Do Kwon, un emprendedor fanfarrón de Corea del Sur, llamó “mi invento más grandioso” a la criptomoneda que creó en 2018. En un sinfín de tuits y entrevistas, Kwon proclamó el potencial que tenía la divisa, Luna, para cambiar el mundo y consiguió una banda de inversionistas y defensores a los que se refería con orgullo como “lunáticos”.
La empresa de Kwon, Terraform Labs, recaudó más de 200 millones de dólares de firmas de inversión como Lightspeed Venture Partners y Galaxy Digital para financiar criptoproyectos creados con la divisa, aunque sus críticos cuestionaran sus fundamentos tecnológicos. El valor total de Luna se infló a más de 40.000 millones de dólares y creó un frenesí de emoción que sobrecogió a operadores intradía y fundadores de empresas emergentes, así como a inversionistas acaudalados.
Kwon desestimó las inquietudes con una burla: “No debato con los pobres”.
Sin embargo, la semana pasada, Luna y otra divisa que desarrolló Kwon, TerraUSD, sufrieron un colapso espectacular. Sus fracasos tuvieron un efecto dominó en el resto del mercado de las criptomonedas que desplomó el precio del bitcoin y aceleró una pérdida de valor de 300.000 millones de dólares en toda la criptoeconomía. Esta semana, el precio de Luna permaneció cerca de cero, mientras que TerraUSD siguió en picada.
La caída de Luna y TerraUSD ofrece un caso de estudio sobre la euforia en torno a las criptomonedas y quién es el culpable cuando todo se viene abajo. El ascenso de Kwon se dio gracias a respetados financieros que estuvieron dispuestos a respaldar productos financieros altamente especulativos. Algunos de esos inversionistas vendieron hace tiempo sus monedas Luna y TerraUSD y cosecharon ganancias significativas, mientras que los operadores minoristas ahora luchan con pérdidas devastadoras.
Pantera Capital, un fondo de cobertura que invirtió en los proyectos de Kwon, ganó unas cien veces más de lo que invirtió en un inicio después de vender cerca del 80 por ciento de sus tenencias de Luna en el transcurso del último año, comentó Paul Veradittakit, un inversionista en la firma.
Pantera convirtió 1,7 millones de dólares en unos 170 millones de dólares. El colapso reciente fue “desafortunado”, opinó Veradittakit. “Muchos inversionistas minoristas han perdido dinero. Estoy seguro de que también han perdido muchos inversionistas institucionales”.
Kathleen Breitman, fundadora de la criptoplataforma Tezos, comentó que el auge y la caída de Luna y TerraUSD se debió al comportamiento irresponsable de las instituciones que respaldaban a Kwon. “Fueron un montón de personas que querían comerciar con sus reputaciones para ganar dinero rápido”, mencionó. Ahora, agregó Breitman, “intentan consolar a la gente que está viendo cómo sus ahorros desaparecen debajo de sus narices. No hay ninguna defensa para eso”.
Kwon, de 30 años y egresado de la Universidad de Stanford, fundó Terraforma Labs en 2018 después de pasar temporadas como ingeniero de software en Microsoft y Apple (tenía un socio, Daniel Shin, quien luego dejó la empresa). Su empresa aseguraba que estaba creando un “sistema financiero moderno” en el cual los usuarios podrían realizar transacciones complicadas sin depender de bancos y otros intermediarios.
Shin y Kwon comenzaron a promover la divisa Luna en 2018. En 2020, Terraforma comenzó a ofrecer TerraUSD, una divisa conocida como moneda estable, un tipo de criptodivisa diseñada para servir como un medio confiable de intercambio. Las monedas estables suelen estar vinculadas con un activo estable como el dólar estadounidense y se supone que su valor no fluctúa como otras criptomonedas. Los operadores a menudo usan las monedas estables para comprar y vender otros activos más riesgosos.
Sin embargo, TerraUSD era riesgosa incluso para los estándares de la criptotecnología experimental. A diferencia de la popular moneda estable Tether, TerraUSD no tenía un respaldo en efectivo, títulos de deuda ni otros activos tradicionales. En cambio, su supuesta estabilidad provenía de algoritmos que vinculaban su valor con Luna. Kwon utilizaba las dos monedas relacionadas como la base para proyectos de préstamos y créditos más elaborados en el turbio mundo de las finanzas descentralizadas (DeFi, por su abreviatura en inglés).
Desde el principio, los criptoexpertos fueron escépticos de que un algoritmo pudiera mantener estables las criptomonedas gemelas de Kwon. En 2018, un informe oficial que describía la propuesta de la moneda estable llegó al escritorio de Cyrus Younessi, un analista de la firma de criptoinversiones Scalar Capital. Younessi le envió una nota a su jefe en la que le explicaba que el proyecto podría entrar en una “espiral de la muerte” en la cual un colapso en el precio de Luna hundiría también a la moneda estable.
“Pensé: ‘Es una locura’”, dijo Younessi en una entrevista. “Sin duda esto no funciona”.
Cuando Luna se puso de moda, sus detractores alzaron más la voz. Charles Cascarilla, un cofundador de Paxos, una empresa de la cadena de bloques que ofrece una moneda estable rival, cuestionó la tecnología subyacente de Luna en una entrevista del año pasado (Kwon respondió burlándose de él en Twitter: “¿Qué diablos es Paxos?”). Kevin Zhou, un gerente de fondos de cobertura, predijo en repetidas ocasiones que las dos monedas iban a colapsar.
Sin embargo, de todas formas, llovieron a cántaros las inversiones de riesgo para financiar proyectos basados en la tecnología subyacente de Luna, como servicios para que la gente intercambiara criptomonedas o tomara y extendiera préstamos en TerraUSD. Los inversionistas, entre ellos Arrington Capital y Coinbase Ventures, destinaron más de 200 millones de dólares entre 2018 y 2021, según PitchBook, firma que monitorea los financiamientos.
En abril, el precio de Luna aumentó a un máximo de 116 dólares en comparación con su precio de menos de 1 dólar a inicios de 2021, lo cual creó toda una generación de criptomillonarios. Una comunidad de inversionistas minoristas se organizó en torno a la moneda, elogiando a Kwon como un héroe de culto. Mike Novogratz, director ejecutivo de Galaxy Digital, una empresa que invirtió en Terraforma Labs, anunció su apoyo haciéndose un tatuaje relacionado con Luna.
Kwon, quien opera desde Corea del Sur y Singapur, se regodeó en redes sociales. En abril, Kwon anunció con un tuit que le había puesto Luna a su recién nacida: “Mi creación más preciada lleva el nombre de mi invento más grandioso”.
“Es el culto a la personalidad —la actitud grandilocuente y arrogante de Do Kwon– lo que succiona la atención de la gente”, opinó Brad Nickel, presentador del pódcast sobre criptomonedas “Mission: DeFi”.
Martin Baumann, cofundador de CMCC Global, una firma de capital de riesgo con sede en Hong Kong, comentó que su empresa vendió sus tenencias en marzo, a más o menos 100 dólares por moneda. “Cada vez nos preocupábamos más, tanto del aspecto tecnológico como del regulatorio”, mencionó Baumann en un correo electrónico (CMCC y Hack VC se rehusaron a comentar sobre sus ganancias).
Incluso Kwon aludió a la posibilidad de un colapso, al burlarse en público de que algunos de los criptoemprendimientos podrían irse a pique en algún momento. Kwon señaló que le parecía “entretenido” observar cómo se derrumbaban las empresas.
La semana pasada, la caída de los precios de las criptomonedas se combinó con tendencias económicas complejas para crear pánico en los mercados. El precio de Luna cayó casi a cero. Como lo habían predicho sus críticos, el precio de TerraUSD colapsó al mismo tiempo y cayó de su vínculo de 1 dólar hasta 11 centavos de dólar esta semana. En cuestión de días, el criptoecosistema que Kwon había construido en esencia perdió todo su valor.
“Estoy desconsolado por el dolor que mi invento les ha producido a todos”, tuiteó Kwon la semana pasada.
Algunos de los principales inversionistas de Kwon han perdido dinero. Changpeng Zhao, director ejecutivo de la criptobolsa Binance, la cual invirtió en Terraform Labs, comentó que su firma había comprado 3 millones de dólares en Luna, una cantidad que alcanzó un valor máximo de 1.600 millones de dólares. Sin embargo, Binance nunca vendió sus monedas. En la actualidad, sus tenencias de Luna valen menos de 3000 dólares.
Esa pérdida sigue siendo apenas una gota en un balde de agua para una empresa tan grande como Binance, cuya división en Estados Unidos está valuada en 4500 millones de dólares.
“La mayoría de las firmas de capital de riesgo tienen a los analistas necesarios para evaluar estos asuntos”, comentó Nickel. “Seguramente supusieron que podían cobrar a costa de los inversionistas minoristas”.
En cambio, los operadores comunes han sentido buena parte de la aflicción que produjo el colapso. En un foro de Reddit para evangelistas de Luna, los usuarios compartieron listas de líneas telefónicas para prevención del suicidio, pues hubo gente que invirtió sus ahorros en Luna o TerraUSD y expresó que había perdido la esperanza.
© The New York Times 2022