El impacto económico de la implacable ola de calor que abrasa el sur de Europa, Estados Unidos y gran parte del hemisferio norte quizá sea breve en la mayoría de los lugares, a causa del cierre temporal de sitios turísticos, la suspensión de comidas al aire libre y el mayor consumo de electricidad por el uso del aire acondicionado.
Pero en el largo plazo, es probable que observemos profundos efectos económicos del cambio climático.
Incendios, inundaciones y sequías con efectos devastadores tienden a dominar los titulares. Otros efectos arteros, aunque quizá atraen menos atención, pasan factura de cualquier forma. Varias investigaciones han revelado que las temperaturas extremas reducen la productividad laboral, dañan los cultivos, elevan la tasa de mortalidad, causan interrupciones en el comercio global y desalientan la inversión.
Un análisis realizado por investigadores asociados con la organización Center for Economic Policy Research reveló que en Europa, Francia, Italia, España, Rumania y Alemania han sido más afectados por desastres relacionados con el clima en los últimos 20 años. Sin embargo, los países de Europa central y oriental se han visto afectados cada vez más por problemas climáticos.
Esta situación agravó la presión sobre el gasto público ahora que se insta a los gobiernos a remplazar infraestructura dañada y ofrecer subsidios y ayudas. El análisis destaca que los ingresos fiscales podrían encogerse también cuando el cambio climático cause interrupciones en la actividad económica.
La Unión Europea calcula que las pérdidas económicas relacionadas con el cambio climático aumentarán significativamente en el futuro, aunque subrayó que en la mayoría de los Estados miembros no existe ningún mecanismo que permita recopilar y evaluar datos relativos a este costo económico.
Analistas de Barclays calculan que el costo de los desastres relacionados con el clima ha aumentado casi un 77 por ciento en los últimos 50 años.
Se espera que las pérdidas aumenten en todo el mundo. Un estudio diseñado para medir el impacto de las ondas de calor causadas por el ser humano en el crecimiento económico global, publicado el año pasado, concluyó que las pérdidas acumuladas entre 1992 y 2013 fueron de entre 5 billones y 29,3 billones a nivel global.
“Cuando pensamos en calor extremo, tenemos la idea de que se trata de una especie de fenómeno localizado”, señaló Justin Mankin, científico del clima de Dartmouth College y coautor del estudio. “Las ondas de calor que sufrimos en este momento no solo son sorprendentes por su magnitud, sino por el número de personas que afectan simultáneamente”.
Mankin indicó que, tan solo en Estados Unidos, 32 millones de personas trabajan al aire libre. Destacó que la proporción de trabajadores al aire libre es mucho mayor en los países en desarrollo. Además, el calor extremo aumenta la presión sobre las plantas eléctricas, lo que puede causar apagones escalonados e incluso provocar que se reviente el pavimento en las vías públicas.
“Construimos una economía y un conjunto de prácticas adecuadas para el clima del pasado”, explicó, “no para el que vivimos ahora”.
© The New York Times 2023
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