Como muchos neoyorquinos, Domenica D’Ottavio contrajo COVID-19 durante las vacaciones navideñas. Su cabeza se sentía congestionada, tenía el cuerpo adolorido; tosía y tenía fiebre.
Pero también tuvo otro síntoma sorprendente: alivio.
“Fue una sensación distinta”, afirmó D’Ottavio, quien antes de contagiarse ya tenía su esquema de vacunación completo más un refuerzo. “No te das cuenta de que has estado desenvolviéndote con un poco de miedo en el fondo de tu mente hasta que este deja de estar ahí”.
D’Ottavio sigue usando cubrebocas y haciéndose una prueba antes de visitar a su madre, pero también planeó un viaje “posCOVID-19″ a Florida para el cumpleaños de su hermana, y ahora va a bares y a citas sin pensar en la pandemia. Incluso intercambió popotes (sorbetes) con una amiga que también se había recuperado hace poco de COVID-19, para probar la bebida de su amiga y viceversa.
“Todos nos sentimos como superhéroes”, dijo acerca de sus amigos que han tenido infecciones posvacunación. “Todos sentimos que podemos hacer cualquier cosa”.
Según una base de datos del New York Times, cada día se registran casi 800.000 nuevos casos de COVID-19 en Estados Unidos, la mayoría causados por la variante ómicron de rápida propagación, y es probable que el número real de contagios sea mucho mayor porque muchos casos no se reportan. Aunque muchas personas se están recuperando con rapidez, la oleada de ómicron supone un riesgo especial para las personas no vacunadas y ha supuesto una enorme carga para los hospitales y el personal sanitario.
No obstante, entre quienes están vacunados y tienen un refuerzo, contagiarse con la variante ómicron también parece estar favoreciendo a un cambio psicológico, ya que las personas se dan cuenta de que al menos se reforzó, por poco tiempo, su sistema inmunitario de manera natural. Los científicos le llaman “inmunidad híbrida”, que es producto de la protección combinada de los anticuerpos preexistentes de la vacuna y de los anticuerpos naturales de un contagio posvacunación.
Las búsquedas en Google del término “superinmunidad” aumentaron un 550 por ciento en Estados Unidos en los últimos tres meses, según los datos de Google Trends. Las búsquedas de “inmunidad híbrida” aumentaron un 230 por ciento en ese lapso.
Aunque algunos médicos e inmunólogos coinciden en que la inmunidad híbrida ofrece una defensa adicional contra el virus, piden precaución y afirman que la fuerza de esa protección puede variar según el individuo y podría disminuir con el tiempo.
“Es la mejor inmunidad que puedes obtener”, aseveró Shane Crotty, experto en virus del Instituto de Inmunología de La Jolla, en California. “Pero yo no pensaría en la inmunidad híbrida como un campo de fuerza que pueda detener la enfermedad por completo sin importar lo que suceda”.
Los expertos también advierten que no hay que intentar contagiarse a propósito para obtener una inmunidad híbrida. “En realidad me preocupa que la gente se contagie intencionalmente para poder llegar a esta ‘nueva normalidad’”, comentó Celine Gounder, especialista en enfermedades infecciosas del Centro Hospitalario Bellevue de Nueva York. El virus es impredecible e incluso los jóvenes pueden enfermarse de gravedad. “Algo podría salir mal y podrían acabar en el hospital”, dijo. Además, es imposible saber quién puede desarrollar COVID-19 prolongada después de un contagio.
¿En qué medida te protege la inmunidad híbrida?
El refuerzo de la inmunidad de un contagio natural puede ser similar a recibir una cuarta dosis de la vacuna, afirmó Peter Chin-Hong, experto en enfermedades infecciosas de la Universidad de California en San Francisco. La inmunidad híbrida también puede producirse si te contagias antes de vacunarte o de recibir un refuerzo.
He aquí la razón: la primera vez que te vacunas o te infectas con un virus, tu sistema inmunitario tarda un poco en responder, pero tiene una gran memoria. Reacciona con mayor rapidez y aumenta el número de anticuerpos la próxima vez que detecta el virus. El efecto parece ser aún más pronunciado en las personas que se han vacunado y contagiado.
No obstante, hay una mala noticia: la cantidad exacta de protección adicional que obtienes y la duración de esta varía según la persona, señaló Akiko Iwasaki, inmunóloga de la Universidad de Yale. Además, es probable que una persona inmunodeprimida, de edad avanzada o con mayor riesgo de padecer una enfermedad grave, vaya a generar menos anticuerpos que una persona joven y sana, y sus niveles de anticuerpos también pueden disminuir con más rapidez.
¿Puedo salir de fiesta como si fuera 2019?
Los expertos advirtieron que no se debe ser arrogante en cuanto a las precauciones contra la COVID-19 después de recuperarse de un contagio posvacunación. Sigue siendo asombroso el alto número de estadounidenses que se infectan cada día, y se desconoce si la población está acumulando suficiente inmunidad natural para ayudarnos a llegar al día en que el virus se convierta en una parte manejable de la vida cotidiana.
“En pleno apogeo, es muy difícil decir que resulta lógico el aumento del riesgo para cualquier persona”, afirmó Paul Sax, experto en enfermedades infecciosas del Brigham and Women’s Hospital y profesor de la Facultad de Medicina de Harvard.
No obstante, para muchos de los que son jóvenes, están vacunados y sanos en general, la recuperación de un contagio posvacunación puede aportar cierta tranquilidad. Durante al menos los tres primeros meses después de una infección posvacuna, si no corres un alto riesgo de padecer una enfermedad grave, hay que tener confianza en el nivel de protección, en especial si tienes una vacuna de refuerzo, señaló Ashish K. Jha, decano de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Brown.
“¿Podrías volver a contagiarte? Sí, si alguien en su periodo de mayor contagio te salpica la cara una y otra vez, es posible”, dijo Jha, pero “una interacción normal en un restaurante o un bar” puede ser segura, comentó.
Otros expertos advirtieron que, aunque tengas una inmunidad híbrida, el riesgo de volver a contagiarte, y de contagiar a otros, no es nulo. Sigue siendo una buena idea tomar precauciones y hacerte la prueba antes de convivir con personas vulnerables.
“Hay que recordar que hay personas vulnerables en la comunidad y tenemos que seguir haciendo cosas como usar cubrebocas”, dijo Gounder. “No se trata solo de protegerse a uno mismo, sino de proteger a otras personas”.
Ilana Horowitz, una trabajadora social de 44 años que vive en Tuckahoe, Nueva York, dijo que ella, su esposa y sus gemelos de 6 años se contagiaron de COVID-19 a principios de enero. Afirmó que, al menos a corto plazo, siente que puede proporcionarles “una sensación de normalidad” a sus hijos. Ya no le preocupa que falten a la escuela o que ella deba faltar al trabajo para cuidarlos. “Sin duda hay cierta libertad en ese aspecto”, dijo.
Patricia Piekarski, de 40 años, profesional de recursos humanos en el condado de Rockland, Nueva York, recordó la ansiedad que sintió después de que su novio se expuso al virus hace unos meses. Recordó que se tropezó y se cortó la rodilla cuando iba a buscar una prueba rápida, y que recorrió los pasillos de la farmacia con la sangre filtrándose por un agujero en sus pantalones de mezclilla.
Ahora, ese nivel de pánico y preocupación es cosa del pasado. A principios de enero, tanto ella como su novio sufrieron infecciones leves y se recuperaron. Aunque sigue usando cubrebocas y tomando precauciones, ahora se siente más segura haciendo planes para conocer al bebé recién nacido de su hermano y para comer dentro de restaurantes. “Voy a empezar a enviarles mensajes de texto a mis amigos diciendo: ‘Oye, si alguien más ya se contagió, vamos a salir’”, concluyó.
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