Especial para Infobae de The New York Times.
Había pasado un año desde el último corte de pelo de Henry y Michelle Holbrook no se había dado cuenta de que su juguetón perro poodle toy de 3,2 kilogramos ya rebasaba los 4 kilogramos. Su adorable y peluda apariencia no solo cubrió su aumento de peso, sino que también hizo más difícil que los Holbrook se resistieran a sus súplicas.
“Es un pillo”, comentó Holbrook, una investigadora médica en Chicago. “Escucha cuando abro el cajón del queso del refrigerador y viene corriendo”.
Henry, de 7 años, es una de las tantas mascotas motivadas por la comida que han sorprendido a sus propietarios por el peso que han ganado en los últimos dos años. Aunque los veterinarios y dueños atribuyen en gran medida los kilogramos adicionales al impulso a caer en malos hábitos que fue adquiriendo fuerza durante la pandemia de coronavirus, la obesidad de las mascotas ha sido un problema desde hace tiempo en Estados Unidos.
El Hospital Veterinario Banfield, que opera más de mil clínicas veterinarias en Estados Unidos, descubrió que casi el 40 por ciento de los gatos y cerca del 35 por ciento de los perros recibieron un diagnóstico de sobrepeso en 2020, un aumento en comparación con menos del 20 por ciento hace una década. Banfield también observó un pequeño incremento (alrededor del 2 por ciento) de la cantidad de perros diagnosticados con sobrepeso de marzo de 2020 a diciembre de ese año, al principio de la pandemia.
“Todos subimos algunos kilogramos por la pandemia”, mencionó Jennifer Bolser, veterinaria clínica jefa de la Sociedad Humanitaria de Boulder Valley, en Colorado. Para las mascotas, al igual que sucede con los humanos, los malos hábitos incluyen comer en exceso, demasiados bocadillos y actividad física insuficiente. A las personas les resulta muy difícil no consentir a las mascotas dándoles más comida cuando están encerradas en casa con ellas.
Anthony Osuna, un residente de psicología, afirmó que él y su pareja solían llevar a Pavlov, su pequeño corgi, a playas, centros comerciales y restaurantes donde son bienvenidos los perros en el sur de California. Sin embargo, cuando todo cerró debido a la pandemia, Pavlov, de 6 años, perdió el entusiasmo por salir, incluso por los paseos.
“Sentí como que le estábamos fallando”, confesó Osuna. “Esto contribuyó al aumento de peso de muchos humanos: los bocadillos adicionales, el postre, el té con perlas de tapioca y el café que tomabas para sentirte mejor durante la pandemia. Lo mismo pasó con él. Le comprábamos premios, le dábamos bocadillos”.
El peso de Pavlov subió sin que lo notaran de 10,4 a 12,7 kilogramos, por lo que Osuna redujo sus porciones y restringió los bocadillos (las palomitas de maíz son sus favoritas).
“No se veía realmente gordo, pero fueron los bocadillos extra y que tenía menos actividad; todo se juntó”.
Una encuesta realizada a propietarios de mascotas por Pumpkin, una compañía de seguros para mascotas, y Fi, que fabrica collares inteligentes para perros, reveló que más del 50 por ciento de los canes que subieron de peso durante la pandemia lo hicieron al mismo tiempo que sus dueños (algunos incluso pese a estar más activos). Varios estudios también han confirmado que los humanos y los perros pueden reflejar las emociones y los niveles de estrés del otro.
Rachel Kiri Walker, quien vive en Los Ángeles, relató que estaba “muy deprimida” al principio de la pandemia. Luego, la ruptura de su relación causó que su entonces novio se fuera de la vivienda que compartían, lo que separó a su perro, Senator Bucky, de 5 años, de su papá.
“Cuando lloraba, él se me acercaba, me lamía la cara y se dejaba acariciar más que de costumbre. Es asombroso que un animal pueda ser tan intuitivo”, opinó Walker.
No obstante, Walker se dio cuenta de que Bucky también estaba estresado porque el perro se orinó en un mueble de manera deliberada, aseguró, algo que no había hecho antes.
Es probable que su estrés potencial, aunado a los premios extra de tuétano y las sobras de la comida hayan contribuido a su rápido incremento de 4,5 kilogramos, indicó Walker. Bucky, un peludo que es cruza de border collie y golden retriever, ahora pesa casi 20,5 kilogramos.
Los síntomas de estrés y ansiedad en los perros pueden variar. En un estudio de 2018 publicado en The Journal of Veterinary Behavior, más del 80 por ciento de los propietarios que participaron pensaban que sus canes presentaban señales de ingerir alimentos por cuestiones emocionales o un comportamiento de “comer por estrés” cuando “no estaban felices”.
A medida que sus dueños regresan a sus rutinas prepandémicas, las mascotas pueden desarrollar ansiedad por otras razones. Henry, el poodle toy de Holbrook, ha desarrollado ansiedad por la separación cuando sus dueños salen a trabajar. Otros perros tuvieron una socialización limitada durante la pandemia, lo que los ha vuelto incapaces de tener interacciones saludables con personas y animales en actividades otrora típicas.
Walker afirmó que Bucky, quien en general es tranquilo, se había vuelto posesivo respecto a ella cuando otros perros intentaban acercarse a saludarla. Cuando comenzó a llevar a Bucky a caminatas para ayudarle a perder peso, descubrió que también se emocionaba al encontrar y jugar con otros perros.
Sin embargo, Bolser señaló que, cuando se trata de bajar de peso, al igual que sucede con las personas, es más difícil para las mascotas perder peso que ganarlo. Salir más a caminar no siempre puede contrarrestar la comida que les damos de más para consentirlos.