Borrar tu rastreador de ciclo menstrual no te protegerá

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Especial para Infobae de The New York Times.

En mayo de 1972, la policía de Chicago llevó a cabo una redada en una torre de apartamentos en donde un grupo llamado Jane Collective ofrecía abortos. Un año más tarde, la decisión de la Corte Suprema en el caso Roe v. Wade les otorgó a las mujeres el derecho constitucional de decidir si querían dar a luz, pero, en ese momento, el aborto era un delito en Illinois.

Siete mujeres fueron arrestadas, dos de las cuales tenían el nombre y la dirección de varias pacientes en fichas de archivo dentro de su bolso. Según una historia escrita por una integrante de esa agrupación, “The Story of Jane”, las mujeres destruyeron las tarjetas en la camioneta de la policía durante el trayecto a la estación; las hicieron pedazos e incluso ingirieron algunos de ellos. No sabían qué podría hacer la policía con esa información, así que se deshicieron de ella.

Cincuenta años más tarde, la Corte Suprema ha anulado la decisión de Roe. Los abortos quedarán prohibidos o se les impondrán límites estrictos en gran parte del país. El problema es que ahora, debido a la huella digital que todos dejamos en la era tecnológica moderna, será mucho más difícil ocultar información incriminatoria sobre la decisión de ponerle fin a un embarazo.

Cuando una versión preliminar de la decisión del tribunal se filtró en mayo y, después, cuando el fallo se hizo oficial la semana pasada, las personas comenzaron a hablar sobre estos rastros digitales, específicamente sobre la información que millones de mujeres comparten de su ciclo menstrual en aplicaciones de rastreo. El consejo instintivo fue sencillo y directo: hay que borrarlas todas. De inmediato.

“Borren esas aplicaciones de fertilidad ya”, escribió en un tuit Gina Neff, socióloga y directora del Centro Minderoo para la Tecnología y la Democracia en la Universidad de Cambridge. En una entrevista por Zoom, Neff explicó que las aplicaciones contienen “información importante sobre decisiones reproductivas que ahora constituye una amenaza”.

Estas aplicaciones les permiten a las usuarias registrar las fechas de su ciclo menstrual y recibir predicciones acerca de los periodos en que ovulan y son más fértiles. Además, las aplicaciones pueden funcionar como diarios digitales de la actividad sexual, los métodos de control natal y los intentos de concebir. Algunas mujeres utilizan estas aplicaciones cuando intentan embarazarse y otras para evitar embarazarse; otras tantas las utilizan sencillamente para saber cuándo será su siguiente periodo.

Al parecer, las exhortaciones a deshacerse de estas aplicaciones han tenido el efecto opuesto. Según Data.ai, plataforma que monitorea la actividad en las tiendas de aplicaciones, las descargas de aplicaciones para el rastreo del ciclo menstrual aumentaron al doble desde la anulación de Roe, en comparación con las descargas semanales promedio de los tres meses anteriores.

Las más buscadas han sido Clue y Stardust, una aplicación de rastreo poco conocida que hace sus cálculos con base en la astronomía. Ambas empresas se han comprometido en público a proteger sus datos tras la decisión de la Corte Suprema. Una vocera de Clue señaló que la empresa, cuyas oficinas se encuentran en Europa, no responderá a las solicitudes de información sobre la salud de sus usuarias que reciba de las autoridades estadounidenses.

Aunque las aplicaciones de rastreo del ciclo menstrual parecen una fuente de información obvia para identificar decisiones de salud reproductiva, algunos expertos advierten que es más probable que otro tipo de información digital ponga en riesgo a las mujeres. Cynthia Conti-Cook, abogada especializada en derechos civiles e investigadora del campo de tecnología en la Fundación Ford, realizó un trabajo de investigación sobre los procedimientos legales interpuestos en contra de personas embarazadas acusadas de feticidio o de poner en riesgo la vida del feto, y presentó una clasificación de las pruebas digitales utilizadas en su contra en un artículo académico que publicó en 2020.

Deberíamos empezar por los tipos de datos que ya se han utilizado para criminalizar a las personas”, subrayó Conti-Cook, quien trabajó en el despacho de un defensor público en Nueva York. “El texto que le enviaste a tu hermana en el que le dices: ‘Expletivo, estoy embarazada’. El historial de búsquedas de pastillas abortivas o las visitas a sitios web con información sobre el aborto”.

Uno de los casos que resaltó Conti-Cook fue el de Latice Fisher, una mujer originaria de Misisipi a quien se acusó de asesinato en segundo grado tras dar a luz a una criatura muerta en su casa en 2017. Según noticias locales, los investigadores descargaron el contenido de su teléfono, incluido el historial de búsquedas en internet, y ella “admitió haber realizado búsquedas en internet sobre cómo inducir un aborto natural” y cómo comprar en línea medicamentos para interrumpir el embarazo, como mifepristona y misoprostol. En vista de que el caso en contra de Fisher generó gran atención pública, los fiscales desistieron.

En otro caso, en Indiana, se utilizaron algunos mensajes de texto enviados a una amiga en los que se hablaba de tomar pastillas abortivas en una etapa avanzada del embarazo para condenar a Purvi Patel, quien apeló la decisión con éxito y logró que se redujera su sentencia de 20 años por feticidio y descuido de un dependiente.

“Esos mensajes de texto, esos sitios web visitados, esas búsquedas en Google son el tipo exacto de prueba de intencionalidad que los fiscales quieren para reunir evidencia”, comentó Conti-Cook.

Los investigadores también podrían llegar a utilizar los datos sobre la ubicación de un teléfono móvil si los estados aprueban leyes que les prohíban a las mujeres viajar a áreas en que el aborto es legal. La información sobre los movimientos de las personas que recopilan las aplicaciones de sus teléfonos se vende con regularidad a través de corredores de datos.

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