Una medalla de plata en tiro de los Juegos Olímpicos de 1900 en París se vendió recientemente por apenas 1283 dólares. Luego una medalla de bronce de los Juegos de Invierno de 1956 en Cortina d’Ampezzo, Italia, alcanzó los 3750 dólares.
Pero fue una medalla de plata del primer puesto de los Juegos Olímpicos modernos de Atenas en 1896 —no había medallas de oro entonces— la que alcanzó seis cifras la víspera de los Juegos de este año. Se vendió por 180.111 dólares, según RR Auction, la casa de subastas con sede en Boston que gestionó las tres ventas.
Aunque su valor sentimental sea incalculable para los atletas que las llevan al cuello, las medallas olímpicas llegan desde el podio hasta las casas de empeño y a las subastas, donde los coleccionistas las adquieren igual que monedas raras, cómics y otros artefactos deportivos como tarjetas de béisbol.
“Es un objeto de colección de nicho”, dijo el domingo Bobby Livingston, vicepresidente ejecutivo de RR Auction, que negoció la venta de las tres medallas y otras 18 el 22 de julio. “Las que han salido al mercado en los últimos años, no hay exceso de ellas”.
No hace falta ser Caeleb Dressel, el nadador estadounidense que ganó cinco oros en Tokio, para coleccionar medallas.
Decenas de exatletas olímpicos han recurrido a la venta de sus medallas a lo largo de los años. Algunos dijeron tener dificultades económicas, mientras que otros contaron que los motivaba recaudar dinero para obras de caridad.
Bill Russell, la leyenda de los Boston Celtics, subastará este otoño su medalla de oro de los Juegos Olímpicos de 1956, cuando era capitán del equipo de básquetbol de Estados Unidos.
“He decidido vender la mayor parte de mi colección”, dijo Russell en un video publicado en la página web de Hunt Auctions, la casa de subastas de Exton, Pensilvania, que se encargará de la venta de su medalla, algunos de sus anillos de campeón de la NBA, una chaqueta de calentamiento y otros recuerdos.
Russell dice que parte de la recaudación se destinará a MENTOR, una organización de beneficencia de la que es cofundador y que promueve las oportunidades de mentoría para los jóvenes. También se hará una donación para una iniciativa de justicia social creada por los Celtics.
Aunque los nombres de los deportistas olímpicos no están grabados en las medallas, los nombres importan, al igual que las circunstancias asociadas a las hazañas atléticas, según los expertos en subastas.
Una medalla de oro ganada por un miembro no identificado del equipo de básquetbol de Estados Unidos de 1984, una lista que incluía a Patrick Ewing y Chris Mullin, se vendió por 83.188 dólares el 22 de julio, dijo RR Auction.
Fue una buena suma, pero una mera fracción de los casi 1,5 millones de dólares que un coleccionista pagó en 2019 por una de las cuatro medallas de oro que ganó Jesse Owens en las Olimpiadas de 1936 en Berlín. El precio de venta estableció un récord entre los artículos olímpicos, según SCP Auctions, la casa de subastas de Laguna Niguel, California, que manejó la venta.
Owens, atleta estadounidense negro, tuvo una actuación dominante en esos juegos, ante la mirada de Hitler.
Además del origen y la historia de la propiedad de objetos de colección como las medallas, la procedencia, su estado desempeña un papel importante en su precio, dicen los expertos en subastas. ¿Tienen su cinta original? ¿Vienen con un estuche?
No todas las medallas olímpicas llevan grabado el nombre del deporte por el que fueron concedidas, lo que, según los subastadores, puede reducir su valor si no está claro.
En Tokio, las medallas de oro ganadas por los atletas contienen en su inmensa mayoría más plata que oro, que constituye unos 6 gramos del peso total de 556 gramos, según el Comité Olímpico Internacional (COI).
Eso supone unos 800 dólares en oro y plata en esas medallas, dijo el domingo Philip Newman, socio fundador y director gerente de Metals Focus, una empresa de investigación con sede en Londres.
“Si se gana, creo que el valor es probablemente irrelevante”, dijo Newman. “Me sorprendería que alguien pensara que son de oro puro”.
Las medallas de plata que se entregan en los Juegos de Tokio son de plata pura y pesan 550 gramos, lo que equivale a unos 450 dólares, según Newman, quien dijo que las de bronce valdrían bastante menos. Contienen latón rojo, que es un 95 por ciento cobre y un 5 por ciento zinc.
Cada medalla viene con un estuche de madera y lleva los cinco anillos olímpicos, el nombre oficial de los juegos y a Nike, la diosa griega de la victoria, en ellos, un requisito del COI.
Algunos coleccionistas se conforman con el bronce, dice Livingston.
“Siguen siendo medallas olímpicas”, afirma. “El tercer puesto de todas formas es bastante bueno. Como coleccionista, puedes empezar con el bronce si no tienes mucho dinero”.
© The New York Times 2021