Especial para Infobae de The New York Times.
La película, ambientada en un barrio neoyorquino conocido como la Pequeña República Dominicana, no incluyó a latinos de piel oscura en los papeles principales. Críticos y reporteros del Times analizan cómo repercute esa ausencia.
In the Heights
, la muy postergada adaptación de Hollywood del musical de Broadway, se presentó como un avance para la representación latina en Hollywood, pero ha suscitado una conversación sobre el colorismo y el reparto de la película.
El barrio neoyorquino en el que se desarrolla la historia, Washington Heights, es predominantemente afrodominicano. En una entrevista, Felice León, productora de video para The Root, le preguntó a Jon M. Chu, el director, y a algunas de las estrellas sobre la falta de protagonistas de piel oscura en la película: “Como mujer negra de ascendencia cubana, específicamente de la ciudad de Nueva York”, le dijo, “sería negligente por mi parte no reconocer el hecho de que la mayoría de sus actores principales son personas latinas de piel clara o blanca”. Chu dijo que se trataba de una conversación pendiente y de algo sobre lo que necesitaba educarse. Al final, dijo, trataron “de conseguir a la gente que era mejor para esos papeles”.
Lin-Manuel Miranda, integrante del equipo creativo de la película, que incluye a la escritora Quiara Alegría Hudes, abordó las críticas la semana pasada en un comunicado en Twitter. Se disculpó por quedarse corto al “intentar pintar un mosaico de esta comunidad”. Varios latinos destacados salieron en defensa de Miranda, incluida la pionera actriz latina Rita Moreno, que más tarde se retractó de sus comentarios. No es la primera vez que Chu tiene que responder a cuestionamientos de identidad. Su éxito de taquilla Crazy Rich Asians también tuvo que enfrentarse a cuestiones similares en lo que respecta al elenco de asiáticos y asiáticoestadounidenses en la película. (El actor principal de esa película, Henry Golding, es birracial).
Pedí a cinco críticos y reporteros del Times que opinaran sobre las críticas y lo que significa para la representación en las artes. Estos son extractos editados de la conversación. MAIRA GARCIA
Mi primera ida al cine desde que comenzó la pandemia, como la de muchas personas, fue para ver
In the Heights
en la gran pantalla. Fue un momento de gozo, después de un año lleno de cosas sin alegría. Era emocionante ver cuerpos morenos cantando y bailando en la ciudad que ha sido mi hogar durante casi una década.
Durante mucho tiempo ha habido una falta de representación latina en Hollywood, e
In the Heights
pretendía ser un avance para rectificar. Sin embargo, la entrevista de León planteó importantes cuestiones sobre el colorismo en el reparto de la película, que se centra en un barrio que tiene una gran población afrolatina. ¿Hizo el equipo creativo lo suficiente en lo que respecta a la representación?
CONCEPCIÓN DE LEÓN En mi opinión, no. Desde que salió el tráiler me preocupaba el tema del colorismo en la película. Aparte de Leslie Grace, la actriz dominicanoestadounidense que interpreta a Nina, una estudiante universitaria puertorriqueña que tiene dificultades para encajar en la comunidad de la Universidad de Stanford, ninguno de los papeles principales lo interpreta un afrolatino. Hollywood lleva mucho tiempo valorando y destacando a los latinos de piel clara por encima de los afrolatinos, negándoles a menudo papeles que reflejan su cultura. Es una representación limitada e inexacta de los latinos, que son diversos en cultura y aspecto.
Pero lo que hace que estas decisiones de reparto sean especialmente indignantes es que la película está ambientada en Heights, una zona que se conoce como la Pequeña República Dominicana. Al menos el 90 por ciento de los dominicanos somos afrodescendientes, según un reciente estudio de población. Entonces, ¿por qué no aparecemos de forma destacada? En cuanto a lo que el equipo podría haber hecho de forma distinta, parece sencillo. Podrían haber contratado a más actores negros y latinos, no para llenar una cuota de diversidad, sino porque eso habría reflejado la realidad del barrio. O, al menos, podrían haber sido más claros y decir que esta película no pretendía representarlos.
SANDRA E. GARCIA Los dominicanos son afrodescendientes, son un pueblo negro y no vi que eso se representara. Los latinos que vi eran del tipo que Hollywood siempre ha favorecido: latinos que se parecen a Jennifer López y Sofía Vergara. Los latinos como yo, en los que no hay ambigüedad sobre su negritud, los que llevan su negritud en la cara, apenas pasan el corte en alguna producción, ya sea de Hollywood o de Univisión. Hay una razón por la que mi madre sabe los nombres de todos los presentadores de noticias de piel oscura en Telemundo y es porque es raro verlos en los reflectores. In the Heights continúa con el gaslighting o manipulación que los negros latinos han soportado desde que tengo memoria. Tenemos una cultura hermosa, tenemos una música es hermosa, pero no somos lo suficientemente dignos para que se nos destaque junto con ellas. Todo lo que creamos, como el salchichón y el mangú que se muestran en la película, o el merengue y la bachata, son dignos de celebración, pero nosotros no.
MAYA PHILLIPS Debo reconocer que no lo noté al principio; mis ojos estaban demasiado encandilados por la felicidad de ver un gran y brillante musical en una pantalla grande. Pero sí empecé a notar la ausencia: por ejemplo, en el número del Carnaval del Barrio (que está muy bien coreografiado, por cierto), hay una parte en la que la cámara se desplaza para mostrar a diferentes grupos de residentes que llevan varias banderas, y me di cuenta de la falta de rostros negros. Y Benny me llamó la atención porque aparentemente era el único personaje de piel oscura ¡en todo el barrio! A veces, mi madre y yo vemos una película o una obra de teatro, o simplemente estamos en algún lugar del mundo y jugamos a un juego llamado “Encuentra a los negros”, como “¿Dónde está Waldo?”, pero menos divertido, ja. Parece que muchas artes y reuniones públicas hacen como si los negros no existieran.
Me pasa lo mismo, Maya. Soy una gran aficionada a los musicales y a la música latina, así que creo esto en parte nubla la realidad de este barrio: que es predominantemente afrolatino y que la falta de rostros negros se ha convertido en una omisión más flagrante.
ISABELIA HERRERA He visto justificaciones que dicen que In the Heights no es un documental y no pretende representar al verdadero barrio dominicano de Washington Heights sino que se trata de un barrio latino de fantasía. Claro que entendemos que se trata de un musical, una historia con elementos surrealistas y fantásticos. Incluso si aceptamos la opinión de que una fantasía no tiene que ser representativa, ese argumento supone que de todos modos, los latinos negros no pertenecen a estos mundos imaginarios. Al mismo tiempo, el director, los actores y los productores han utilizado el lenguaje de la celebración comunitaria y la historia cultural del barrio real de Washington Heights para comercializar la película. Esto parece una contradicción, y una que para mí resulta muy reveladora.
¿Qué significa el colorismo en la comunidad latina y cuáles son las formas en que se manifiesta? ¿Qué perdemos al no tener un amplio espectro de representación en las artes?
DE LEÓN El colorismo en la comunidad latina se manifiesta de forma parecida a como sucede en la comunidad negra estadounidense: cuanto más clara es tu piel, más hermosa y deseable se te percibe. Mi complexión era siempre un tema de conversación cuando era niña, y a mis primas que son más oscuras que yo les iba peor, a menudo ridiculizadas con palabras denigrantes como “mona”, que están normalizadas pero tienen un trasfondo racista.
En República Dominicana y en otros lugares existe el concepto de “mejorar la raza” al salir con blancos, para blanquear el linaje. Es una noción que tiene sus raíces en la colonización, cuando España implantó un sistema de castas en la isla de La Española, que la República Dominicana comparte con Haití, donde se situaba a las personas de ascendencia europea o mestiza más arriba en la escala social y se les permitía más oportunidades de progreso. Aunque este sistema ya no existe, todavía hay rastros de él en la forma en que se ve y se trata a los latinos negros. Son más pobres y tienen menos acceso a educación de calidad, vivienda o salud que los latinos de piel clara. Al borrarlos en la pantalla, estamos perpetuando este daño y fomentando la narrativa de que solo lo blanco es adecuado.
En mi familia (soy mexicanoestadounidense), soy de piel más oscura que algunos de mis parientes y eso me ganó el apodo de “Prieta”. Tengo hermanos y primos que son más blancos que yo, incluso que pasan por blancos. Aunque algunos podrían considerar que palabras como
prieta
son términos cariñosos, también pueden ser muy perjudiciales, ya que transmiten una diferencia: no eres la norma, es decir, blanco.
GARCIA Como alguien que ha existido como latina de piel negra toda la vida, el colorismo está en todas partes en la Latinidad, un término académico que dice que los latinos comparten hilos comunes de identidad. Las cicatrices de la colonización y de un dictador que se ponía polvos en la piel para parecer más claro siguen siendo visibles en la cultura dominicana. Para la gente como yo, esas cicatrices todavía se viven de forma muy visceral. Creo que los dominicanos están despertando a una negritud que se les ha enseñado a evitar, y creo que ahora más que nunca hay más espacio para los dominicanos de piel oscura. Dicho esto, el statu quo es que los latinos de piel más clara son mejores y mucha gente no está dispuesta a renunciar a eso, por la razón que sea.
A.O. SCOTT Ese parece ser el caso de gran parte del cine y la televisión latinoamericanos. Es raro ver protagonistas negros o indígenas en las películas del Caribe o de Brasil, y más raro aún encontrar directores de esos orígenes.
PHILLIPS Creo que todo esto refleja la visión terriblemente estrecha que tiene nuestra sociedad de la representación racial, que una persona latina debe tener un aspecto muy específico y una persona negra debe tener un aspecto muy específico, y que esas identidades no pueden cruzarse. Es como si existiera miedo a que tener ese amplio espectro de representación pueda ser confuso.
La película no contaba con grandes estrellas en los papeles principales porque el equipo creativo quería arriesgarse con nuevos talentos. Parece que podría haber sido la oportunidad perfecta para evitar los problemas de colorismo. Chu dijo que seleccionaron a los mejores actores para los papeles. ¿Qué le pareció su respuesta?
DE LEÓN Su respuesta perpetúa la idea de que los actores negros tienen menos talento o capacidad que los blancos, cuando en realidad las decisiones de casting suelen estar marcadas por prejuicios personales e ideas arraigadas sobre quién merece o está a la altura de un papel protagónico. No es casualidad que los latinos que aparecen en la pantalla sean (en su mayoría) de piel clara. Es un reflejo de una cultura global de anti-negritud. Ha habido algunas excepciones. Julissa Calderón es una afrodominicana con un papel destacado en
Gentefied
, la comedia de Netflix sobre el rápidamente cambiante barrio de Boyle Heights en Los Ángeles. Y la debutante Alycia Pascual-Peña, una afrodominicana del Bronx, fue una de las protagonistas de la película
Moxie
, dirigida por Amy Poehler. Pero estas representaciones son escasas.
GARCIA La gente está muy acostumbrada a que la mujer de piel oscura, todavía en 2021, haga de criada en la novela. Por muy inteligentes que sean Chu y Miranda, se han conformado como todo el mundo. Es absolutamente imposible que no hubiera una negra latina de piel oscura para contratar para un protagónico. Somos demasiadas. Es fácil creer esa retórica, pero es sencillamente falsa. Sí creo que la gente ha sido condicionada para creer que un latino se parece a Gisele Bündchen, Jennifer López y Sofía Vergara, sea cual sea su herencia. Hace falta mucho condicionamiento para llegar hasta aquí y ha habido más que suficiente. Esta es una película que querían vender y perpetuaron la idea de que los latinos negros no pueden vender una película.
HERRERA Me hubiera encantado ver a alguien como Jharrel Jerome en esta película; es un actor negro dominicano que estuvo en Moonlight y ganó un Emmy por su papel en When They See Us de Netflix. Hubo una convocatoria de casting abierta para In the Heights, que se supone que democratiza el proceso y permite que se presenten más talentos emergentes. Así que el argumento de que no hay suficientes estrellas latinas negras importantes parece infundado.
En cuanto a la respuesta de Chu, es la misma excusa que los ejecutivos y directores de casting anglosajones blancos han utilizado para excluir a la gente de color de Hollywood durante décadas. Eso, para mí, expone realmente lo profundo que es el problema. La cuestión va más allá de una película o de una decisión de casting: se trata de los legados de la superioridad blanca que han situado la blancura como una experiencia universal a partir de la cual podemos contar historias.
Miranda emitió una disculpa el lunes. No está claro el grado de influencia que tuvo en las decisiones de reparto de la película —era parte del equipo creativo—, pero es una voz importante en Hollywood y en Broadway. ¿Qué opinan al respecto? ¿Se ejerce una presión injusta sobre Miranda, convirtiéndolo en el representante de muchas cuestiones relacionadas con la comunidad latina?
DE LEÓN Que se responsabilice a Miranda por la representación de los negros latinos es producto de la continua falta de diversidad en Hollywood. No tenemos muchos héroes, ni gente a la que acudir para ver historias de latinos. Eso no es culpa de Miranda, por supuesto. Él no creó la dinámica. Pero, citando a Spiderman, “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”, especialmente cuando tu película se desarrolla en un barrio negro latino. Plantea la cuestión de qué historias se priorizan y por qué. Se capitaliza la negritud mientras se ignora a los negros. Su disculpa es bienvenida y justificada, pero no es el final de la conversación.
GARCIA Como Miranda es una figura tan icónica en Hollywood y Broadway, nos sentimos aún más defraudados. Evidentemente, esto no es del todo culpa suya. Hollywood apenas tiene la infraestructura necesaria para ser justo con los actores afroamericanos, y mucho menos con los latinos negros. Dicho esto, como Miranda se comportó como si creyera en Washington Heights de todo corazón, simplemente pensamos que también nos veía. Pensamos que nos veía en los clubes, en la calle, en los bares, en la bodega con él. Creo que por eso esto es un tremendo shock para la comunidad dominicana, porque su visión no coincide con su lealtad. Aprecio el trabajo de base que esto sienta para que los demás latinos puedan contar sus historias singulares en la gran pantalla. Tal vez una joven latina negra vea In the Heights y se inspire para contar su verdad. Ahora tiene un camino para conseguirlo. Estoy agradecida por eso.
PHILLIPS Tengo que decir que simpatizo con Miranda, porque reconozco y aprecio todo el gran trabajo que ha hecho por la comunidad teatral, y el gran teatro que nos ha dado. Esto me recuerda la conversación que tuvimos sobre el estreno de
Hamilton
en streaming el año pasado y la fijación que tenía con el musical por el hecho de que casi se borrase la esclavitud a pesar de su subversiva elección de reparto al representar a los padres fundadores como personas de color. Creo que su trabajo es bueno e importante y que debería ser consciente —como cualquier artista— de sus puntos ciegos. Pero estoy de acuerdo con Concepción en que tampoco debería cargar con todo el peso de un problema que refleja cuestiones de la industria en general.
SCOTT ¡Sí! Creo que es casi inevitable que los artistas que hacen grandes progresos en materia de representación —algo que puede decirse con toda justicia tanto de Miranda como de Chu— sean cuestionados por no ir lo suficientemente lejos. Sin dejarlos a ellos o a In the Heights libres de culpa, vale la pena recordar lo profunda y retorcida que ha sido la historia de la representación errónea y la no representación en Hollywood, y cómo las actitudes raciales estadounidenses han creado la invisibilidad que es tan evidente en esta película.
Parte de esta historia se refleja en prácticas rutinarias de casting que ahora parecen escandalosas. Marlon Brando interpretó al revolucionario mexicano Emiliano Zapata en ¡Viva Zapata!. Natalie Wood interpretó a María en West Side Story. Mi querido tío abuelo Eli Wallach interpretó a innumerables bandidos. Mientras tanto, los pocos actores latinos que consiguieron entrar en el cine estadounidense fueron relegados a papeles secundarios (como Rita Moreno en West Side Story) o se vieron obligados a restar importancia a su identidad. Los actores negros también enfrentaron graves obstáculos, pero no eran los mismos, en parte porque en Hollywood se asumía o se imaginaba que los negros y los latinos eran categorías mutuamente excluyentes.
Esa suposición tendió la trampa en la que cayó In the Heights. Una vez más, no se trata de absolver a ninguno de los implicados en el proyecto por las decisiones que tomaron, sino de identificar la poderosa ideología que hizo que esas decisiones parecieran tan naturales, incluso cuando se enfrentaban a la experiencia y a la realidad.
HERRERA La latinidad en sí misma es una categoría delicada, porque centra una concepción homogénea y monolítica de la etnicidad por encima de las experiencias a menudo borradas de las comunidades indígenas y negras. Espero que este asunto abra la puerta a este tipo de conversaciones en público, para que mis compañeros latinos blancos (y no negros) escuchen y aprendan sobre la historia del colorismo, para que adquieran las herramientas necesarias para hablar de estos temas, y no de forma defensiva. La responsabilidad no debe recaer solo en los latinos negros.
¿Es posible que te guste la película y que te preocupe el reparto? ¿Son mutuamente excluyentes?
DE LEÓN Por supuesto que está bien que te siga gustando la película. No es una discusión binaria. He oído a muchas personas decir que les encantó la película a pesar de sus defectos. Ver mi amada bandera dominicana no solo representada, sino exaltada en la pantalla, fue una alegría, al igual que la representación de los problemas comunes de los inmigrantes, como la añoranza de su país de origen, los grandes sacrificios para triunfar en Nueva York o las dificultades para encontrar una comunidad en la universidad. Por no hablar de la comida y de mucha de la música (aunque todavía me molesta que la bachata, quintaesencia de República Dominicana, no haya tenido más protagonismo). Pero nada de esto es suficiente. No se pueden celebrar los pasteles en hoja sin celebrar a los negros dominicanos. No se puede celebrar la salsa sin reconocer que su percusión es heredada de los tambores africanos. Mostrar estos elementos culturales es, sin duda, importante, pero no puede separarse o hacerse en lugar de representar a los propios latinos negros.
GARCIA Disfruté viendo la piscina de Highbridge en ese hermoso número musical. Me gustó el papel central de la escalera de incendios, la bodega, la comida y la música. Me identifiqué con mucho de ello. Como latina muy negra, estoy casi acostumbrada a no verme en los medios latinos, incluso cuando es nuestra cultura la que se exalta. No hablo en nombre de todos los negros latinos, pero la constatación de tu inexistencia en una superproducción cultural de este tipo simplemente duele. La manipulación que viene con la validación de nuestra música y cultura pero el borrado de nuestros cuerpos es casi normal. Como en la película biográfica Selena de los años noventa, somos demasiado negros para los latinos y demasiado latinos para los demás.
PHILLIPS Una lección importante es que, tanto si se trata de una película como de una obra de teatro o lo que sea, el trabajo comienza con el reparto, pero no termina ahí. También se trata de la historia y el contexto. Crear arte sobre la gente morena y negra no siempre es tan fácil como nos gustaría pensar, o, para ser más exactos, crear un arte bueno y lleno de matices sobre la gente morena y negra no siempre es tan fácil como nos gustaría pensar.
HERRERA En el fondo, el acto de la crítica es una labor de amor. Criticamos los objetos culturales porque tenemos esperanza en ellos y queremos que sean mejores. A menudo pienso en una entrevista de 2019 en The Nation con el poeta y escritor Hanif Abdurraqib. Habla de la noción de que la crítica es algo que surge de la ira, la amargura o los celos. Para mí, esa ira está al servicio de algo más: nos permite imaginar un futuro político más justo. Como dice: “La crítica, para mí, tiene que ser un acto de amor, si no, es una pérdida de tiempo. Así que tengo que encontrar la manera de honrar a los artistas que me importan sin dejar de entender que mi trabajo no es necesariamente inclinarme ante ellos”. También me ayuda a interpretar el arte fuera de “esto es bueno” y “esto es malo”.
SCOTT Ese es un punto tan importante sobre la crítica, que con demasiada frecuencia se malinterpreta como “odiar” o “cancelar”. La otra noche, en el programa The Late Show With Stephen Colbert, Rita Moreno trató de defender a Miranda —“un hombre que, literalmente, trajo la latinidad y la puertorriqueñidad a Estados Unidos”— deseando, en efecto, que sus críticos se callaran, o que esperaran hasta un momento no especificado y más apropiado. Desde entonces se ha disculpado, y un reciente documental detalla la intolerancia a la que se enfrentó a lo largo de su carrera. En cualquier caso, proteger las obras de arte de las críticas no les hace ningún favor. Es tan simplista como descartarlas por sus defectos.
HERRERA Creo que un aspecto importante de este debate es que ha puesto de manifiesto una vez más las limitaciones de una conversación centrada en la representación. Durante mucho tiempo, la representación ha sido anunciada como una solución al racismo; momentos como este realmente exponen la farsa de esa idea. A menudo se argumenta que la representación, especialmente en espacios donde las comunidades marginadas han sido históricamente excluidas, nos salvará de la discriminación. Pero lo que puede hacer la representación tiene sus límites.
Cuando centramos toda nuestra atención crítica en la representación y la inclusión, nos distrae del trabajo de comprender las condiciones que crean el racismo en primer lugar. La conversación no es solo sobre In the Heights o sobre el número de creadores latinos en Hollywood, sino sobre la historia de la antinegritud, que ha permitido que los latinos blancos y de piel más clara sean los más visibles en todos los aspectos de nuestra cultura.
El hecho de que haya un latino en la sala no significa que no pueda perpetuar sistemas de poder dañinos, o que no sea capaz de excluir. Así que quiero terminar con un recordatorio a mis compañeros latinos blancos, que tienen una responsabilidad única de escuchar este tipo de conversaciones. No voy a hablar desde un pedestal y pretender que no soy cómplice de estas dinámicas como mujer blanca dominicana. Pero quiero que pensemos profundamente en cómo estamos usando nuestro privilegio en estas industrias. No para centrar la blancura en la conversación, sino porque necesitamos considerar la forma en que usamos nuestro acceso a ciertos espacios y si estamos comprometidos con el trabajo antirracista en ellos, sin importar lo incómodo que nos pueda resultar.
Isabelia Herrera es crítica de arte becaria en el Times. Cubre la cultura popular, con especial atención a la música latinoamericana y latina en Estados Unidos. Anteriormente fue editora colaboradora en Pitchfork y ha escrito para Rolling Stone, Billboard, GQ y NPR, entre otros. @jabladoraaa
Concepción de León es una reportera de viajes que vive en Nueva York.
Maya Phillips es crítica principal de The New York Times. Es autora de la colección de poesía Erou (Four Way Books, 2019) y de NERD: On Navigating Heroes, Magic, and Fandom in the 21st Century, que Atria Books publicará en el verano de 2022. @mayabphillips
A.O. Scott es crítico principal y cocrítico jefe de cine. Se unió al Times en 2000 y ha escrito para Book Review y The New York Times Magazine. También es autor de Better Living Through Criticism. @aoscott