Especial para Infobae de The New York Times.
Watts no quería ser ídolo pop y nunca fue tan extravagante como la mayoría de sus colegas estrellas, pero con su poderosa y sutil batería marcó el ritmo de una de las grandes bandas de rock.
Charlie Watts, cuya batería poderosa pero poco ostentosa marcó el ritmo a los Rolling Stones durante más de 50 años, murió el martes en Londres. Tenía 80 años.
Su muerte, en un hospital, fue anunciada por su publicista, Bernard Doherty. No se facilitaron inmediatamente más detalles.
Los Rolling Stones anunciaron a principios de este mes que Watts no formaría parte de la próxima gira “No Filter” de la banda por Estados Unidos después de que se sometió a un procedimiento médico de emergencia no especificado, que los representantes de la banda dijeron que había sido exitoso.
Reservado, digno y elegante, Watts nunca fue tan extravagante, ni en el escenario ni fuera de él, como la mayoría de sus colegas estrellas del rock, y mucho menos como el cantante principal de los Stones, Mick Jagger; se contentaba con ser uno de los mejores bateristas de rock de su generación, tocando con un swing influenciado por el jazz que hizo posible el éxito titánico de la banda. Como dijo el guitarrista de los Stones, Keith Richards, en su autobiografía de 2010,
Vida
, “Charlie Watts siempre ha sido la cama en la que me acuesto musicalmente”.
Mientras algunos bateristas de rock perseguían el volumen y la ampulosidad, Watts definió su forma de tocar con sutileza, swing y un sólido groove.
“Tanto como la voz de Mick y la guitarra de Keith, el sonido de la caja de Charlie Watts es el de los Rolling Stones”, escribió Bruce Springsteen en una introducción a la edición de 1991 del libro del baterista Max Weinberg, The Big Beat. “Cuando Mick canta: ‘It’s only rock ’n’ roll but I like it’ [Es solo rock ‘n’ roll pero me gusta], ¡Charlie está detrás mostrándote por qué!”.
Charles Robert Watts nació en Londres el 2 de junio de 1941. Su madre, Lillian Charlotte Eaves, era ama de casa; su padre, Charles Richard Watts, estuvo en la Real Fuerza Aérea y, tras la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en conductor de camiones para los Ferrocarriles Británicos.
El primer instrumento de Charlie fue un banjo, pero, perplejo por los movimientos de los dedos necesarios para tocarlo, le quitó el cuello y convirtió su cuerpo en una caja clara. Descubrió el jazz a los 12 años y pronto se hizo fan de Miles Davis, Duke Ellington y Charles Mingus.
Para 1960, Watts se había graduado en la Harrow School of Art y encontró trabajo como artista gráfico en una agencia de publicidad de Londres. Escribió e ilustró Ode to a Highflying Bird, un libro infantil sobre el saxofonista de jazz Charlie Parker (aunque no fue publicado hasta 1965). Por las noches, tocaba la batería con diversos grupos.
La mayoría eran combos de jazz, pero también fue invitado a unirse al estridente colectivo de rhythm-and-blues de Alexis Korner, Blues Incorporated. Watts declinó la invitación porque iba a dejar Inglaterra para trabajar como diseñador gráfico en Escandinavia, pero se unió al grupo cuando regresó unos meses después.
Los recién formados Rolling Stones (entonces llamados Rollin’ Stones) sabían que necesitaban un buen baterista, pero no podían darse el lujo de pagarle a Watts, quien ya cobraba un sueldo regular de sus varios conciertos. “¡Nos morimos de hambre para pagarle!”, escribió Richards. “Literalmente. Anduvimos robando en tiendas para conseguir a Charlie Watts”.
A principios de 1963, cuando por fin pudieron garantizar cinco libras a la semana, Watts se unió a la banda, completando la alineación canónica de Richards, Jagger, el guitarrista Brian Jones, el bajista Bill Wyman y el pianista Ian Stewart. Se instaló con sus compañeros de banda y se sumergió en los discos de blues de Chicago.
Tras el éxito de los Beatles, los Rolling Stones pasaron rápidamente de ser un grupo especializado en blues eléctrico a ser una de las bandas más importantes de la Invasión británica de la década de 1960. Aunque el riff de guitarra de Richards definió el sencillo más famoso de la banda, el éxito de las listas de 1965 “(I Can’t Get No) Satisfaction”, el patrón de batería de Watts fue igual de esencial. Fue implacable en “Paint It, Black” (Número uno en 1966), flexible en “Ruby Tuesday” (Número uno en 1967) y el maestro del groove de cencerro con algo de funk en “Honky Tonk Women” (Número uno en 1969).
Watts era ambivalente respecto a la fama que alcanzó como miembro del grupo que a menudo ha sido llamado “la mejor banda de rock’ n’ roll del mundo”. Como dijo en el libro de 2003 According to the Rolling Stones: “Me encantaba tocar con Keith y la banda —todavía lo hago— pero no me interesaba ser un ídolo del pop sentado allí, con chicas gritando. No es el mundo del que vengo. No es lo que quería ser, y sigo pensando que es tonto”.
A lo largo de los años, Watts aprovechó su formación en artes gráficas para contribuir al diseño de las escenografías, la mercadería y las portadas de los álbumes de la banda; incluso aportó una tira cómica a la contraportada de Between the Buttons, álbum de 1967. Mientras los Stones cultivaban su imagen de chicos malos y se entregaban a un apetito colectivo de libertinaje, Watts evitaba el sexo y las drogas. Se casó clandestinamente con Shirley Anne Shepherd, una estudiante de arte y escultora, en 1964.
Durante las giras, volvía solo a su habitación de hotel; cada noche, dibujaba su cuarto. “He dibujado todas las camas en las que he dormido durante las giras desde 1967”, dijo a la revista Rolling Stone en 1996. “Es un no-libro fantástico”.
Del mismo modo, mientras otros miembros de los Stones luchaban por el control de la banda, Watts se mantuvo en gran medida al margen de la política interna. Como dijo a The Weekend Australian en 2014, “por lo general estoy murmurando en el fondo”.
Jones, quien se consideraba el líder, fue despedido de los Stones en 1969 (y encontrado muerto en su piscina poco después). Jagger y Richards pasaron décadas en malos términos, a veces haciendo álbumes sin estar en el estudio al mismo tiempo. Watts estaba contento de trabajar con cualquiera de los dos, o con ambos.
Sin embargo, hubo una ocasión en la que Watts se quejó de que lo trataran como un empleado en lugar de como un miembro del grupo en igualdad de condiciones. En 1984, Jagger y Richards salieron a beber una noche en Ámsterdam. Cuando regresaron a su hotel a eso de las 5 a. m., Jagger llamó a Watts, despertándolo, y le preguntó: “¿Dónde está mi baterista?”. Veinte minutos después, Watts apareció en la habitación de Jagger, fríamente furioso, pero afeitado y elegantemente vestido con un traje de Savile Row y corbata.
“Nunca vuelvas a llamarme tu baterista”, le dijo a Jagger, antes de agarrarlo por la solapa y darle un gancho de derecha. Richards dijo que salvó por poco a Jagger de caer por una ventana a un canal de Ámsterdam.
“No es algo de lo que esté orgulloso de haber hecho, y si no hubiera estado bebiendo nunca lo habría hecho”, dijo Watts en 2003. “La conclusión es: no me molestes”.
En ese momento, Watts estaba en las primeras etapas de una crisis de mediana edad que se manifestó como una juerga de dos años. Justo cuando los otros Stones se estaban asentando en la moderación a sus 40 años, él se hizo adicto a las anfetaminas y la heroína, casi destruyendo su matrimonio. Tras desmayarse en un estudio de grabación y romperse el tobillo al caer por una escalera, lo dejó de golpe.
Watts y su mujer tuvieron una hija, Seraphina, en 1968 y, tras pasar un tiempo en Francia como exiliados fiscales, se trasladaron a una granja en el suroeste de Inglaterra. Allí criaron caballos árabes ganadores de premios, ampliando gradualmente su criadero a más de 250 caballos en 280 hectáreas de tierra. No se dispuso inmediatamente de información sobre quienes le sobreviven. Su publicista, Doherty, dijo que Watts había “fallecido en paz” en el hospital, “rodeado de su familia”.
Los Rolling Stones grabaron 30 álbumes de estudio, nueve de los cuales ocuparon los primeros puestos en las listas estadounidenses y diez en las británicas. La banda fue incluida en el Salón de la Fama del Rock & Roll en 1989, ceremonia a la que Watts no asistió.
Con el tiempo, los Stones se establecieron en un ciclo de publicar un álbum cada cuatro años, seguido de una gira mundial extremadamente lucrativa. (Recaudaron más de 500 millones de dólares entre 2005 y 2007 con su gira “Bigger Bang”).
Pero el verdadero amor de Watts seguía siendo el jazz, y llenaba el tiempo entre esas giras con grupos de jazz de diversos tamaños: el Charlie Watts Quintet, el Charlie Watts Tentet, la Charlie Watts Orchestra. Sin embargo, pronto volvería a la carretera con los Stones, tocando en estadios con las entradas agotadas y dibujando camas en habitaciones de hotel vacías.
No lo frenó la vejez, ni un ataque de cáncer de garganta en 2004. En 2016, el baterista Lars Ulrich, de Metallica, le dijo a Billboard que, como quería seguir tocando hasta los 70 años, miraba a Watts como su modelo a seguir. “La única hoja de ruta es Charlie Watts”, dijo.
A pesar de todo, Watts siguió manteniendo el tempo en una sencilla batería de cuatro piezas, anclando el espectáculo de los Rolling Stones.
“Siempre quise ser baterista”, dijo a Rolling Stone en 1996, y añadió que durante los espectáculos de rock en estadios, imaginaba un ambiente más íntimo. “Siempre he tenido la ilusión de estar en el Blue Note o en Birdland con Charlie Parker delante. No sonaba así, pero esa era la ilusión que tenía”.