Especial para Infobae de The New York Times.
Abimael Guzmán, fundador y líder del movimiento guerrillero Sendero Luminoso, que sembró el terror en gran parte de Perú durante las décadas de 1980 y 1990, murió el sábado. Tenía 86 años.
Guzmán murió en una prisión de máxima seguridad ubicada en la base naval de Callao en Perú, donde cumplía cadena perpetua, según funcionarios de la prisión. Dijeron que murió por complicaciones de salud, pero no especificaron una causa exacta.
Se estima que 70.000 peruanos murieron durante el apogeo de la década de insurgencia de Sendero Luminoso, al menos un tercio de estos a manos de la guerrilla. Sendero Luminoso abogó por un reordenamiento violento de la sociedad lejos de los vicios de la vida urbana. Sus líderes se hicieron eco del Jemer Rojo de Camboya con advertencias de que “ríos de sangre” correrían después de su victoria, y que hasta un millón de peruanos podrían ser ejecutados.
Sendero Luminoso fue casi en su totalidad una idea de Guzmán, y durante un tiempo pareció dispuesto a tomar el poder de uno de los países más importantes de América Latina. Declarado maoísta, su movimiento fue uno de los más violentos y radicales de la historia moderna del hemisferio, y su mente fértil y su extraordinario poder de persuasión sentaron las bases para un intenso culto a la personalidad.
Como muchos de su generación en América Latina, Guzmán estaba fascinado con la victoria revolucionaria de Fidel Castro en Cuba en 1959. Sin embargo, más tarde, llegó a despreciar a Castro, a la Unión Soviética e incluso a las facciones moderadas en China.
Guzmán visitó China varias veces y regresó de ese país con la visión de un Perú sin dinero, bancos, industria ni comercio exterior, donde todos serían terratenientes y vivirían del trueque.
Los dos principales partidos comunistas de Perú lo expulsaron, pero desarrolló un círculo devoto de estudiantes y profesores.
“Era un maestro muy carismático, con un estilo retórico ameno que realmente atraía a los estudiantes”, dijo el politólogo David Scott Palmer en 2013. “En parte, se volvió tan fuerte debido a 17 años de preparación y también porque los pasos en falso del gobierno crearon condiciones favorables para la revolución”.
(Palmer, quien como voluntario del Cuerpo de Paz en los años sesenta compartió una oficina en la Universidad Nacional de San Agustín con Guzmán, un miembro de la facultad, murió en 2018).
En 1980, Sendero Luminoso llevó a cabo sus primeras acciones violentas, incluido el bombardeo de centros de votación y la toma de ayuntamientos en aldeas remotas. Una mañana de diciembre, la gente de Lima, la capital, se encontró con perros muertos colgados de decenas de faroles. Alrededor del cuello de cada uno de los perros había un cartel con un eslogan que se refería a la lucha entre facciones dentro del Partido Comunista de China.
Esta fue la primera señal de la brutalidad fantasmagórica que estaba a punto de descender sobre Perú. Guzmán, que se hacía llamar presidente Gonzalo, se autoproclamó la “Cuarta Espada del Comunismo”, después de Marx, Lenin y Mao. Este predicó el “pensamiento Gonzalo”, que llevaría al mundo, de acuerdo con Guzmán, a una “etapa superior del marxismo”.
“Cuando Sendero Luminoso tomó las armas, el intento pareció un desafortunado esfuerzo por injertar la experiencia china en la cultura peruana, que es del todo diferente”, escribió el periodista peruano Gustavo Gorriti. “Para la mayoría de la gente en Perú, incluida la izquierda legítima, el movimiento parecía ser una secta loca, divorciada de la realidad de manera irremediable”.
Pero los combatientes de Guzmán emprendieron una campaña militar muy exitosa que puso bajo su control a gran parte del país. El terror y el asesinato fueron las tácticas preferidas. El conflicto se extendió de las áreas rurales a Lima, donde los suministros de agua, electricidad y alimentos se volvieron poco confiables.
Estallaron bombas en cines, restaurantes y comisarías. Los secuestros eran generalizados. Aparecieron avisos en las paredes advirtiendo a los civiles que huyeran. Miles lo hicieron. La economía, que ya estaba en estado crítico debido a un liderazgo político deficiente, se hundió en el caos.
Sendero Luminoso trató de encontrar apoyo entre los pueblos indígenas cuyas necesidades habían sido ignoradas durante mucho tiempo por la élite peruana, aunque muchos de estos pueblos indígenas también fueron víctimas de la insurgencia. Parte de la estrategia de Guzmán fue empujar al ejército de la nación a sangrientas represalias, para dejar al descubierto sus “entrañas fascistas”.
El 12 de septiembre de 1992, miembros de una unidad policial especial dedicada a rastrear a los líderes de Sendero Luminoso rodearon una casa en un barrio acomodado de Lima y capturaron a Guzmán. Este compareció ante un tribunal militar vestido con un uniforme de prisionero de rayas blancas y negras. Los jueces encapuchados lo declararon culpable de delitos de terrorismo y lo condenaron a cadena perpetua.
En 1993, Guzmán apareció varias veces en la televisión peruana y pidió a los combatientes de Sendero Luminoso que entregaran las armas. La mayoría lo hizo y la rebelión se desvaneció.
Manuel Rubén Abimael Guzmán Reynoso nació el 3 de diciembre de 1934 en el pueblo de Mollendo, en la costa sur de Perú. Su padre, que tuvo seis hijos con tres mujeres, se ganó un premio en la lotería nacional y lo envió a una preparatoria católica romana y a la universidad.
Luego de licenciarse en derecho y filosofía, Guzmán se incorporó a la facultad de la Universidad Nacional de San Agustín en la ciudad montañosa de Arequipa y se convirtió en director de su programa de formación docente, que atrajo a estudiantes de pueblos indígenas.
No se sabe si Guzmán tuvo hijos. De joven se casó con Augusta La Torre, hija de un líder del Partido Comunista en Ayacucho. Conocida como la “camarada Norah”, se convirtió en la segunda al mando de Sendero Luminoso. Murió en 1988 en circunstancias misteriosas.
En 2010, cuando Guzmán tenía 75 años, las autoridades le dieron permiso de casarse con Elena Iparraguirre, quien había remplazado a la camarada Norah como segunda al mando de Sendero Luminoso y también cumplía cadena perpetua por cargos de terrorismo. Continuaron recluidos en cárceles separadas.
Guzmán fue sometido a un segundo juicio, ante un tribunal civil, luego de que su juicio militar fuera declarado inconstitucional. En 2006, se le declaró culpable de terrorismo agravado y asesinato, y se ratificó su cadena perpetua. En el juicio, gritó las que podrían haber sido sus últimas palabras públicas.
“¡Viva el Partido Comunista del Perú!”, gritó, agitando un puño sobre su cabeza. “¡Gloria al marxismo-leninismo-maoísmo! ¡Gloria al pueblo peruano! ¡Vivan los héroes de la guerra popular!”.