Especial para Infobae de The New York Times.
Jovenel Moïse murió tras un atentado a su residencia en las afueras de Puerto Príncipe, en el que su esposa también resultó herida. El primer ministro interino dijo que un grupo de atacantes estaba implicado.
El presidente Jovenel Moïse de Haití fue asesinado en las primeras horas del miércoles en un ataque a su residencia en las afueras de Puerto Príncipe, la capital, según dijo el primer ministro interino, lo que crea un vacío político que amenaza con profundizar la agitación que ha prevalecido en el país durante meses.
Mientras los gobiernos extranjeros evaluaban con dificultad la situación, millones de haitianos nerviosos se congregaban en torno a aparatos de radio y televisión y evitaban salir a las calles mientras intentaban comprender lo que los siguientes días podrían traer.
La esposa de Moïse, Martine Moïse, también resultó herida en el ataque, indicó el primer ministro interino, Claude Joseph, en un comunicado. No se conoció de inmediato en qué condición se encontraba ella.
“Un grupo de individuos no identificados, algunos de los cuales hablaban español, atacaron la residencia del presidente de la república y por ende hirieron de muerte al jefe de Estado”, dijo el primer ministro pero había poca información sólida sobre quién pudo haber llevado a cabo el asesinato.
En una entrevista telefónica con The New York times, Joseph dijo que por el momento él estaba dirigiendo el país. No obstante, no queda claro cuánto poder tiene ni por cuánto tiempo. Se esperaba que un nuevo primer ministro remplazara a Joseph esta semana y el presidente del más alto tribunal del país, que habría podido ayudar a restablecer el orden, murió en junio de COVID-19.
Más tarde el miércoles, en una transmisión televisada a la nación, Joseph se presentó como líder del gobierno y anunció que él y los ministros habían declarado un “estado de sitio”.
Joseph pidió calma.
“Busquemos la armonía para avanzar juntos, para que el país no sucumba al caos”, dijo.
También prometió que el grupo responsable por el asesinato sería llevado ante la justicia.
La noticia remeció al país caribeño, una nación a poco más de 1000 kilómetros al sureste de Miami. Pero la crisis no es reciente.
En los últimos meses, las calles de Haití han estado repletas de furiosas protestas exigiendo la remoción de Moïse. Él se aferró al poder y gobernó por decreto durante más de un año, incluso pese a que muchas personas —entre ellas constitucionalistas y expertos legales— argumentaban que su mandato ya había concluido. Otras instancias internacionales y países, como Estados Unidos, respaldaron su postura de que el mandato de Moïse no terminaba hasta el próximo año.
Las calles las controlan grupos criminales armados que acostumbran secuestrar incluso a niños en edad escolar y a ministros religiosos a mitad de sus servicios en las iglesias. La pobreza y el hambre van en aumento y el gobierno ha sido acusado de enriquecerse y de no proveer los servicios más básicos. Ahora, el vacío político que dejó el asesinato de Moïse podría alimentar un ciclo de violencia, advirtieron los expertos.
Hace más de dos siglos, los haitianos lucharon para liberarse del yugo de la Francia imperial y poner fin a una de las colonias esclavistas más brutales del mundo, una que le dio enormes riquezas al país europeo.
Lo que inició como un levantamiento de los habitantes esclavizados a principios del siglo XVIII, al final condujo a la sorprendente derrota de las fuerzas napoleónicas en 1803.
Pero el sufrimiento de los haitianos no terminó con el derrocamiento de los franceses.
Más recientemente, el país sufrió más de dos décadas de dictadura con François Duvalier, conocido como Papa Doc, y luego con su hijo Jean-Claude, conocido como Baby Doc.
En 1990, Jean-Bertrand Aristide, un sacerdote de una zona pobre, fue electo presidente de Haití. Pero antes de cumplir un año en el poder fue depuesto en un golpe.
Después de un terremoto devastador hace 11 años, el país no ha logrado reconstruirse, y muchos dicen que ha empeorado, a pesar de los miles de millones de dólares de ayuda que ha recibido para la recuperación.
El miércoles, Joseph dijo que el presidente había sido “asesinado cobardemente” pero que los asesinos “no pueden matar sus ideas”. Llamó al país a “estar en calma” y dijo que daría un mensaje a la nación.
Aseguró que la situación de seguridad del país estaba en control de la policía y el ejército. No obstante, los observadores internacionales advirtieron que la situación podía salirse de control rápidamente.
Didier Le Bret, exembajador de Francia en Haití, afirmó que la situación en Haití se había tornado tan volátil que “muchas personas tenían interés en deshacerse de Moïse”.
Dijo que esperaba que Joseph pudiera gobernar el país, a pesar de su falta de legitimidad política.
Le Bret criticó a la comunidad internacional por ignorar la situación política inestable en Haití y dijo que ahora debería ayudar al país a “garantizar una transición pacífica”.
Harold Isaac colaboró con reportería.
Catherine Porter es la jefa de la corresponsalía de Canadá, con sede en Toronto. Antes de integrarse al Times en 2017, era columnista y escribía reportajes para The Toronto Star, el diario de mayor circulación de Canadá. @porterthereport
Marc Santora es el editor de noticias internacionales en Londres y se enfoca en eventos noticiosos de último momento. Antes fue jefe de la corresponsalía de Europa Central y del Este, con sede en Varsovia. También ha reportado ampliamente desde Irak y África. @MarcSantoraNYT
Harold Isaac colaboró con reportería.