Las nubes negras aparecieron con rapidez y se colaron entre la gente que buscaba fiesta y sol en el lago del norte de Italia, interrumpiendo los aperitivos de inicio de la tarde y los paseos a orillas del lago. Un aviso meteorológico emitido a primera hora del día no había previsto la violencia de la tormenta que irrumpió en el lago, con vientos tan extremos que hundieron un barco, un evento en el que murieron cuatro de los 23 pasajeros.
El incidente del domingo en el lago Mayor fue una tragedia insólita que normalmente habría atraído una atención fugaz.
Pero en los días siguientes, la historia cobró fuerza en los medios de comunicación italianos cuando se supo que 21 personas que viajaban en el barco eran espías o antiguos espías, 13 de ellos del Mossad, el servicio de inteligencia exterior israelí, y ocho italianos. Las explicaciones oficiales de que habían estado celebrando un cumpleaños no sirvieron para disminuir el frenesí especulativo sobre sus actividades.
Dos de las personas fallecidas pertenecían al servicio de inteligencia italiano, según una nota emitida por la inteligencia italiana, mientras que Israel dijo que otra víctima había sido un operativo retirado del Mossad. La cuarta víctima, una mujer rusa, había estado casada con el capitán del barco.
Los italianos se preguntaban qué hacían realmente todos esos espías un domingo por la tarde navegando en un barco de alquiler llamado “Good…uria” (un juego de palabras con un término italiano para placer). Varios medios de comunicación no tardaron en calificar la reunión de “fiesta de espías”.
Algunos medios especularon sobre si el viaje en barco por los Alpes había sido una oportunidad para intercambiar información. ¿Fue una coincidencia que el capitán del barco hablara búlgaro con fluidez, como algunos señalaron, y estuviera casado con una rusa, Anna Bozhkova? ¿Los espías estaban rastreando el lago en busca de magnates rusos que invirtieran en las proximidades, como planteaba el jueves el diario milanés Corriere della Sera?
El fiscal que investiga el incidente, Massimo De Filippo, y su jefe, el fiscal jefe Carlo Nocerino, dijeron que esas preguntas quedaban fuera del ámbito de su investigación, que consiste en determinar qué hizo que el barco se volcara y hundiera.
Carlo Carminati, de 60 años, el capitán, está siendo investigado como sospechoso de homicidio por negligencia, al causar un naufragio y ser responsable por lesiones a los pasajeros sobrevivientes. “No nos interesa lo que hacían los pasajeros”, dijo Nocerino en una entrevista en su oficina, en Lombardía, la región que contiene la parte del lago donde se hundió el barco.
Nocerino dijo que había pedido al capitán del equipo que intentaba sacar el barco a la superficie que le avisara inmediatamente cuando volviera a estar por encima del agua, para que él y De Filippo fueran los primeros en subir a bordo.
El miércoles por la tarde, el barco había sido arrastrado cerca de la orilla, pero seguía bajo el agua, tras varios intentos infructuosos de sacarlo a la superficie con globos.
“No quiero que quede ninguna duda de que no hemos llevado la investigación hasta el final”, declaró Nocerino. El barco y su contenido serán confiscados y puestos a disposición judicial, añadió.
El fiscal reconoció las especulaciones aparecidas en los medios de comunicación en el sentido de que el gobierno podría cerrar la investigación si se encontraran documentos o maletines. “Si encontramos maletines, los confiscaremos”, dijo secamente Nocerino.
Para aumentar la intriga, parece que los pasajeros sobrevivientes desaparecieron misteriosamente del lago pocas horas después del accidente. El Mossad envió un avión para devolver a casa a los sobrevivientes israelíes e intentó impedir la publicación de detalles sobre el incidente en Israel, según dos funcionarios de defensa israelíes. (Los medios de comunicación israelíes no informaron de que la víctima israelí era un veterano del Mossad hasta el miércoles).
Un comunicado emitido por la inteligencia italiana en el que se identificaba a dos de las víctimas, Claudio Alonzi, de 62 años, y Tiziana Barnobi, de 53, como miembros de la inteligencia italiana, decía que habían estado en la zona “para asistir a una reunión de convivencia” con motivo del cumpleaños de uno de los miembros del grupo. Una portavoz de la agencia italiana dijo que no tenía nada que añadir.
Los servicios de información israelíes no han hecho público oficialmente el verdadero nombre del veterano del Mossad. Su funeral ocurrió el miércoles en Ascalón, Israel.
El Mossad emitió un comunicado el miércoles en el que señalaba que “debido a su servicio en la organización, no será posible dar más detalles sobre él. El Mossad ha perdido a un querido amigo, un trabajador dedicado y profesional que había dedicado su vida a la seguridad del Estado de Israel durante décadas, incluso después de su jubilación”.
El ex agente del Mossad fallecido había pertenecido a una unidad encargada del enlace encubierto con los servicios de inteligencia extranjeros, según un antiguo alto funcionario de Defensa, que pidió no ser nombrado al hablar de las delicadas relaciones entre las agencias de espionaje.
Aunque se había jubilado del servicio en el Mossad, continuó sirviendo como reservista para la organización y llegó a Italia junto con sus colegas como parte de una relación de cooperación entre las organizaciones de espionaje israelí e italiana, añadió el ex funcionario.
El Mossad y la inteligencia italiana cooperan en asuntos de interés común, como la guerra contra el terrorismo o la recopilación de información sobre el proyecto nuclear iraní, añadió.
Ninguno de los sobrevivientes llevaba consigo documentos de identidad cuando declararon sobre el accidente a los agentes de la policía militar italiana el domingo por la noche. Dijeron que los habían perdido cuando la embarcación se volcó, según los fiscales.
Los fiscales también confirmaron que los italianos dijeron a los investigadores que eran empleados de la presidencia del Consejo de Ministros, un departamento gubernamental general, mientras que los israelíes dijeron que formaban parte de una delegación gubernamental.
Cualesquiera que sean las incertidumbres que rodean el caso, una cosa es cierta: la inesperada violencia de la tormenta en el lago Mayor el domingo por la noche.
La agencia de protección civil de la región de Lombardía había emitido un Código Amarillo —una precaución— para el lago por posibles tormentas esa noche. Aunque todos los boletines habían advertido del empeoramiento de las condiciones para la zona, “se consideraba improbable que esa noche se produjeran fenómenos tan intensos”, dijo Paolo Valisa, meteorólogo de una agencia local. “Se puede predecir una tormenta, pero hasta ahora no habíamos sido capaces de predecir su intensidad, al menos en una zona tan localizada”.
Los indicadores cercanos de la velocidad del viento en el lago indicaban rachas de entre 42 y 60 kilómetros por hora, pero podrían haber sido aún mayores en el lugar donde la embarcación quedó atrapada por una corriente descendente, potentes vientos que descienden con el aire frío de una tormenta eléctrica y se propagan, explicó.
Samuel Panetti y varios amigos también habían estado en el lago en su embarcación el domingo por la tarde y fueron los primeros en rescatar a los sobrevivientes del Good…uria.
“El tiempo había sido bueno todo el día”, dijo, pero cuando llegó la tormenta, la lluvia era tan espesa que era como navegar a través de una nube. “Había mucha lluvia y granizo, y el viento movía el barco de izquierda a derecha”, recuerda.
Vislumbró lo que primero pensó que era un grupo de gaviotas en medio del lago, pero al acercarse vio que eran personas del barco que se hundía, “gritando y pidiendo ayuda, como niños”.
Él y sus amigos ayudaron a algunos a subir a su barco y lanzaron al agua “cualquier cosa que flotara” para que otros se agarraran a ella. Algunos de los sobrevivientes consiguieron nadar hasta la orilla.
Las dos víctimas femeninas fueron halladas atrapadas en el interior de la embarcación de alquiler, que se hundió a una profundidad de unos 15 metros. Una tercera víctima fue hallada en el fondo del lago, mientras que otra fue recuperada flotando.
“Fue aterrador ver a toda esa gente en el agua, parecía una escena de película. Todavía me cuesta creer que fuera verdad”, dijo. “Si no hubiéramos pasado por allí, creo que todos habrían muerto”.
Paolo Mazzucchelli, director de transportes públicos del lago Mayor, dijo que en el momento del accidente “la velocidad del viento había aumentado muy rápidamente en muy poco tiempo” y que la tormenta era “localizada y muy intensa”.
“Se encontraron en el lugar equivocado en el momento equivocado”, dijo.
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