LOS ÁNGELES — Hace cuatro años, un multimillonario ejecutivo de la industria tecnológica que lideraba una de las plataformas sociales más importantes del mundo presentó un concepto para transformarla en una aplicación que pudiera hacerlo todo. Escribió en un manifiesto en línea que la aplicación no solo sería central para las comunicaciones escritas, sino que también tendría audio, video, métodos de pago, comercio y más.
La idea era similar a la del concepto de la “aplicación que hace de todo”, propugnado recientemente por Elon Musk, el propietario de Twitter. Pero el sueño pertenecía a Mark Zuckerberg, el fundador y director ejecutivo de Meta, compañía propietaria de Facebook, Instagram y WhatsApp. En 2019, en una publicación de blog, Zuckerberg describió cómo convertiría WhatsApp en una aplicación que podría ser una plataforma para muchos “tipos de servicios privados”.
En Silicon Valley, la búsqueda de una aplicación que haga de todo ha surgido una y otra vez a medida que los líderes tecnológicos se han esforzado por expandir sus imperios digitales. Zuckerberg lo intentó. Lo mismo hizo Dara Khosrowshahi, el director ejecutivo de Uber. Evan Spiegel, el jefe de Snap, dijo que él también quería intentarlo.
Sin embargo, esas iniciativas se quedaron cortas porque los ejecutivos del sector tecnológico no pudieron replicar la magia que ha abundado en Asia con las “superaplicaciones” como WeChat de China, Line de Japón y KakaoTalk de Corea del Sur. En cambio, los gigantes tecnológicos de Estados Unidos se han tropezado con diferencias culturales, escrutinio regulatorio y un sistema financiero fragmentado que han dificultado la labor de crear tales aplicaciones.
Y ahora Musk, quien esta semana cambió el nombre de Twitter a X, el apodo de su aplicación que hace de todo, persigue el mismo objetivo y es probable que enfrente las mismas dificultades.
En Estados Unidos, las personas están “acostumbradas a usar aplicaciones para un solo servicio, lo que hace que cambiar a una aplicación de servicios múltiples sea un poco desorientador”, dijo Dan Prud’homme, profesor asistente de negocios en la Universidad Internacional de Florida. “Hasta cierto punto, a los clientes estadounidenses no les gusta sentir que dependen demasiado de una sola empresa para cubrir sus necesidades diarias”.
Musk ha estado enamorado del concepto de una aplicación que haga de todo desde al menos el año pasado. Semanas antes de cerrar su adquisición de Twitter por 44.000 millones de dólares en octubre, tuiteó que su compra sería “un acelerador para crear X, la aplicación para todo”.
El lunes, tuiteó sobre el cambio de marca de Twitter a X y escribió: “En los próximos meses, agregaremos comunicaciones integrales y la capacidad de conducir todo tu mundo financiero. El nombre de Twitter no tiene sentido en ese contexto, por lo que debemos despedirnos del pájaro”.
Sin embargo, Musk ha revelado muy poco al público sobre cómo se vería su aplicación para todo, cómo funcionaría o por qué la gente querría usarla. En noviembre, Twitter presentó documentos ante la Red de Ejecución de Delitos Financieros del Departamento del Tesoro para convertirse en un procesador de pagos, y los empleados han estado construyendo un servicio de pagos.
Musk no respondió a una solicitud de comentarios.
Su plan se ha encontrado con muchos escépticos. “Llevó una bola de demolición a Twitter” y ha socavado la manera en que la gente usa la plataforma, comentó Chris Messina, un emprendedor tecnológico y creador de la etiqueta o “hashtag”. “Parece que va a construir una bolsa de sorpresas con diferentes funciones y va a embestir a la base de usuarios con ella”.
Gran parte del deseo de crear una aplicación para todo tiene sus raíces en Asia, donde ese tipo de aplicaciones ha prosperado durante más de una década. En Japón, la gente usa Line, la plataforma de mensajería dominante del país, para almacenar tarjetas de vacunación y comprar ropa. En Corea del Sur, la gente recurre a KakaoTalk, que comenzó como un servicio de mensajería, para enviar dinero y solicitar viajes en taxi.
Ninguno ha tenido tanto éxito como WeChat de Tencent, una aplicación de mensajería, redes sociales y pagos utilizada por más de mil millones de personas, principalmente en China. WeChat domina el internet móvil y es una ventanilla única para leer noticias, hablar con amigos, pedir pizza o pagarle al arrendador.
Durante mucho tiempo, muchos empresarios de Silicon Valley han considerado a WeChat como el modelo ideal para las aplicaciones móviles.
“Si vas a China, ves que todo es mucho más fácil y dices: ‘Ojalá tuviera eso’”, relató Ted Livingston, fundador de la plataforma de mensajería Kik, respaldada por Tencent. “WeChat es, en la práctica, el sistema operativo de la vida diaria en China”.
En noviembre, en una reunión de toda la compañía en Twitter, se le preguntó a Musk sobre su idea de la aplicación para todo, según dijeron dos personas que asistieron al evento. Un empleado señaló que había diferencias fundamentales entre Twitter y Tencent, contaron las personas.
Musk respondió que el interlocutor no sabía de qué estaba hablando, antes de pasar a la siguiente pregunta, según los dos asistentes.
Musk no se ha contenido en sus predicciones para X. “Si se hace bien”, afirmó en una reciente entrevista de pódcast, X podría convertirse en “la mitad del sistema financiero global”.
Linda Yaccarino, directora ejecutiva de Twitter, también se mostró entusiasmada sobre X.
“X es el estado futuro de la interactividad ilimitada, centrada en audio, video, mensajería, pagos/banca, que creará un mercado global para ideas, bienes, servicios y oportunidades”, tuiteó el domingo. “Impulsada por IA, X nos conectará a todos de maneras que recién comenzamos a imaginar”.
Una persona demuestra cómo usar WeChat, en Hong Kong, el 3 de enero de 2019. (Kenneth Tsang/ The New York Times).
Elon Musk, el propietario de Twitter, es el magnate más reciente de Silicon Valley en buscar una aplicación que haga de todo, del tipo que ha prosperado en Asia pero no en otros lugares. (Lars Leetaru/The New York Times).