Especial para Infobae de The New York Times.
Una mañana decembrina, el destartalado buque petrolero esperaba para cargar combustible en un embarcadero dilapidado que sobresalía de una gigantesca refinería venezolana. Una serie de barcos abandonados yacía en las aledañas aguas turquesas del Caribe, como testimonio de la decadencia del país tras años de dificultades económicas y sanciones impuestas por Estados Unidos.
Sin embargo, en las pantallas de las computadoras, el buque —llamado Reliable— aparecía a casi 300 millas náuticas de distancia, inofensivamente a la deriva frente a la costa de Santa Lucía en el Caribe. Según las transmisiones de la ubicación satelital del Reliable, el barco no había estado en Venezuela en al menos una década.
Los investigadores de datos de transporte marítimo han identificado cientos de casos similares al del Reliable, en el que un barco transmite coordenadas de ubicación falsas para llevar a cabo operaciones comerciales turbias e incluso ilegales y eludir las leyes y sanciones internacionales.
El espejismo digital —habilitado por una tecnología cada vez más utilizada— podría transformar la manera en que se mueven los bienes en todo el mundo, con profundas implicaciones para la aplicación de las leyes internacionales, el crimen organizado y el comercio mundial.
Manipular de esta manera los rastreadores de ubicación satelital instalados en los grandes barcos es ilegal según las leyes internacionales y, hasta hace poco, se creía que la mayoría de las flotas seguían las reglas en gran medida.
Pero en el último año, Windward, una importante empresa de datos marítimos que le proporciona investigaciones a las Naciones Unidas, ha descubierto más de 500 casos de barcos que manipularon sus sistemas de navegación satelital para ocultar sus ubicaciones. Los barcos realizaron el engaño gracias a una tecnología que hasta hace poco tiempo estaba reservada a las armadas más avanzadas del mundo. En esencia, la tecnología replica el efecto de una aplicación de VPN (sigla en inglés de red privada virtual) de un teléfono celular, la cual logra que un barco parezca estar en un lugar mientras físicamente está en otro.
Su uso ha incluido flotas pesqueras chinas que ocultan operaciones en aguas protegidas frente a América del Sur, buques petroleros que ocultan escalas en puertos petroleros iraníes, y portacontenedores que esconden viajes en el Medio Oriente. Un funcionario de inteligencia de Estados Unidos, quien habló sobre las evaluaciones confidenciales del gobierno bajo condición de anonimato, aseguró que esta táctica ya se había estado usando para el contrabando de armas y drogas.
Tras descubrir originalmente este fraude cerca de países bajo sanciones, Windward ha visto cómo se ha extendido desde entonces hasta lugares tan remotos como Australia y la Antártida.
“Es una nueva manera que tienen los barcos para transmitir una identidad completamente diferente”, afirmó Matan Peled, uno de los fundadores de Windward. “Las cosas se han desarrollado a una velocidad asombrosa y aterradora”.
Según una resolución marítima de las Naciones Unidas firmada por casi 200 naciones en 2015, todos los barcos grandes deben llevar y operar transpondedores satelitales, conocidos como sistemas de identificación automática (AIS, por su sigla en inglés), el cual transmite la identificación y los datos de posición de navegación de un barco. Los firmantes de la resolución, que incluyen prácticamente todas las naciones marítimas, están obligados según las reglas de la ONU a hacer cumplir estos lineamientos dentro de sus jurisdicciones.
La propagación de la manipulación de AIS muestra cuán fácil se ha vuelto subvertir su tecnología subyacente —el sistema de posicionamiento global (GPS, por su sigla en inglés)— el cual se utiliza en todo, desde teléfonos celulares hasta redes eléctricas, afirmó Dana Goward, ex alto funcionario de la Guardia Costera de Estados Unidos y presidente de Resilient Navigation and Timing Foundation, una organización de políticas sobre el GPS, ubicada en Virginia.
Los analistas y funcionarios de seguridad occidentales afirman que las sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea sobre las importaciones de energía rusa como resultado de la guerra en Ucrania podrían llevar al comercio de Rusia a la clandestinidad en los próximos meses, en los que ocultaría cargamentos incluso de bienes permitidos dentro y fuera del país. Una enorme economía sumergida corre el riesgo de escalar el fraude y la interferencia marítima a niveles inauditos.
Funcionarios de inteligencia de Estados Unidos confirmaron que la propagación de la manipulación de AIS es un problema de seguridad nacional cada vez mayor y una técnica común entre los países sancionados. Sin embargo, según los funcionarios, China también ha surgido en los últimos años como fuente de algunos de los ejemplos más sofisticados de manipulación de AIS. El país asiático hace grandes esfuerzos por ocultar las actividades ilegales de su enorme industria pesquera.
Windward es una de las compañías principales que proporciona datos de la industria del transporte marítimo a organizaciones internacionales, gobiernos e instituciones financieras, incluidas las Naciones Unidas, agencias gubernamentales de Estados Unidos, y bancos como HSBC, Société Générale y Danske Bank. Al menos un cliente, el organismo del Consejo de Seguridad de la ONU, el cual supervisa el cumplimiento de las sanciones impuestas a Corea del Norte, ha utilizado los datos de Windward para identificar barcos que violan las leyes internacionales.
La investigación de la compañía israelí ofrece un vistazo al funcionamiento interno de la industria de transporte marítimo, generalmente poco regulada y nada transparente.
Dror Salzman, gerente de productos de Windward, descubrió por primera vez un barco civil que transmitía un viaje falso a principios del año pasado, en Venezuela. Un buque petrolero llamado Berlina había estado transmitiendo un extraño patrón de deriva durante varias semanas justo afuera de las aguas del país sudamericano.
Los movimientos de inactividad no tenían sentido; mantener un buque de este tipo en el mar cuesta decenas de miles de dólares diarios. Además, el movimiento del Berlina desafiaba la física elemental, afirmó Salzman. El barco, en un punto, llegó a girar su cuerpo de 270 metros unos 180 grados en solo unos minutos; su ruta de deriva perfectamente recta desafiaba además los efectos de la marea y la rotación del planeta.
Estas anomalías no se le podían atribuir a una falla tecnológica. Debido a que las transmisiones AIS son compiladas por múltiples fuentes —entre ellas barcos cercanos, satélites y estaciones en tierra— los expertos afirman que tienden a rastrear los movimientos de un barco grande casi a la perfección, en especial en áreas de navegación concurridas como el Caribe.
De hecho, el Berlina no estaba ni cerca de su supuesta ubicación en ese momento. Estaba cargando petróleo en puerto José, al este de Venezuela, según Vortexa, otra compañía de datos de transporte marítimo que identificó el barco a través de avistamientos en el puerto y compartió sus hallazgos con Windward.
Estados Unidos es el único país que prohíbe realizar tratos con la compañía petrolera estatal de Venezuela, lo que significa que la transferencia de petróleo del Berlina no era ilegal en Venezuela o Chipre, lugar donde está registrado el barco. Pero debido al enorme papel de Washington en las finanzas globales, muchos barcos intentan ocultar su presencia en Venezuela para evitar ser condenados al ostracismo por los bancos, compañías de seguros y clientes.
Tras aprender a detectar falsos movimientos de barcos, los investigadores de Windward se dieron cuenta de que la tecnología estaba proliferando a la velocidad de la luz. “Lo que al principio parecía ser una práctica localizada, se ha expandido en poco tiempo a casi todas las regiones marítimas conocidas”, afirmó la compañía en un informe a finales del año pasado.
La propagación de la táctica fraudulenta podría mitigarse si las Naciones Unidas adoptaran protocolos de seguridad más estrictos para el software que es instalado en los transpondedores AIS por los fabricantes comerciales, afirmaron funcionarios marítimos y expertos en datos satelitales.
La tecnología para falsificar señales satelitales, ya sea desde el propio barco o desde una ubicación remota, ha existido desde hace décadas pero solía limitarse al uso militar, según Windward. Sin embargo, en los últimos dos años, los transpondedores AIS de grado militar, o al menos el software que replica sus efectos, al parecer han estado disponibles para la venta en el mercado negro y se han propagado rápidamente entre los comerciantes de bienes ilícitos y sancionados.
Lo más probable es que la guerra en Ucrania acelere su uso. Luego del comienzo de la invasión en febrero, la Administración Marítima del Departamento de Transporte de Estados Unidos reportó un incremento en los casos de manipulación e interferencia de AIS en el mar Negro, lo que coincidió con las afirmaciones de Estados Unidos y Ucrania de que Rusia estaba tratando de ocultar sus exportaciones de petróleo y de contrabandear granos ucranianos robados.
El Departamento de Transporte remitió las preguntas a la Guardia Costera de Estados Unidos, la cual confirmó un aumento en los casos reportados de manipulación de AIS.
Los funcionarios estadounidenses se negaron a explicar cómo reaccionarían ante la propagación de la técnica fraudulenta, por temor a exponer las operaciones de recaudación de inteligencia. Sin embargo, en el pasado, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos ha prohibido que los barcos hagan negocios con entidades estadounidenses, o incluso han confiscado su carga, por violar sanciones.