Especial para Infobae de The New York Times.
La golosina surcoreana, estampada con figuras que los niños intentan desprender sin romper el frágil caramelo, vive un resurgimiento.
Uno de los primeros recuerdos que tiene Maddy Park de la comida callejera es de cuando unos vendedores instalaron una estufa portátil frente a su escuela primaria en Seúl, Corea del Sur. Vendían un caramelo que costaba unos diez centavos. Era una golosina y también un juego.
Los vendedores derretían el azúcar y agregaban una pizca de bicarbonato de sodio que formaba espuma para hacer dalgona, recuerda Park. A continuación, aplastaban la mezcla y en el centro aplastaban formas: un círculo, un triángulo, un cuadrado, una estrella o un paraguas. Los compañeros de Park intentaban con determinación sacar con una aguja la forma estampada sin romperla, un juego llamado
ppopgi
. Si los niños conseguían retirar intacta la forma del frágil caramelo, ganaban otra golosina gratis.
“A los 7 años, el dalgona era uno de los juegos más baratos, insalubres y a la vez más adictivos para mí”, dice Park, que ahora tiene 28 años y vive en el centro de Brooklyn, Nueva York.
Park es una de muchos coreanos cuyos recuerdos del dulce de azúcar dalgona, también llamado ppopgi, han salido a la luz gracias al estreno el mes pasado de
El juego del calamar
en Netflix. La serie de ficción sigue a un grupo de personas sin dinero dispuestas a morir participando en juegos infantiles para tener la oportunidad de ganar un premio gordo. El episodio 3 trata sobre el ppopgi.
“Tiene un componente como de juego de azar, algo así como en El juego del calamar, pero sin que sea una cuestión de vida o muerte”, dijo sobre el ppopgi JinJoo Lee, de 55 años, la bloguera de comida coreana detrás de Kimchimari. Su receta de dulce de azúcar dalgona, que colgó en internet en 2018, ha tenido un aumento de tráfico del 30 por ciento en los últimos días. En todo el mundo, dijo hay dulces similares muy populares, pero tienen nombres diferentes.
Los dulces de azúcar dalgona llenaron un vacío dulce en la Corea del Sur de la posguerra, pues los niños que se habían acostumbrado a los chocolates gratuitos que regalaban los soldados estadounidenses, dijo Albert Park, profesor asociado experto en historia coreana del Claremont McKenna College en Claremont, California. El dalgona era barato y accesible, dijo.
Al principio, se utilizaba glucosa porque el azúcar sin refinar era caro, dijo Park. Pero es probable que los vendedores empezaran a usar azúcar después de la Guerra de Corea, cuando las empresas empezaron a procesarlo a partir de su forma cruda, dijo. El dulce, en forma de panal y color caramelo, se volvió muy común en la década de 1960, y se vendía fuera de las escuelas primarias y las jugueterías.
Los vendedores de dalgona empezaron a desaparecer a principios de la década de 2000, cuando se popularizó la compra por internet y las jugueterías empezaron a cerrar, dijo Park. También es probable que el auge de la industria de las golosinas en Corea del Sur, y la proliferación de otros tipos de caramelos baratos, haya acabado con el negocio de muchos de los pequeños fabricantes de golosinas dalgona.
Pero debido a la popularidad de El juego del calamar, el caramelo ha regresado como un tentempié retro y nostálgico, dijo Park. “Para algunos de estos jóvenes coreanos, no creo que piensen conscientemente que se trata de un caramelo coreano, sino que es una forma de conectar con su historia”, dijo.
Las redes sociales han propiciado su salto a la fama mundial, dando a conocer el caramelo a personas de fuera de Corea del Sur.
El nombre dalgona se hizo más familiar para los estadounidenses en medio de la pandemia de coronavirus debido a la popularidad del café batido también conocido como dalgona. La bebida ganó fama en enero de 2020 después de que el actor Jung Il-woo la probara en Macao en Stars’ Top Recipe at Fun-Staurant, un programa de televisión surcoreano. Dijo que le recordaba al dulce de azúcar dalgona con lo que bautizó así extraoficialmente a la bebida. Luego se extendió como una fiebre por las cafeterías de Corea del Sur y acabó llegando a Estados Unidos.
Sin embargo, algunas personas dicen que la difusión del dulce de azúcar dalgona a través de las redes sociales puede divorciarlo de su significado cultural. “El dulce de azúcar dalgona es representativo de la fetichización del K-pop y los K-dramas, y de ver una cosa y decir: ‘Vaya, he descubierto la cultura coreana’”, dijo Nancy Wang Yuen, socióloga y experta en raza y racismo en Hollywood, “cuando en realidad el caramelo, el cine, las series de televisión, todas estas cosas ya existían”.
A los fans les encanta la mezcla de sabores amargo, dulce y anuezado del caramelo. “El sabor, por alguna razón, se queda contigo”, dijo Annie Yoo, de 46 años, de Düsseldorf, Alemania.
Los recuerdos más vívidos que tiene Yoo de Corea del Sur son los de comidas como el dulce de azúcar dalgona, ya que solo tenía 6 años cuando emigró a Estados Unidos. Recuerda los caminos de tierra que recorría para llegar hasta las lonas bajo las que estaban los vendedores ambulantes de dalgona.
“De verdad extraño esos dulces”, añade. “En medio de todas las cosas que pasábamos, apenas se conseguían golosinas. Era realmente mágico”.
En un video de YouTube en el que el reparto de El juego del calamar reacciona a algunas de las escenas, Chae Kyung-sun, la directora artística del programa, revela que los dulces de azúcar dalgona fueron el objeto de utilería más difícil de trabajar. Tras cámaras, dijo, había un profesional que no paraba de fabricar los caramelos mientras filmaban.
Los que han participado en el juego de los caramelos lo abordan con diferentes estrategias. Hwang Dong-hyuk, guionista y director del programa, incorporó la suya a la serie: el protagonista, Seong Gi-hun, lame repetidamente el caramelo para desprender la forma de paraguas del centro. Es un truco que, según el director, utilizaba para ganar premios cuando era más joven.
Pero Park, que comía el caramelo a la salida de su escuela primaria en Seúl, nunca consiguió ganar un caramelo gratis.
Christina Morales es una reportera que cubre noticias de última hora a nivel nacional para la sección Express. También forma parte de la generación de becarios 2020-2021 de The New York Times. @Christina_M18