Una colibrí jacobina de cuello blanco adulta conoce bien el trabajo invisible.
Cuando la hembra pone un huevo, el colibrí macho que tuvo un rol igual de importante en la concepción de dicho huevo, prácticamente desaparece. Es solo gracias a las horas que ella invirtió en tejer que el huevo logra tener un nido. Cuando su polluelo nazca, solo ella lo alimentará con la comida regurgitada de su largo pico.
Además, tienen que lidiar con un acoso constante. Cuando las hembras de tenue color verde visitan las flores para beber néctar, son perseguidas, picoteadas y embestidas por los machos agresivos de su especie, cuyas cabezas son de un color azul exuberante.
Pero algunas hembras jacobinas de cuello blanco que se encuentran desde México hasta Brasil, tienen un truco debajo del ala: en lugar de adornarse con un plumaje verde, adquieren una ornamentación azul brillante y logran verse prácticamente idénticas a los colibríes machos. Los científicos han descubierto que estos disfraces de machos evitan el acoso dirigido a las colibríes hembras de color verde, según un artículo publicado el jueves 26 de agosto en la revista Current Biology.
Durante los últimos 50 años, la mayoría de los científicos se han basado en la teoría de la selección sexual, o elección de pareja, para explicar por qué tantas aves macho tienen características tan vanidosas, como la belleza colorida de las plumas de la cola de un pavo real o la cabeza azul zafiro de un colibrí, dijo Jay Falk, investigador posdoctoral de la Universidad de Washington y autor del artículo. Falk dirigió la investigación para el artículo cuando era estudiante de posgrado en el Laboratorio de Ornitología de la Universidad Cornell y mientras trabajaba con el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales.
Sin embargo, estas teorías podrían desintegrarse cuando se aplican a las aves hembras, las cuales pueden desarrollar por sí mismas una ornamentación para obtener ventajas evolutivas que nada tienen que ver con la búsqueda de parejas masculinas.
“Si nos enfocamos demasiado en los machos y en la selección sexual, inevitablemente nos perdemos el panorama general y no logramos proporcionar una visión completa de la naturaleza”, dijo Falk. En su opinión, el antídoto a eso es la selección social: una teoría que considera la vida social de toda la especie como factor impulsor de la evolución.
“La suposición de que estos rasgos extravagantes están relacionados con la selección sexual es algo que requiere pruebas”, dijo Kimberly Rosvall, bióloga de la Universidad de Indiana en Bloomington, quien no participó en la investigación de Falk. “Las hembras compiten en todo tipo de contextos, pero solo algunos de ellos tienen algo que ver con la competencia para conseguir pareja”.
El jacobino de cuello blanco pesa casi lo mismo que una moneda de cinco centavos y otra de un centavo, y los machos llegan a crecer tanto como un rollo de papel higiénico. Estas aves también son bastante teatrales: a menudo abanican la cola y giran hacia atrás para pavonearse. Falk los llama “los mariscales de campo colegiales del mundo de los colibríes”.
Sin embargo, la variedad de colores entre las hembras es un misterio de larga data. Durante su investigación, Falk se encontró con un artículo publicado en 1950 que describía una mezcla de colibríes hembras jacobinas de cuello blanco. Algunas eran de color verde, pero otras lucían tan convincentemente como machos que los recolectores originales habían subrayado el símbolo femenino ♀ dos veces para enfatizarlo junto a un espécimen hembra de cabeza azul.
En 2015, para investigar por qué las hembras jacobinas se asemejaban a los machos, Falk viajó al pueblo de Gamboa en Panamá, uno de los lugares predilectos de los colibríes.
Tras sexar a 401 aves que visitaban los comederos colocados alrededor del pueblo y en un bosque cercano, Falk descubrió que más o menos el 28 por ciento de todas las hembras se asemejaban a los machos de cabeza azul. Más en particular, todas las hembras jóvenes tenían el llamativo plumaje azul de los machos, mientras que la ornamentación se reducía al 20 por ciento en las hembras adultas. Es decir, todas las jóvenes hembras lucían como machos, pero a medida que crecían, la mayoría cambiaba al tenue color verde.
El descubrimiento de las hembras juveniles parecidas a los machos no concuerda con la teoría de la selección sexual.
“Llevan esta hermosa ornamentación cuando no tienen ningún interés por conseguir pareja”, dijo Falk.
Falk quería ver cómo reaccionarían los jacobinos a las aves verdes y a las azules. Pintó monturas de arcilla con el estilo de las aves, pero los jacobinos no reaccionaron, ni de forma artística ni sexual. Entonces recurrió a monturas disecadas con combinaciones de hembras verdes, machos azules y hembras azules que colocó en los comederos para ver la reacción de los colibríes que iban de paso.
Si la selección sexual estaba en juego, Falk planteó la hipótesis de que los colibríes machos preferirían a las hembras llamativas parecidas a los machos. Sin embargo, los machos tuvieron una clara preferencia por las hembras de color verde. Además, los jacobinos, así como otras especies de aves, dirigieron con mayor frecuencia una agresión territorial hacia las hembras de color verde que hacia las hembras y machos de color azul, sin importar el sexo de la montura. Aún no saben la razón.
Estos experimentos coincidieron con las grabaciones tomadas por los investigadores de persecuciones de jacobinos de cuello blanco en la naturaleza, las cuales revelaron que las hembras de color verde eran perseguidas con una frecuencia más de 10 veces mayor que sus parientes de cabeza azul.
Las hembras de cabeza azul claramente disfrutaban de mayor espacio personal, pero ¿había otros beneficios? Para probar esto, Falk monitoreó los comportamientos de alimentación de las hembras verdes, las hembras de cabeza azul y los machos de cabeza azul utilizando dispositivos implantados de rastreo. Un análisis de 88.000 visitas de alimentación durante nueve meses reveló que las hembras de cabeza azul visitaban los comederos con mayor frecuencia y durante periodos más extensos que las hembras verdes.
Olvídense de los machos; la comida parece ser el principal impulsor de la ornamentación femenina en las colibríes jacobinas de cuello blanco. Las hembras de cabeza azul se alimentan por más tiempo y son mucho menos acosadas, una bendición para un ave que quema energía como ninguna otra.
“Los colibríes viven en los márgenes, energéticamente hablando”, comentó Rosvall. “Una ventaja en la adquisición de alimentos, por mínima que sea, es una ventaja importante”.
La pregunta sobre cómo exactamente algunas hembras mantienen su coloración masculina sigue siendo un misterio. Falk dijo que tenía previsto investigar el mecanismo detrás de este plumaje.
Si ves a una jacobina verde y a uno de cabeza azul en la naturaleza, podrían lucir como una pareja en proceso de apareamiento. Pero también podrían ser dos hembras pasando el rato, sin preocuparse por las suposiciones de los demás.
© The New York Times 2021