Especial para Infobae de The New York Times.
(Square Feet)
Cuando Melissa Pancoast mudó su empresa emergente de educación financiera, The Beans, a una oficina de WeWork en la Salesforce Tower en San Francisco en mayo pasado, la mayoría de las oficinas alrededor de la suya estaban rentadas, pero desocupadas.
Conforme aumentaban las tasas de vacunación y San Francisco contemplaba levantar las restricciones de la pandemia, sus vecinos comenzaron a volver. El calendario social de Pancoast de pronto se llenó de viajes en bicicleta y citas para tomar café con otros fundadores de empresas emergentes que conoció en el edificio.
En la actualidad, el espacio de trabajo compartido está a reventar. “Las cabinas y las salas de conferencia se han vuelto productos básicos valiosos”, opinó Pancoast.
Pancoast es una de 1100 miembros en el sitio de 7100 metros cuadrados de WeWork, el cual tiene tres pisos con vistas panorámicas de la bahía de San Francisco. Entre sus vecinos se encuentran empresas emergentes que producen software empresarial, herramientas de reclutamiento en línea para ingenieros y sistemas de bases de datos de código abierto.
Y hay nuevos miembros ansiosos por sumarse. La mayoría de las oficinas tiene lista de espera y se suelen agotar las reservaciones diarias para los escritorios —los espacios libres que pueden ocupar los miembros de WeWork que no tienen espacios exclusivos de oficina—, comentó WeWork. Esto significa un aumento en comparación con el 46 por ciento de ocupación en todos los locales de WeWork en San Francisco en diciembre de 2020.
La demanda de WeWork en la Salesforce Tower es un indicador de la manera en que las empresas emergentes han comenzado a regresar a las oficinas en el área de la bahía. En vez de ir a oficinas tradicionales, están optando por espacios flexibles de trabajo compartido, donde puedan firmar contratos de arrendamiento a corto plazo o usar los espacios comunes cuando sea necesario. Esos espacios de oficinas compartidas ahora están a reventar.
El anhelado regreso a la oficina está coincidiendo con un panorama de empresas emergentes que está mostrando señales de titubeo, después de dos años de obtener un libre flujo de capital de riesgo y valuaciones exorbitantes. Las acciones del sector tecnológico se han hundido, las tasas de interés han aumentado y la convulsión geopolítica ha contribuido a un sentimiento generalizado de incertidumbre.
En tiempos de incertidumbre —mientras las empresas emergentes experimentan un crecimiento tremendo, a sabiendas de que el grifo del financiamiento se podría cerrar—, los arrendamientos a corto plazo son más atractivos que nunca. Las empresas emergentes se están agolpando en espacios como WeWork, la cadena nacional, así como en empresas más pequeñas de espacios compartidos de trabajo con diseños más elaborados como Canopy, con sede en San Francisco, e Industrious, con sede en Nueva York.
Sin embargo, para muchos espacios de trabajo compartido, en especial durante la pandemia, los modelos de arrendamiento a corto plazo que les parecen atractivos a las empresas emergentes a veces pueden presentar riesgos.
En el distrito de la Misión en San Francisco, un espacio de trabajo compartido que tuvo la desgracia de ser fundado con el nombre de Covo perdió el 94 por ciento de su actividad en los primeros meses de la pandemia. Para octubre de 2020, había cerrado.
En mayo pasado, los fundadores lo intentaron de nuevo. Reabrieron con un nombre nuevo, Trellis, y un nuevo modelo de negocio. En lugar de una renta tradicional, negociaron un modelo para compartir ingresos con el arrendador. Trellis pagaría un pago mensual mínimo mucho menor al de su renta previa y el arrendador recibiría una tajada del ingreso para así compartir las ganancias y el riesgo potenciales.
“Antes el arrendador no corría ningún riesgo, se arriesgaba el arrendatario”, comentó Rebecca Pan, cofundadora de Trellis. “Cuando les pedíamos eso, decían: ‘¿Por qué haría eso? No necesito correr ese riesgo’. La pandemia ha cambiado bastante esa mentalidad”.
Otros espacios de trabajo compartido habían utilizado un modelo de negocio de ingresos compartidos desde antes de la pandemia. Entre ellos, había espacios independientes como Port Workspaces, con dos locales en Oakland, California, y Blankspaces, con varios locales en el sur de California. Cadenas como Industrious y Common Desk —esta última accedió a ser adquirida por WeWork este año— también han adoptado estructuras de ingresos compartidos.
La misma WeWork, tal vez la empresa de trabajo compartido más célebre por las razones equivocadas, adoptó una estrategia distinta: el otoño pasado, la empresa comenzó a cotizar en los mercados públicos, dos años después de haber abortado una oferta pública inicial.
El jueves, WeWork reportó una pérdida de 435 millones de dólares en los primeros tres meses de 2022. La empresa señaló que en el primer trimestre se habían inscrito 501.000 miembros, un incremento de más de 100.000 en comparación con el mismo periodo del año pasado, pero aún menos que antes de la pandemia.
La orden inicial de quedarse en casa en el área de la bahía, en marzo de 2020, provocó que muchos miembros de WeWork dejaran de asistir a los espacios de oficina, comentó la empresa. El edificio se mantuvo abierto para empresas esenciales, pero la asistencia cayó y algunas empresas combinaron sus membresías de WeWork.
En octubre de 2020, Merge, una empresa emergente que desarrolla software empresarial para recursos humanos, nóminas y contabilidad, fue una de las primeras empresas en regresar a un local de WeWork en la calle Montgomery, a unas cuadras de la Salesforce Tower. En ese momento, la empresa —fundada apenas unos meses antes— estaba compuesta por dos fundadores y un ingeniero, su primer empleado. Tras sentirse encerrados en casa, los tres estaban ansiosos de trabajar juntos en persona y se sintieron cómodos de integrarse a sus burbujas contra la COVID-19.
“Éramos los únicos en la oficina”, comentó Gil Feig, uno de los fundadores.
En febrero de 2021, Merge se mudó a la Salesforce Tower, en busca de un espacio más grande de oficinas, pues la empresa se había expandido. La ocupación en ese local comenzó a recuperarse poco a poco ese mes antes de aumentar a mayor velocidad cuando se generalizó la disponibilidad de citas para vacunarse contra la COVID-19 en mayo de 2021, mencionó WeWork.
The Beans fue parte de esa ola, comentó Pancoast. Ya había señales de que se estaba recuperando el interés en los espacios de trabajo compartido; Pancoast se aferró de la última oficina del tamaño de su empresa, mencionó.
Sin embargo, en el ajustado mercado laboral del sector tecnológico, el plan de regreso a la oficina puede ser un factor decisivo para los posibles empleados. Y no todo el mundo está emocionado de volver a un cubículo.
“Algunas personas con las que he hablado se mueren por regresar a la oficina, pero en muchas respuestas me dicen que no contemplarán una oferta sin una opción remota total”, comentó Abigail Lovegrove, reclutadora de Collective Search, una firma de reclutamiento, quien trabaja en el local de WeWork de la Salesforce Tower.