional se vienen abajo”.
No obstante, el machismo se sigue extendiendo en la gestión mientras las empresas piden capacitar a sus empleados de un modo que no sea por Zoom. Como, por ejemplo, en boxes de autos de carreras.
En Raleigh, Carolina del Norte, una compañía de tecnología financiera llamada Constellation Digital Partners reunió a sus empleados —algunos se veían en persona por primera vez— para simular una parada en boxes de la NASCAR. La capacitación fue realizada por una empresa llamada Over the Wall, fundada por Andy Papathanassiou, ex entrenador de un equipo técnico de la NASCAR; las tarifas comienzan en 10.000 dólares y varían dependiendo del tamaño del grupo y del tiempo que se lleve la capacitación.
Los cerca de 30 trabajadores de Constellation se reunieron en el estacionamiento de su oficina alrededor de un auto de carreras verde. Los empleados desatornillaron tuercas con una llave neumática, le quitaron al auto la llanta de 22 kilos, metieron una llanta nueva y volvieron a colocar las tuercas. Estaban cubiertos de sudor, bloqueador solar y grasa, y se veían tan agobiados como los miembros del equipo técnico de la película de Cruise “Días de trueno”.
“Suena tonto que lo diga, pero en realidad la parte más difícil es poner la llanta”, explicó Kris Kovacs, el director general de la empresa. “Lo que eso nos enseña es que tenemos que planificar con anterioridad. Las cosas difíciles, si se practican y se planifican con anticipación, se vuelven cada vez más fáciles”.
Kovacs comentó que él vio que en los meses posteriores a la capacitación su personal se volvió más comunicativo. Aprendieron a compartir sus puntos débiles con los demás.
“Pueden hacer eso de dejarse caer para ver si los demás detienen su caída o se pueden ensuciar las manos con todo el equipo y cambiar llantas de autos de carreras”, explicó Kovacs.
El trabajo es la guerra, o así pueden sentirlo algunos directivos. Para hacer frente a este momento, se meten en una cabina. (Taylor Callery/The New York Times)
El trabajo es la guerra, o así pueden sentirlo algunos directivos. Para hacer frente a este momento, se meten en una cabina. (Taylor Callery/The New York Times)