Hace una década, en los albores de una crisis financiera, la sagrada siesta de España se vio muy amenazada. Por toda Europa se multiplicaban las críticas: muchos afirmaban que el sosiego de la economía española se debía, en parte, al descanso tan prolongado que toman al mediodía. Para evitar que lo estereotiparan como un país flojo y dormilón, España se comprometió a abolir la siesta y así aumentar la productividad.
Aunque circularon rumores de su desaparición, la siesta sobrevivió. Ahora que Europa sufre olas de calor más frecuentes y prolongadas, otros países han descubierto la sabiduría detrás de la siesta. Uno de ellos es Alemania, cuya firme ética laboral en ocasiones se precia a tal grado que es motivo de burla.
Durante la crisis económica, los periódicos alemanes se sumaron a las críticas contra la siesta. En contraste, algunos funcionarios alemanes y expertos en cuestiones laborales no han cesado de alabar este verano las virtudes de un descanso al mediodía.
“Sin duda, tomar una siesta durante la temporada de calor no es una mala sugerencia”, comentó Karl Lauterbach, ministro de Salud alemán, en respuesta a declaraciones hechas esta semana por funcionarios de salud pública de alto rango que instaron a imitar a España, donde todavía en muchas ciudades las tiendas cierran y las calles permanecen vacías entre las 2 y las 4 de la tarde.
El calor (esta semana, Alemania alcanzó temperaturas de unos 32 grados Celsius) está obligando a las personas a replantearse su forma de vida y considerar seguir el ejemplo de los países del sur para adaptarse a las temperaturas más elevadas.
“Deberíamos aplicar las prácticas laborales de los países del sur durante los periodos de calor”, dijo esta semana en una entrevista con el medio noticioso RND Johannes Niessen, presidente de la principal asociación nacional de médicos en Alemania. “Levantarse temprano, tener una mañana productiva en el trabajo y tomar la siesta al mediodía es un concepto que deberíamos adoptar en los meses de verano”.
El origen de la famosa siesta española es tema de debate. Algunos afirman que la práctica se originó en las regiones rurales del país, donde los agricultores dejaban de trabajar para evitar el calor extremo durante las horas más calientes del día y volvían al campo cuando bajaba la temperatura. Otra explicación es que el día dividido surgió después de la guerra civil española, cuando muchas personas tenían dos trabajos, uno por la mañana y otro por la tarde. En cualquier caso, la siesta ha sido un elemento distintivo de la vida española desde hace décadas, aunque en la actualidad es menos común para muchos españoles de las zonas urbanas.
Una tarde hace poco en Granada, al sur de España, muchas de las tiendas de la ciudad permanecieron cerradas por la tarde y los residentes locales se refugiaron en su casa, con las contraventanas cerradas, mientras las calles empedradas hervían bajo temperaturas de más de 32 grados Celsius.
Es un tiempo de descanso que todavía es importante para muchos. En 2015, el alcalde de un pueblo cerca de Valencia dictó un bando en el que instaba a los residentes y visitantes a abstenerse de hacer ruido durante la siesta “para garantizar el descanso de todos y poder sobrellevar mejor los rigores del verano”.
Pero la siesta también ha sido objeto de muchas burlas y críticas, en particular después de que España batalló para recuperarse de una devastadora crisis económica en la década de 2010.
Incluso en España, un movimiento a favor de la eficiencia llamado Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles, que ganó impulso tras la crisis, argumenta que el país podría ser más productivo si adoptara un horario más regular. En 2016, Mariano Rajoy, que en ese entonces era el presidente del Gobierno de España, intentó reducir el tiempo asignado a la siesta para que el país estuviera más alineado con el resto de Europa.
Debido al largo descanso del mediodía, la cena en España es ya entrada la noche, a las 9 o 10 de la noche. Esto quiere decir que, en algunos casos, los españoles están cenando cuando los alemanes ya están en la cama.
Las siestas sirven para refrescarse, dormir, recargar fuerzas y comer el almuerzo. Y ahora que el centro y el norte de Europa tienen las mismas temperaturas extremas que España ha tenido desde hace años, la siesta parece una buena idea.
“Las personas no son igual de eficientes en ambientes de mucho calor que en otras circunstancias”, explicó Niessen, el representante de los médicos alemanes.
Varios artículos de investigación, incluido uno del Instituto Tecnológico de Massachusetts, han revelado que dormir la siesta mejora la productividad. También se reconoce el beneficio de la siesta para la salud de las personas. Algunos investigadores de University College London demostraron en un estudio publicado el mes pasado que dormir la siesta con regularidad podría ayudar a proteger la salud del cerebro del proceso de envejecimiento.
El equipo de investigadores calcula que “la diferencia promedio en el volumen del cerebro entre las personas programadas para dormir la siesta de manera habitual y quienes no la tomaban fue de entre 2,6 y 6,5 años de envejecimiento”.
En años recientes, varios sindicatos de Alemania y otros países del norte de Europa han convocado a adoptar el modelo español.
Anja Piel, integrante del comité ejecutivo de un sindicato que representa a seis millones de trabajadores alemanes, les dijo a los medios de ese país esta semana que los patrones deberían cerrar las oficinas cuando la temperatura supere los 35 grados Celsius. “Las empresas deben reducir la carga”, argumentó Piel.
Varios hombres toman la siesta en un parque de Toledo, España, el 14 de junio de 2023. (Samuel Aranda/The New York Times)