Especial para Infobae de The New York Times.
Andy García sigue creyendo en la promesa estadounidense de prosperidad para todos. “Si vienes aquí y trabajas arduamente, hay un futuro para ti”, comentó. “Siempre habrá obstáculos, pero la oportunidad está ahí”.
En más de un sentido, García, de 66 años y nacido en Cuba, entiende la visión del mundo de Billy Herrera, el patriarca que interpreta en la nueva versión de “El padre de la novia” enfocada en los latinos, que se emite en HBO Max. La conmovedora reinterpretación hace énfasis en la difícil situación generacional a la que se enfrentan los inmigrantes y sus hijos nacidos en Estados Unidos cuando intentan comunicarse entre sí. La comedia, del director Gaz Alazraki y el guionista Matt López, también consigue evitar la representación de los latinos como un monolito.
En su papel protagonista más reciente, el actor veterano, mejor conocido por sus papeles en “Los intocables”, “El padrino: parte III” y “La gran estafa”, interpreta a un orgulloso arquitecto cubano que salió adelante por sí mismo, cuya hija mayor está a punto de casarse con su novio mexicano.
Al mismo tiempo, la esposa de Herrera, Ingrid, interpretada por la cantante Gloria Estefan (amiga de García desde hace mucho tiempo y también exiliada cubana), anuncia que quiere el divorcio, lo que lleva a Billy a reexaminar sus inflexibles creencias sobre la masculinidad, la ética del trabajo y el matrimonio.
Durante una reciente tarde soleada en un club de golf en el barrio de Toluca Lake, en Los Ángeles, García lucía un apropiado aspecto casual elegante con una camisa azul claro de botones y pantalones beige. En ocasiones, al aderezar sus anécdotas con palabras en español, habló sobre las ideas de su padre sobre su profesión, sobre abrirse camino antes de que la inclusión fuera una prioridad de Hollywood y permanecer vigente en la industria del entretenimiento. A continuación, fragmentos de nuestra conversación.
P: Lograste tener un éxito sustancial mucho antes de que las conversaciones sobre representación fueran tan prominentes como lo son en la actualidad. ¿Cómo fue el inicio de tu carrera?
R: Era muy difícil para alguien con apellido hispano porque nunca te consideraban. Hubo excepciones a la regla como Raul Julia y José Ferrer antes que él. Pero para las personas que no estaban establecidas, era muy difícil ser considerado para otra cosa que no fuera un papel de hispano. Cuando comencé en el 78, solo había cinco estudios, tres cadenas y PBS; no había televisión por cable. Te encasillaban y los papeles que escribían para los hispanos eran sobre todo de pandilleros y sirvientas. Pero no me iban a considerar para los papeles de pandillero porque no estaba físicamente bien: en sus mentes los pandilleros solo eran chicanos, en el caso de Los Ángeles.
P: ¿Cuándo sentiste que estabas comenzando a abrirte camino a pesar de los obstáculos?
R: Tuve la suerte de empezar a trabajar porque era miembro de un grupo de teatro de improvisación. Los directores de audiciones me veían allí y lograba ser elegido para algún proyecto u otro. Pero fue muy difícil ponerlo en marcha. Llevó mucho tiempo, del 78 al 85, obtener un papel que fuera parte integral de la historia. Cuando me dieron un papel en “Los intocables” (1987), ya no tenía que trabajar como mesero. Antes de eso, también estaba trabajando en grupos “walla”, que proporcionan todos los diálogos incidentales en las películas. Ese fue mi primer trabajo después de ser mesero. Gracias a eso le compré pañales a mi único hijo en ese entonces.
P: ¿Tus padres te alentaban o se preocuparon por tus decisiones?
R: A mi padre le preocupaba mucho que dejara el negocio familiar [de fragancias], en el que había trabajado toda mi vida y que estaba creciendo rápidamente. Como abogado de oficio y agricultor que trabajó duro toda su vida para darles oportunidades a sus hijos y entrenar a sus hijos para hacerse cargo del negocio, fue muy difícil para él ver que yo me estaba yendo en otra dirección.
No es que no me apoyara, pero sé que luchó con la preocupación porque no entendía qué era esa industria. No fue así con mis hijos. Tengo dos hijas que son actrices. Crecieron en este negocio. Entienden las trampas.
Mi padre no tenía idea del negocio del entretenimiento ni de la actuación. Para él, un actor era Humphrey Bogart o Clark Gable. Estoy seguro de que pensó: “Amo a mi hijo, pero él no es Humphrey Bogart” [Risas]. Mi madre, por otro lado, decía: “Ve y vuela. Si te rompes un ala, vuelve a sanar y luego decide”. Ella era más imprudente.
P: Hay una escena en “El padre de la novia” en la que tu personaje y Gloria hablan sobre la dificultad de transmitir el idioma nativo, el español, a los hijos nacidos en Estados Unidos. ¿Te identificaste personalmente con ese diálogo?
R: Sí. Al crecer, hablábamos español en casa, pero también crecimos en Miami, donde todos hablaban español. A mis hijos les ha costado más porque no importa cuánto español hablemos, siempre prefieren el inglés debido al entorno. Se vuelven más estadounidenses. Pueden entenderlo y hablarlo, pero no lo hablan con tanta fluidez. Si no lo hablas todos los días y no lo practicas, el idioma se atrofia. Nosotros, como padres, tenemos la misma culpa por no inculcarlo tanto como deberíamos, porque caemos en el patrón de hablar inglés. Probablemente, podríamos estar haciendo esta entrevista en español, pero estamos hablando en inglés.
P: ¿Te has convertido en el padre de la novia en tu propia familia?
R: Dos de mis hijas se van a casar. [Hubo] una boda el 11 de junio; luego, la película, y tengo otra boda el 9 de julio. Soy el padre de la novia tres veces en 30 días. Cuando vimos la película juntos, mi hija menor dijo: “Papá, no te pareces en nada a ese tipo de la película”. Y yo le dije: “¿En serio?”. Esa fue su impresión.
P: ¿Estás de acuerdo con ella o Billy y su mentalidad te recuerdan a ti mismo?
R: Es una amalgama de todas las personas que he conocido, incluyéndome a mí, y las tradiciones de las personas que provienen de un entorno conservador. Hay una psique que tienen las poblaciones inmigrantes; en nuestro caso somos exiliados políticos, que venimos a este país con un entendimiento básico de que es un lugar, con todos sus defectos y puntos negativos, donde eres libre para expresarte y perseguir tus sueños. Huimos, con mis padres, como huyen muchos cubanos hasta hoy, a buscar libertad y oportunidades para sus familias. Y cuando vienes aquí, tienes cierta responsabilidad de honrar esa libertad y tener una ética de trabajo sólida y mejorarte a ti mismo y a tu familia. Eso prevalece en todas las historias de inmigrantes.
P: Es una carga pesada.
R: Mi hermano René y yo siempre bromeamos acerca de que, como venimos de esta situación en la que le quitaron todo a nuestra familia en Cuba, hay una parte de nosotros que siempre dice: “Tenemos que trabajar duro y ahorrar porque un día” van a venir y quitarnos todo de nuevo. Todos tenemos esos puntos de activación subconscientemente que se convierten en patrones de comportamiento. Están arraigados en ti desde la infancia dependiendo de tu recorrido en la vida.
P: ¿Anhelas volver a Cuba?
R: Todos los días.
P: ¿Consideraste alguna vez visitar el país después de que el gobierno de Barack Obama relajó las restricciones de viaje a la isla para los ciudadanos estadounidenses en 2015?
R: No. Es como preguntarle a un judío si volvería a la Alemania nazi. Todo el mundo tiene su propia razón personal para ir y no juzgo. Pero he sido crítico con ese régimen; si fuera, lo usarían para decir: “Mira, él cree que estamos haciendo lo correcto. Está aquí de vacaciones”. No nos permitirán entrar allí para hacer un concierto y decir lo que pienso. Pero sí regresé a la base naval de la bahía de Guantánamo con Gloria y Emilio [Estefan]. Hicimos un concierto para los balseros [refugiados cubanos] en 1995. En ese momento, había alrededor de 16.000 balseros en un campamento provisional.
Una vez la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana nos invitó —en ese momento, no había una embajada allí— a mostrar mi película “La ciudad perdida” [su película de 2006 ambientada en Cuba]. Dije: “¿Pueden garantizar mi seguridad?”. Respondieron: “No podemos”. Y contesté: “Gracias por la invitación”. Pero conozco a muchas personas que han ido a Cuba y que están en el ojo público. Los cubanos que se han ido están vigilados. Hay gente del gobierno que los sigue.
P: Eres un intérprete prolífico, con papeles principales como en “El padre de la novia”, así como numerosos papeles secundarios. ¿Cuál es tu filosofía sobre la longevidad?
R: Una vez tuve una conversación con Tom Hanks en un evento. Estábamos hablando sobre el negocio y dije: “Tom, solo quiero seguir en el menú”. Cuando abras la carta, déjame ser una de las opciones: un aperitivo o un plato principal. Si puedes permanecer en el menú; entonces, puedes mantener a tu familia y explorar tu arte. Si estás fuera de él, es difícil que vuelvan a ordenar ese platillo. Si tienes suerte, puedes ser el sabor del mes por un momento, pero luego debes mantenerte en el menú. Si logras estar vigente a largo plazo, tendrás una obra formada.