¿Capitalista del carbón o guerrero del clima? El ascenso vertiginoso del hombre más rico de Asia

Las decisiones empresariales de Gautam Adani podrían determinar en gran medida si India ayuda al mundo a evitar una catástrofe climática

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Gautam Adani, presidente y fundador de Adani Group, una empresa multinacional con sede en Ahmedabad, India (foto: M. Scott Brauer/The New York Times)
Gautam Adani, presidente y fundador de Adani Group, una empresa multinacional con sede en Ahmedabad, India (foto: M. Scott Brauer/The New York Times)

Gautam Adani lleva cuatro décadas y miles de millones de dólares sin ser el comerciante apresurado en quien se convirtió a los 15 años, cuando dejó la escuela y se marchó de casa al distrito de los diamantes de Bombay, India.

Pero sigue teniendo prisa. En los últimos cinco años, Adani, un industrial indio, ha visto su patrimonio neto dispararse un 1440 por ciento, hasta alcanzar unos 120.000 millones de dólares, por lo que se convirtió en el hombre más rico de Asia y una de las cuatro personas más ricas del planeta.

Una parte considerable de esa fortuna procede de la minería, el transporte y la combustión de carbón, pues la India ha duplicado el uso de este combustible fósil para alimentar de forma barata y fiable su economía en rápido crecimiento y sacar a millones de personas de la pobreza.

Sin embargo, Adani también está preparado para ser una fuerza decisiva en el futuro ecológico de la India, pues ha prometido destinar decenas de miles de millones de dólares al desarrollo de energías renovables junto con sus inversiones en carbón. Mucho depende de que logre ese equilibrio.

La planta de energía térmica de Adani Power funciona con carbón, en Mundra, India (Saumya Khandelwal para The New York Times)
La planta de energía térmica de Adani Power funciona con carbón, en Mundra, India (Saumya Khandelwal para The New York Times)

El año pasado, el gobierno del primer ministro Narendra Modi —con el que Adani mantiene una larga relación— se comprometió a que la India alcanzara cero emisiones netas de carbono para 2070, un hito importante para el país, aunque un objetivo que lleva décadas de retraso con respecto a otras grandes naciones.

El país ha dado algunos pasos hacia ese objetivo. La India, con su abundante luz solar, ocupa ahora el cuarto lugar en generación solar, tras multiplicar su capacidad por más de cien desde 2011 hasta 2021. Modi ha prometido que la India, el tercer país más contaminante del mundo, obtendrá alrededor del 50 por ciento de su energía de fuentes renovables, como la solar, la eólica y el hidrógeno verde, para 2030, frente al 40 por ciento actual.

Sin embargo, el énfasis en el crecimiento económico que comparten Modi y Adani significa que la India quemará carbón en cantidades cada vez mayores durante las próximas décadas. Esto ha suscitado dudas sobre el papel que el país, que se prevé que sea el consumidor de energía de mayor crecimiento del mundo en las próximas décadas, desempeñará en última instancia en los urgentes esfuerzos mundiales por reducir las emisiones que atrapan el calor y evitar una catástrofe climática.

Adani, de 60 años, representa la sólida autoconfianza de un país que se aprovecha de una remodelación global del poder en medio de la guerra de Rusia en Ucrania, que desafía las críticas contra su creciente expansión en el carbón al tiempo que intenta cambiar su imagen de capitalista del carbón a guerrero del clima.

En una entrevista en la casa que tiene en Nueva Delhi, Adani aseguró que sería injusto pedirle a la India que sacrificara de manera desproporcionada el crecimiento en aras de los objetivos climáticos mundiales. Lugares como Estados Unidos y Europa han emitido mucho más carbono a lo largo de los siglos y han cosechado los beneficios del desarrollo.

Trabajadores inspeccionando paneles solares en la unidad de fabricación de Adani Solar en Mundra
Trabajadores inspeccionando paneles solares en la unidad de fabricación de Adani Solar en Mundra

“India tiene que pasar de ser un país en vías de desarrollo a ser una nación desarrollada, y la energía es como un alimento”, opinó Adani. Su conglomerado, añadió, proporciona “lo que mi país y sus ciudadanos necesitan: energía accesible y fiable”.

“Siempre alineamos nuestro negocio y nuestra filosofía empresarial en función de lo que necesita el país”, comentó.

Los caminos paralelos y quizá opuestos por los que viajan Adani y su país pueden verse en Mundra, la ciudad costera del estado occidental de Guyarat, donde Grupo Adani ha construido el puerto privado más grande de la India.

Junto al puerto de Mundra se encuentra una fábrica de paneles solares y una central eléctrica de carbón. La antigua tierra estéril, la marisma salobre recuperada y quemada por el sol, tachonada de carteles a lo largo de sus carreteras privadas y en sus fábricas que instan a la gente a ahorrar electricidad, ahora es el símbolo más claro del control de Adani sobre lo que impulsa la economía india.

La empresa tiene ambiciosos planes para ampliar las instalaciones de energía solar y eólica cerca del puerto, pero la mayor parte de la electricidad en la zona económica especial de Adani en Mundra procede del carbón. Una cinta transportadora lleva el carbón importado directamente desde el muelle hasta dos plantas que, en conjunto, constituyen la mayor instalación de energía térmica de la India. La energía generada allí se transmite hasta el estado de Haryana, a cientos de kilómetros al norte.

Adani en Boston. Su empresa tiene planes ambiciosos para ampliar las instalaciones de energía solar y eólica cerca del puerto de Mundra
Adani en Boston. Su empresa tiene planes ambiciosos para ampliar las instalaciones de energía solar y eólica cerca del puerto de Mundra

El Grupo Adani ha empezado a fabricar sus propias células para paneles solares, y tiene previsto diseñar el resto de los materiales de la cadena de suministro en los próximos años. La empresa, que ya distribuye energía eólica a través de sus extensas líneas de transmisión, también está construyendo sus propias turbinas. Tiene planes para construir dos fábricas de baterías e invertir en hidrógeno verde, un componente clave de la estrategia de Adani en materia de energías renovables.

Adani creció en un bullicioso enclave medieval de Ahmedabad, la capital de Guyarat. Tras dejar su casa para entrar en el comercio de diamantes deBombay, regresó para dirigir la pequeña fábrica de plásticos de su hermano. Se dedicó a las importaciones cuando la economía india empezó a liberalizarse a principios de la década de 1990.

En entrevista con The New York Times afirmó que aprendió el valor de controlar las cadenas de suministro cuando la fábrica de plásticos de la familia se enfrentó a una grave escasez de polímeros. A finales de los noventa, relató que aplicó esos conocimientos cuando la India comenzó a abrir su economía y se enfrentó a un grave déficit energético. A principios de la década de los 2000, entre 300 y 400 millones de indios no tenían acceso a la electricidad.

Ahora, Adani preside un conglomerado de 200.000 millones de dólares de negocios tan diversos como manzanas, cemento y drones militares, y se dispone a adquirir el último canal de noticias independiente de la India. En el centro está su imperio energético, con una línea ferroviaria privada utilizada para transportar carbón y otras mercancías, así como una decena de puertos en las costas oriental y occidental de la India.

Una casa donde una vez vivió Adani, ahora el hombre más rico de Asia, en el barrio de Sheth Ni Pole, en Ahmedabad
Una casa donde una vez vivió Adani, ahora el hombre más rico de Asia, en el barrio de Sheth Ni Pole, en Ahmedabad

Periodistas y otros observadores de Guyarat que han seguido el meteórico ascenso de Adani dicen que se ha beneficiado de su larga asociación con Modi, el líder más poderoso de la India en décadas.

Adani dijo que conoció a Modi hace casi 30 años, cuando el futuro primer ministro, también guyaratí, era un feroz apparátchik en una organización fraternal hindú de derecha conocida como RSS. Como empresario de primera generación, narró Adani, se empeñó en conocer a todos los actores políticos de Guyarat.

En 2001, Modi había ascendido a ministro jefe, el cargo más importante del estado. Al año siguiente, se le acusó de no haber hecho lo suficiente para detener los disturbios comunales que se prolongaron durante meses y cobraron la vida de más de mil personas, sobre todo musulmanas. Se le prohibió temporalmente la entrada a Estados Unidos.

Adani, como participante en giras en el extranjero que promocionaban Guyarat como destino de inversión, ayudó a restaurar la imagen de Modi al aparecer a su lado. En 2014, cuando Modi se convirtió en primer ministro, voló a Nueva Delhi a bordo de un avión de Adani.

El puerto de propiedad privada de Adani en Mundra, que hasta el momento consta de cinco terminales
El puerto de propiedad privada de Adani en Mundra, que hasta el momento consta de cinco terminales

Más recientemente, Adani obtuvo contratos de minería de carbón a pesar de la feroz oposición pública en un corredor de elefantes en el estado de Chhattisgarh. Y las alianzas políticas del primer ministro en el sur de Asia parecen haberle dado entrada a Adani para desarrollar una zona económica especial en Bangladés y un proyecto de energía eólica en Sri Lanka.

Esto ha creado una percepción generalizada en la India de que la relación de Adani con Modi le permite hacer los tratos que quiera, lo cual genera un campo de juego desigual. Adani dijo que él y Modi se veían con respeto mutuo, pero que no era una amistad ni un trato especial.

“Es un trabajo maravilloso el que ha hecho este gobierno”, señaló.

El mayor golpe de Adani, sin embargo, fue en Australia. Su proyecto Carmichael es una de las mayores explotaciones mineras de carbón a cielo abierto del mundo; para conseguirlo, Adani tuvo que soportar una campaña climática sostenida liderada por la activista Greta Thunberg y negociar con media decena de gobiernos australianos mientras los primeros ministros iban y venían. Después de que los financiadores se retiraron, Adani tuvo que poner 7.000 millones de dólares de su bolsillo.

Este año, el inicio de las operaciones en la mina fue afortunado: India y Australia firmaron un acuerdo de libre comercio en abril. Una vez ratificado el acuerdo, Grupo Adani podrá importar grandes cantidades de carbón libres de impuestos.

Adani, el mayor comerciante de carbón en el mundo, está a punto de convertirse en el más grande importador de carbón del mundo. Por eso, aunque el conglomerado de Adani dedique el 80 por ciento de sus gastos totales de capital a las energías renovables, sus críticos señalan que el otro veinte por ciento sigue siendo un problema.

“Afirmar que te preocupas por la crisis climática, que formas parte de la transición a la energía limpia, mientras construyes minas y centrales eléctricas de carbón nuevas y enormes, además de varias otras en desarrollo que te niegas a archivar, es un blanqueado ecológico sin duda”, acusó Pablo Brait, un activista de Market Forces, un grupo de defensa del medioambiente en Australia.

Gautam Adani (Reuters)
Gautam Adani (Reuters)

En la última década, la competencia ha reducido tanto los costos de la energía solar que ahora es tan barata como el carbón en la India, y a veces más. Sin embargo, parte del entusiasmo inicial por la industria solar india parece haberse desvanecido.

Se prevé que el gobierno no alcanzará su objetivo de 100 gigavatios de energía solar conectada a la red para finales de este año. La industria se ve obstaculizada por la escasez de conocimientos técnicos y mano de obra calificada, así como por la dependencia de equipos caros procedentes de China.

Grupo Adani y otras empresas pretenden cambiar esta situación fabricando paneles fotovoltaicos y otros equipos en la India. Pero al mismo tiempo, la guerra de Ucrania no ha hecho más que reforzar el argumento que el político más poderoso de la India y su hombre más rico han planteado en favor del carbón. India tiene su propio suministro, y gran parte del déficit puede cubrirse con las minas de Adani en el extranjero.

Una guerra”, dijo Adani sobre los defensores del clima en Occidente, “y mira cómo están de expuestos”.

© The New York Times 2022

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