El cáncer de páncreas es un asesino desagradable y obstinado que hasta ahora ha desafiado los mejores esfuerzos de la medicina para diagnosticarlo en sus inicios y encontrar tratamientos para curarlo. En noviembre, se llevó a mi amigo Peter Zimroth, un abogado de 78 años de la ciudad de Nueva York dedicado al servicio público, que todavía hace poco supervisaba la disminución de la estrategia de detención y cacheo del Departamento de Policía.
Zimroth había estado en mi lista de “la gente que más admiro” incluso antes de que se casara con la adorada actriz Estelle Parsons, quien era 16 años mayor que él. Incluso durante su lucha de un año contra el cáncer en la pandemia (que por desgracia perdió), Zimroth siguió dedicado al bien público y diseñó una camiseta y una gorra de colores brillantes con una demanda urgente: “¡Destruye el virus! Vacúnate”, y recaudó más de 73.000 dólares para apoyar la investigación en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center, donde los médicos hicieron todo lo posible por darle más tiempo.
Zimroth estaba en forma y se mantenía activo y, en general, gozaba de buena salud antes de que aparecieran los síntomas: en su caso, dolores de estómago y estreñimiento. Para entonces, el cáncer se había extendido y era demasiado tarde para recurrir a la cirugía. Su muerte se suma a la de otras personas conocidas que no han logrado vencer esta enfermedad: la jueza de la Corte Suprema Ruth Bader Ginsburg, el diputado estadounidense John Lewis, el presentador de “Jeopardy!” Alex Trebek y el cofundador de Apple Steve Jobs.
Aunque se podría decir que el cáncer de páncreas es poco común, es tan mortal que está por convertirse en la segunda causa de muerte relacionada con el cáncer en Estados Unidos para 2040. En la actualidad, representa alrededor del 3 por ciento de todos los tipos de cáncer y el 7 por ciento de las muertes por esta enfermedad. En general, solo 1 de cada 10 personas diagnosticadas con cáncer de páncreas sobrevive cinco años. La cura casi siempre es un accidente afortunado, cuando el cáncer se detecta en una fase temprana y sin síntomas durante una exploración abdominal o una intervención quirúrgica no relacionada que permite extirpar el tumor en el quirófano.
Brian Wolpin, director del centro de cáncer gastrointestinal del Dana-Farber Cancer Institute en Boston, me dijo que este es un cáncer muy difícil de detectar en su fase inicial porque “tiene una baja incidencia en la población y los síntomas que provoca, como la pérdida de peso, la fatiga y las molestias abdominales, son inespecíficos y pueden deberse a otras afecciones”. En consecuencia, señaló, “cuando el 80 por ciento de los pacientes llegan a verme por primera vez, sé que es muy poco probable que podamos curar su cáncer”.
Los factores de riesgo del cáncer de páncreas
Aun así, existen varios factores de riesgo importantes para desarrollar este tipo de cáncer. El tabaquismo duplica el riesgo y es responsable de una cuarta parte de los casos. La obesidad, el sobrepeso en la edad adulta y el sobrepeso en la cintura, aunque no sea mucho, también aumentan el riesgo.
Por ello, la diabetes tipo 2, que suele estar relacionada con el sobrepeso, también es un factor de riesgo importante. Otros riesgos son la pancreatitis crónica, una inflamación persistente del páncreas que suele estar relacionada con el consumo excesivo de alcohol y el tabaquismo, así como la exposición en el lugar de trabajo a determinadas sustancias químicas, como las que se utilizan en las industrias de limpieza en seco y metalurgia.
La edad avanzada también es un factor de riesgo: alrededor de dos terceras partes de los casos se presentan en personas de 65 años o más. Y los antecedentes familiares también pueden influir, como las alteraciones genéticas heredadas, como las mutaciones en los genes BRCA1 o BRCA2, que se asocian con mayor frecuencia a los cánceres de mama y ovario.
La diabetes como una de las primeras señales de alerta
Ya desde hace tiempo se sabe que la mejor oportunidad de sobrevivir a la mayoría de los cánceres es la detección temprana, cuando la neoplasia está confinada solo al órgano o tejido en el que se origina (la leucemia presenta otros problemas). El páncreas es un órgano bastante pequeño, con forma de zanahoria, de unos 15 centímetros de largo y menos de 5 centímetros de ancho, que se encuentra bien escondido entre las costillas y el estómago.
Un cáncer inicial en el páncreas no produce una lesión que pueda palparse y rara vez provoca síntomas que puedan dar lugar a un estudio médico definitivo hasta que escapa los confines del páncreas y se extiende a otros lugares.
Sin embargo, los científicos están estudiando una posible señal de alerta temprana: la relación entre el cáncer de páncreas y la diabetes de tipo 2 recién desarrollada. La diabetes también surge en el páncreas, donde hay células especializadas que producen la hormona insulina, la cual a su vez regula los niveles de glucosa en la sangre. Y aunque todavía no se sabe qué llega primero, si la diabetes o el cáncer, algunas investigaciones sugieren que la aparición de diabetes tipo 2 puede anunciar la existencia de un cáncer oculto en este órgano.
Un primer estudio realizado en 2005 a 2.122 residentes de Rochester, Minnesota, por Suresh Chari, actual gastroenterólogo del Centro Oncológico MD Anderson de la Universidad de Texas, que se hizo a 2122 residentes de Rochester, Minnesota, descubrió que tres años después de un diagnóstico de diabetes, era seis a ocho veces más probable que una persona desarrollara cáncer de páncreas. Él, junto con sus colegas de la Clínica Mayo, también identificó un gen llamado UCP-1 que puede predecir el desarrollo de este cáncer en diabéticos.
Hace poco, Maxim Petrov, profesor de Pancreatología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Auckland, dirigió en septiembre de 2020 un estudio en Nueva Zelanda en el que participaron casi 140.000 personas con diabetes de tipo 2 o pancreatitis, o ambas, a las que se hizo un seguimiento de hasta 18 años. Los resultados revelaron que quienes desarrollaron diabetes tras un ataque de pancreatitis tenían siete veces más probabilidades de padecer cáncer de páncreas que otras personas con diabetes tipo 2.
Otra iniciativa que comenzó el verano pasado por la Red de Acción contra el Cáncer de Páncreas, denominada Iniciativa de Detección Temprana del Cáncer de Páncreas, incluirá a más de 12.000 participantes con niveles elevados de glucosa en sangre y diabetes reciente. La mitad se someterá a análisis de sangre periódicos y a estudios de imagen abdominal en función de su edad, peso corporal y niveles de glucosa en sangre para buscar indicios de cáncer de páncreas incipiente, mientras que los demás servirán como grupo de control.
© The New York Times 2022