Vivía con su madre enferma y nunca tuvo un trabajo fijo. No tenía ninguna fuente de ingresos evidente y, según su tío, incluso se registró para recibir subsidios de asistencia social como cuidador merecedor de la ayuda del Estado.
Sin embargo, Bohus Garbar, con poca suerte y de poco más de 50 años, se las arregló para donar miles de euros a partidos políticos de extrema derecha afines al Kremlin en Eslovaquia. También trabajó voluntariamente como colaborador de un sitio web antisistema famoso por reciclar propaganda rusa.
Su familia y amigos están desconcertados.
“Definitivamente, no se encontraba en condiciones de apoyar a ningún partido político”, afirmó el tío de Garbar, Bohuslav Garbar, un programador informático jubilado de la ciudad natal de la familia, Kosice, a 80 kilómetros de la frontera oriental de Eslovaquia con Ucrania.
Un video de vigilancia del servicio de seguridad eslovaco, difundido a principios de marzo, proporciona al menos el comienzo de una explicación: ahí se puede ver a su sobrino recibiendo instrucciones y dos billetes de 500 euros, una pequeña parte de lo que, según las autoridades, eran decenas de miles de euros en pagos, de un oficial de la inteligencia militar rusa que se hacía pasar por diplomático en la embajada de Moscú en Bratislava, la capital eslovaca.
“Le dije a Moscú que eres un buen chico”, se oye decir al espía ruso, Sergei Solomasov, a su recluta eslovaco, antes de explicar que a Moscú le gustaría que Bohus Garbar actuara como “cazador” en busca de personas influyentes dispuestas a cooperar con Rusia.
Durante años, las agencias de inteligencia europeas han alertado sobre las actividades clandestinas de los espías rusos, mientras se mostraban recelosos de quienes eran partidarios de Rusia y de su presidente, Vladimir Putin. Moscú ha dicho una y otra vez que se trata de “rusofobia” paranoica, que es su respuesta a casi todas las críticas extranjeras.
Sin embargo, la invasión de Ucrania, acompañada de un aluvión de mentiras evidentes, dio la razón a las más oscuras sospechas occidentales y aceleró los esfuerzos por acabar de raíz con las redes ocultas de espías y sus reclutas.
Eslovaquia, una pequeña nación eslava con un gobierno muy prooccidental, pero también con grandes reservas de genuina simpatía hacia Rusia, muestra en un microcosmos cómo el Kremlin ha tratado de ganar influencia y sembrar discordia en la antigua franja comunista de Europa del Este mediante el uso de espías, ayudantes pagados, nacionalistas de extrema derecha y medios de comunicación que desinforman.
“Siempre sospechamos que esto ocurría, pero ahora tenemos evidencia”, comentó Daniel Milo, director de una unidad del Ministerio del Interior eslovaco encargada de vigilar y contrarrestar la desinformación. “Este es un claro ejemplo de cómo operan los rusos”.
Garbar, añadió, “es solo la punta del iceberg. Todavía no sabemos cuántos otros Garbars andan sueltos por ahí”.
El año pasado, la agencia de inteligencia militar de Eslovaquia grabó el video de la cita de Garbar con Solomasov, el espía ruso, como parte de una larga investigación. Solomasov fue expulsado del país a principios del mes pasado, al igual que más de 30 diplomáticos rusos expulsados hace poco de Bratislava, así como muchos más de otras capitales europeas.
Garbar, detenido y acusado de espionaje y soborno, ha sido puesto en libertad a la espera de su juicio. El exvicerrector de la academia militar de Eslovaquia también fue acusado de traicionar a su país a cambio de dinero ruso.
Las autoridades dicen que ambos confesaron y ahora están cooperando con los investigadores.
“Están hablando, hablando y hablando y esto tiene que poner muy nerviosa a la red rusa en Eslovaquia”, dijo Jaroslav Nad, ministro de Defensa eslovaco.
Rusia no ha hecho comentarios sobre el enlace de Garbar con la inteligencia militar rusa, pero calificó de “infundada” la expulsión de Solomasov.
Si bien es un habilitador improbable, Garber demostró ser un valioso conducto que donó grandes sumas de dinero a los partidos nacionalistas adeptos a Moscú. Uno de los beneficiarios fue el político ultranacionalista Marian Kotleba, condenado este mes a seis meses de prisión suspendida y despojado de su escaño en el Parlamento por utilizar símbolos de temática nazi.
Después de ganar la elección como gobernador regional en 2013, Kotleba colocó una pancarta frente a su oficina: “¡Yanquis, váyanse a su casa! ¡ALTO A LA OTAN!”.
Los registros oficiales muestran que Garbar donó 10.000 euros (unos 10.850 dólares) a Kotleba, un partido xenófobo, antes de las elecciones parlamentarias de 2016, lo que lo convierte en su segundo mayor donante. Uno de los lemas de la campaña de Kotleba para esas elecciones fue: “¡Por la hermandad eslava, contra una guerra con Rusia!”. En 2018, Garbar donó otros 4500 euros (unos 4880 dólares) a uno de los partidos asociados de Kotleba que también era afín a Rusia.
Asimismo, los investigadores analizaron el trabajo de Garbar como colaborador y traductor no remunerado de Hlavne Spravy o Main News. A principios de marzo, las autoridades eslovacas cerraron el sitio web, que se autodenomina “diario conservador”, por una “actividad perjudicial” no especificada, poco después del inicio de la invasión rusa de Ucrania.
Todavía funciona, a una menor escala, en Facebook, que Victor Breiner, asesor del ministro de Defensa eslovaco, describió como “el principal espacio que hay ahora para la propaganda del Kremlin”.
En las semanas previas a la invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero, Main News repitió una y otra vez los argumentos del Kremlin y se mofó de las advertencias de Estados Unidos sobre un próximo ataque a Ucrania como “histeria sin fin” y en cambio culpó a la OTAN del aumento de las tensiones.
Robert Sopko, fundador y editor de Main News, que dirige desde su apartamento en Kosice, desestimó el video del servicio de seguridad (publicado por primera vez por un medio de comunicación de la competencia y de tendencia liberal, Dennik N) por ser una “parodia de espionaje” y dijo que no sabía nada del trabajo remunerado de su voluntario para la inteligencia militar rusa. “Nos sorprendió a todos, a todos los que le conocemos”, dijo.
Sopko aseguró que Main News no era demasiado prorruso, aunque admitió que “quizá nos decantamos un poco más por Rusia” para contrarrestar lo que denominó “propaganda estadounidense” publicada en otros lugares. También reconoció que durante cuatro años su personal incluyó a Yevgeny Palcev, un ruso residente en Eslovaquia con vínculos con los medios de comunicación estatales en Moscú, que escribió artículos muy favorables al Kremlin para el sitio web bajo un seudónimo.
En 2018 dejó de ser colaborador. “Nos gustaba Rusia, pero no así. No tanto”, recordó Sopko.
El periodista comentó que conocía a Garbar desde hacía 30 años e insistió en que su viejo amigo solo escribía artículos ocasionales sobre China. Los funcionarios dicen lo contrario. “Estaba muy involucrado en escribir sobre muchas otras cosas además de China” y en difundir “el clásico discurso de propaganda a favor de Rusia”, declaró Nad, ministro de Defensa de Eslovaquia.
Miroslava Sawiris, experta en desinformación y asesora del Consejo de Seguridad del gobierno eslovaco, dijo que el sitio web Main News era “bastante sofisticado y no se limitaba a decir tonterías”. Según ella, las historias “abiertamente pro-Kremlin” representaban alrededor del 20 por ciento del contenido, pero lograban un alcance e influencia inusuales debido a la popularidad del sitio.
Al igual que muchos otros medios de comunicación afines a Rusia, Main News se desestabilizó ante el ataque de Putin contra Ucrania y luchó durante varios días para explicarlo. Sopko dijo que él y su personal habían decidido que había que criticar a Rusia igual que “criticamos las guerras imperialistas de Estados Unidos”, pero para entonces su sitio ya había cerrado.
En el video de su encuentro con el espía ruso, Garbar explica que podría ser difícil encontrar gente útil para trabajar para Moscú porque los que apoyan a Rusia suelen ser tipos marginales sin influencia real ni acceso a la información.
“Hay muchas personas que están a favor de Rusia, pero son irrelevantes”, advirtió Garbar a Solomasov. “No te darían nada”.
El tío de Garbar se mostró desconcertado por el hecho de que su sobrino, que siempre estuvo fascinado por la cultura estadounidense, en particular por las bandas de heavy metal como Metallica, se involucrara con Rusia. “Todo este asunto de Rusia es muy extraño. Debió de meterse en algún tipo de ambiente en el que ocurrió algo”, dijo.
Sawiris, la experta en desinformación del gobierno, dijo que no sabía lo que le había pasado a Garbar, pero que le preocupaba el hecho de que: “no hay límite al impacto que la propaganda puede tener en la mente humana, como vemos ahora en Rusia”. Desde que Rusia invadió Ucrania, añadió, “se cayó la venda de los ojos y muchas cosas han quedado en evidencia”.
© The New York Times 2022