La semana pasada, el gobierno de Estados Unidos retiró una regla pandémica que fue utilizada para expulsar inmediatamente a cientos de miles de migrantes que cruzaron la frontera de manera ilegal en los últimos tres años. Ahora, los migrantes que ingresen ilegalmente al país tendrán la oportunidad de solicitar asilo, que es un estatus legal que las personas pueden obtener si demuestran que enfrentarían persecuciones u otros riesgos en su país de origen.
¿Qué es lo que determina si puedes entrar a Estados Unidos? A veces se trata de la calidad del caso que se presenta o del cumplimiento de las normas de un sistema que, a menudo, es caótico. Muchas veces, es solo cuestión de suerte.
A continuación, explicamos cómo será el proceso para cruzar la frontera con las nuevas normas, de la mejor manera posible, con la ayuda de Aaron Reichlin-Melnick, director de políticas del Consejo Estadounidense de Inmigración y uno de los mayores expertos del país en este tema.
Solicitar un permiso humanitario
En los últimos meses, el presidente Biden usó su autoridad ejecutiva con el fin de establecer una vía de lo que, en esencia, fue una manera alternativa para que ciertos inmigrantes entren de manera legal al país: solicitar lo que se conoce como un “permiso humanitario”.
Esta medida les ofrece a haitianos, venezolanos, nicaragüenses y cubanos la posibilidad de vivir durante dos años en Estados Unidos, si un patrocinador presenta una solicitud en línea para apoyarlos. Cientos de miles de personas se han acogido al programa. Sin embargo, el número de plazas mensuales es limitado. También hay que hacer que alguien que ya esté en Estados Unidos se responsabilice económicamente de ti. Además, debes tener un pasaporte vigente y dinero para comprar el pasaje de avión.
Obtener una cita para solicitar asilo en un puesto fronterizo
En enero, el gobierno implementó otro método para animar a la gente a emigrar de forma ordenada. Se trata de una nueva aplicación llamada CBP One. Los migrantes pueden utilizarla para agendar una cita con los agentes fronterizos en un puerto de entrada. Los funcionarios deciden si les permiten ingresar a Estados Unidos con una notificación para que más adelante comparezcan ante un tribunal de inmigración.
Suena bastante fácil, pero la aplicación ha presentado fallas y la probabilidad de conseguir una cita se ha comparado con la de ganar la lotería. Hay pocas plazas disponibles a diario, en relación con la demanda. Solo pueden utilizarla los migrantes que se encuentran en el norte de México, cerca de la frontera con Estados Unidos o en Ciudad de México. Muchas personas llevan meses intentando día tras día, en vano.
Cruzar de manera ilegal
La experiencia de cruzar de manera ilegal varía ampliamente. A veces, hay que atravesar un desierto o un gran cuerpo de agua, pero no siempre es tan difícil. En algunos lugares, como ciertos sectores de Ciudad Juárez, la ciudad mexicana situada frente a El Paso, Texas, se puede llegar a suelo estadounidense dando unos pasos a través de un tramo relativamente poco profundo, estrecho y tranquilo del río Bravo.
Si los migrantes hacían eso cuando estaba en vigor el Título 42, los funcionarios estadounidenses podían devolverlos a México en cuestión de minutos, lo que ya no es una opción. Ahora, las personas que entren en el país sin la documentación adecuada serán sometidas a un procedimiento formal de deportación, que es un proceso extenso que dura años, o a un proceso de expulsión acelerada que pretende procesar y deportar a las personas con mayor rapidez.
En su mayoría, las familias y los niños entrarán en la primera vía, más lenta, lo que significa que se les dará una fecha para comparecer ante un juez de inmigración, pero podrán esperar dentro del país, viviendo y trabajando legalmente hasta que se tome una decisión sobre su caso.
En el caso de los adultos solos, lo más probable es que pasen por un proceso de expulsión acelerada. Si el sistema funciona como se pretende, esos migrantes podrían estar camino de la deportación con una acusación de delito grave en cuestión de días.
A partir de ahora, los migrantes tendrán que demostrar que solicitaron asilo y fueron rechazados por México u otro país por el que pasaron en su viaje, a fin de que se les considere para recibir protección en Estados Unidos. Es probable que este requisito, que los críticos califican como “prohibición de tránsito”, enfrente impugnaciones legales por parte de grupos de derechos humanos quienes sostienen que prácticamente equivale a una prohibición del asilo. Solicitar asilo en México, donde el sistema gubernamental está muy saturado, puede llevar meses, si no es que años. Muchos migrantes afirman que no se sienten seguros en los países que atraviesan.
Cuando finalmente un migrante comparece ante un juez, aunque haya sido puesto en libertad en Estados Unidos, aun tendrá que demostrar que le negaron el asilo en alguno de los países por los que pasaron de camino a Estados Unidos, incluso si ese viaje sucedió hace meses o años.
Las audiencias de asilo pueden tardar años en resolverse y la mayoría de las solicitudes son rechazadas, lo que deja a los inmigrantes sin derecho a permanecer en Estados Unidos.
Una última opción, que siempre ha estado disponible y probablemente siempre existirá: emprender el viaje a menudo arduo, peligroso e incierto a través de territorios accidentados y desafiando elementos implacables para tratar de entrar en Estados Unidos sin ser descubierto. De conseguirlo, ese migrante vivirá en las sombras, corriendo el riesgo de que las autoridades lo encuentren y lo deporten en cualquier momento.
© The New York Times 2023