Especial para Infobae de The New York Times.
En 2012, las autoridades del estado de Chiapas, en el sur de México, entraron en una cueva oscura y se encontraron con un espectáculo horrible: casi 150 cráneos esparcidos por el suelo, a los que les faltaban dientes y tenían trozos de hueso destrozados.
La policía inició una investigación, creyendo que se trataba de la escena de un crimen de migrantes muertos cerca de la frontera con Guatemala, donde la violencia de las pandillas es habitual.
En efecto, era la escena de un crimen. Solo que no se trataba de uno reciente.
La semana pasada, diez años después del descubrimiento, las autoridades señalaron mediante un comunicado que habían determinado que los cráneos eran de asesinatos en sacrificio entre los años 900 y 1200 d. C.
“Ya hemos obtenido mucha información”, comentó Javier Montes de Paz, arqueólogo que analizó los huesos, en una conferencia de prensa el 11 de abril. “Pero también es importante preguntarse qué hacían esos cráneos en esa cueva”.
Los investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) analizaron las marcas en los huesos y determinaron que las muertes habían ocurrido hace siglos. Ese tipo de marcas solo aparecerían después de haber pasado “muchísimo tiempo”, aseguró Montes de Paz.
Los investigadores descubrieron que las víctimas habían sido decapitadas, que la mayoría de los huesos eran de víctimas mujeres y que a todas les faltaban dientes, aunque no estaba claro si se los habían extraído antes o después de la muerte, agregó Montes de Paz.
Los investigadores también encontraron restos óseos de tres niños.
La pila de huesos prehispánicos en la cueva de Comalapa era probablemente un tzompantli, un altar para adorar a los dioses que se parecería a un estante de trofeos moderno, con cráneos colocados en palos de madera alineados, explicó Montes de Paz. Prácticas similares eran comunes en las civilizaciones maya, azteca y otras mesoamericanas, según la revista Smithsonian.
El material de madera “desapareció con el tiempo y pudo haber colapsado los cráneos”, añadió Montes de Paz.
Los investigadores de la cueva también encontraron palos de madera alineados, otro indicio de un tzompantli, según un comunicado del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Aunque los investigadores aún no han concluido su estudio, Montes de Paz aseguró que lo más probable es que varias comunidades mesoamericanas utilizaran la cueva. Sus dos entradas eran tan empinadas que los investigadores tuvieron que utilizar una escalera para entrar.
No está claro cómo se encontraron los cráneos hace una década ni quién lo hizo. Las autoridades afirmaron en un comunicado que una “denuncia” las había alertado del descubrimiento en la localidad de Carrizal, en el municipio de Frontera Comalapa. El Instituto Nacional de Antropología e Historia no respondió a las preguntas enviadas por correo electrónico el miércoles.
Los antropólogos que estudian los cráneos encontraron otros fragmentos óseos en el lugar, incluyendo un fémur y piezas de brazos. Sin embargo, no se han encontrado cuerpos intactos, aclaró Montes de Paz.
La invasión española se produjo en el siglo XVI. Según la revista Smithsonian, cuando los españoles llegaron, los rituales los asustaban.
Sin embargo, los sacrificios parecen haber sido comunes en Chiapas. El Instituto Nacional de Antropología e Historia añadió que, en la década de 1980, unos antropólogos exploraron la Cueva de las Banquetas y encontraron 124 cráneos que no tenían dientes. En 1993, exploradores mexicanos y franceses en Ocozocoautla viajaron a la Cueva Tapesco del Diablo, otra cueva con cinco cráneos en su interior.
Montes de Paz dijo que su equipo estaba ansioso por seguir explorando la cueva de Comalapa pronto.
Si la gente visita estos sitios en el futuro y ve cráneos, sugirió, no deben “tocar ni recoger nada”. De lo contrario, podrían afectar la integridad arqueológica del yacimiento. Las personas que encontraron los cráneos en Chiapas en 2012 tocaron accidentalmente algunos de los huesos, relató. “Se afecta la historia”, dijo. “Y se pierde mucha información”.
Aun así, cree que después de más análisis, la historia de los cráneos podría ser contada por completo.