EL PASO, Texas — En un día en que la temperatura superaba los 32 grados Celsius a principios de mayo, cientos de migrantes fueron reunidos en territorio estadounidense cerca de un portón fronterizo en El Paso, Texas. Muchos habían esperado durante días, sin comida, refugio o agua y baños suficientes, antes de que los agentes de la Patrulla Fronteriza les permitieran pasar por el portón y los llevaran a instalaciones de detención.
A algunos kilómetros de distancia, en el Centro de Convenciones de El Paso (que cuenta con aire acondicionado), altos funcionarios y contratistas de seguridad acudieron a un evento anual en el que se muestra la tecnología más reciente para ayudar a resguardar las fronteras de Estados Unidos: perros robóticos, torres de vigilancia, equipo todoterreno, drones y contradrones.
El contraste entre ambos casos ilustra un desafío principal de la misión de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por su sigla en inglés). La agencia, que incluye a la Patrulla Fronteriza, se creó después de los ataques del 11 de Septiembre. En su sitio web, se lee: “Nuestra mayor prioridad es evitar que los terroristas y sus armas ingresen a Estados Unidos”.
Aunque su misión ha permanecido la misma a través de los años, sus responsabilidades han crecido. Además de proteger la frontera, uno de los asuntos más apremiantes que ha enfrentado en la década pasada es uno humanitario, generado por las personas que cruzan la frontera, muchas de las cuales escapan de la violencia y la pobreza. A pesar de que pocos representan una amenaza a la seguridad, el gobierno estadounidense ha estado enviando a la agencia de cumplimiento de ley más grande del país a arrestar y, posteriormente, atender a los refugiados.
Manuel Padilla Jr., un comisionado asistente de la CBP, le dijo en mayo a la multitud de contratistas que se dedican a la venta de equipo de grado militar en el centro de convenciones: “Tenemos que evolucionar, con extrema rapidez. Y eso sobre la parte de migración”.
La CBP, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por su sigla en inglés) y la Casa Blanca declinaron hacer comentarios de manera oficial sobre la situación en El Paso.
El presupuesto de la agencia siempre ha sido destinado de manera primordial a proteger la frontera. En comparación, una cantidad minúscula del presupuesto se usa para brindar albergue y cuidados a los flujos de migrantes exhaustos.
Aunque algunos funcionarios sénior han reconocido en privado una necesidad de evolucionar, el sentimiento público de Padilla no es compartido por todos.
Algunos en la jerarquía de la Patrulla Fronteriza quieren enfocarse en la misión primaria de la agencia: “Detectar y evitar el ingreso ilegal de individuos a Estados Unidos”, no cuidarlos después de que quebrantaron la ley. Algunos consideran la misión humanitaria como una invitación a más ingresos ilegales. Los republicanos desean que los agentes hagan cumplir la ley, aunque ha estado desactualizada desde hace décadas.
Estos desacuerdos son solo una parte del debate más amplio y volátil sobre las políticas migratorias del país. A pesar de eso, las escenas de miles de migrantes desesperados entregándose ellos mismos a agentes de la Patrulla Fronteriza se han vuelto el rostro de la discusión.
Cuando la CBP vio por primera vez esta tendencia migratoria en 2014, algunos funcionarios creyeron que otras agencias federales, como la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por su sigla en inglés) y el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, por su sigla en inglés), estarían mejor preparadas para liderar la respuesta.
Gil Kerlikowske, el comisionado de la CBP durante el gobierno de Barack Obama, mencionó que esa idea no fue bien recibida cuando llevó el asunto antes funcionarios séniors. Kerlikowske afirma que le respondieron: “Esta es la frontera y este es tu problema”.
En ese sentido, no ha cambiado mucho.
El DHS, del cual depende la CBP, puede solicitar asistencia de otras agencias federales durante tiempos de abundantes cruces ilegales. Sin embargo, al final, es la responsabilidad de la CBP.
Los gobiernos consecutivos se han enfocado en maneras de disminuir la cantidad de cruces ilegales y evitar una crisis humanitaria en el lado estadounidense de la frontera.
La administración de Trump implementó políticas punitivas para desalentar a los migrantes a cruzar la frontera (por un lado, al separar a las familias, y por otro, al restringir el acceso al asilo).
El gobierno de Biden, que ha presenciado el flujo de cruce de migrantes más grande en la frontera sur en un momento en el que más personas en el mundo son desplazadas que nunca antes, se ha enfocado en reducir la cantidad de personas que son aptas para el asilo y ha agregado nuevos caminos legales para ingresar al país.
No obstante, debido a que el poder ejecutivo establece tales políticas y cambian con frecuencia, un efecto duradero es poco probable.
Sin la voluntad política para reorganizar la CBP de modo que apoye esa misión humanitaria, es probable que la agencia continúe dependiendo de soluciones temporales, como lo ha hecho durante la década pasada.
Cuando los aumentos repentinos en la migración amenazan con saturar los recursos, la CBP puede agregar instalaciones temporales de detención. Desde 2014, la agencia también ha logrado un progreso significativo en asegurarse de que las instalaciones sean más apropiadas para los niños y de abastecerlas con comida, agua, fórmula para bebés, pañales y otros artículos necesarios.
La CBP ha contratado a cientos de personas para procesar migrantes y realizar trabajo administrativo, al relevar a agentes de la Patrulla Fronteriza que habían sido reasignados a estos puestos. Además, el presidente Joe Biden solicitó una reserva de emergencia de 4700 millones de dólares para el año fiscal 2024 a fin de facilitar el acceso a fondos en una crisis.
Un agente de la Patrulla Fronteriza estadounidense ayuda a Margelis Polo, de 9 años, y a sus padres después de cruzar el río Bravo hacia Estados Unidos en El Paso, Texas, el 7 de octubre de 2022. (Ivan Pierre Aguirre/The New York Times)
Migrantes esperan para ser procesados en territorio estadounidense tras cruzar desde México antes de la expiración de la regla Título 42 de la era pandémica en El Paso, Texas, el 8 de mayo de 2023. (Justin Hamel/The New York Times)