Los zapatos de tacón están listos para pisotear a los Crocs y los Birks

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A pedestrian wears high heels on the streets of New York on May 30, 2021. High-heeled shoes were at the point of flatlining, industry pundits fretted, teetering on the edge of extinction. Fast forward a few months to find those consumers trading comfort and function for the joy of dressing up. (Justin J Wee/The New York Times)
A pedestrian wears high heels on the streets of New York on May 30, 2021. High-heeled shoes were at the point of flatlining, industry pundits fretted, teetering on the edge of extinction. Fast forward a few months to find those consumers trading comfort and function for the joy of dressing up. (Justin J Wee/The New York Times)

Especial para Infobae de The New York Times.

Hace poco, cuando se vestía para celebrar su cumpleaños 26, Cleo Pac Monrose se propuso hacer una declaración con su ropa. Monrose, comercializadora de pódcast para Spotify, sacudió el polvo de su ropa de fiesta y de los zapatos de tacón lavanda que había tenido guardados desde justo antes del confinamiento.

Al ponerse los zapatos, se sintió insegura al principio.

“Era como un papel totalmente nuevo para mis pies. Hacía tiempo que no me ponía tacones”, comentó. Al poco tiempo se volvió a sentir cómoda con sus zapatos.

“Es como montar en bicicleta”, dijo. “Te levantas enseguida”.

Espera. ¿No era hace un momento que los compradores se lamentaban —o se alegraban, según se prefiera— de la lamentable desaparición de los tacones de aguja y de rascacielos, por haber abandonado sus zapatos de fiesta durante el cierre en favor de la comodidad de las zapatillas y los zuecos?

El calzado de tacón alto estaba a punto de caer en picada, de estar al borde de la extinción, según los expertos del sector.

Sin embargo, meses más tarde, los consumidores han dado un giro de 180 grados: intercambiaron la comodidad y la funcionalidad por el placer de vestirse. Después de más de un año de confinamiento, quieren mejorar su estilo con tacones altos.

“La gente está muy cansada de los atuendos cómodos y descuidados”, dice Daniel Harris, de 18 años, consultor de moda independiente en Kingsport, Tennessee. “Hemos pasado un año y pico en el que todo el mundo se ha encerrado en casa. Ahora volvemos a ponernos los tacones y a salir”.

Amén a eso, dicen los analistas profesionales de tendencias. Las rebajas de los zapatos de tacón alto han disminuido en los últimos meses, lo que indica que quienes pueden permitírselos están comprando tacones a precio completo, según Sidney Morgan-Petro, responsable de ventas al por menor y compras de WGSN, un servicio de previsión de tendencias de Nueva York. El año pasado fue una anomalía, por lo que quizá sea demasiado pronto para decir que se trata de un auge, explicó Morgan-Petro. “No obstante, los zapatos de tacón alto están teniendo un gran momento ahora”.

Matt Priest, presidente y director ejecutivo de Footwear Distributors and Retailers of America, se mostró igual de optimista, al observar un repunte perceptible en la venta de calzado de vestir.

“A medida que vuelvan los eventos —conciertos, teatro o fiestas—, esperamos ver un resurgimiento”, afirmó. “La cuestión se reduce a saber si nuestro sector tendrá suficiente inventario”.

Las búsquedas en Google de “zapatos de tacón”, un indicador fiable de la demanda, han aumentado en las últimas semanas, pues los consumidores presumiblemente exploran el mercado en busca de zapatillas para llevar a bodas, bailes de graduación y otros eventos formales.

Las revistas de moda, cuyo negocio es impulsar las ventas, parecen especialmente interesadas en dar un impulso a los tacones.

“En efecto, he extrañado el uso de un atuendo llamativo y de algo incómodo, solo para tener un buen estilo”, escribió Christian Allaire en abril en Vogue.com, al promover un inventario de blusas ajustadas, corsés y, por supuesto, tacones de aguja. “¡La belleza es dolor, después de todo!”, argumentaba sin ironía.

Ileana Zambrano no necesitaba ese empujón. Cuando se arregló para cenar la semana pasada en Morandi, una “trattoria” popular de Nueva York, Zambrano, quien dijo que su edad solo le incumbía a ella, estrenó sus sandalias Jimmy Choo.

“No podía esperar a vestirme y ponérmelas de nuevo”, dijo. “No me importa si no puedo caminar bien”.

Kelly Holmes, de 47 años, amiga y colega de Zambrano, mostró una compra reciente, un par de sandalias doradas, altísimas y puntiagudas. Ha usado tacones desde que los restaurantes volvieron a abrir sus puertas para comer en interiores.

“Ahora, cuando voy por la calle, me siento como una gacela que acaba de nacer”, comentó.

Las marcas de lujo apuestan por un resurgimiento continuo.

“Las mujeres han extrañado la alegría de vestirse”, dijo Manolo Blahnik, que parece estar empeñado en animar a una nueva generación de Carrie Bradshaws, ya que ha inaugurado tiendas nuevas en East Hampton, Nueva York, y en la avenida Madison de Manhattan.

“Las mujeres no pueden estar sin sus zapatos de tacón”, insiste Blahnik. “Nunca se aburren”.

Abiertas al público tras una pausa de dos años, las tiendas se abastecerán de zapatos de tacón y sandalias de piel de becerro, así como de coloridos estilos en moiré de seda. Los tacones de 10 centímetros han sido un pilar de la empresa, dijo Kristina Blahnik, sobrina de Blahnik y directora ejecutiva de la marca. “Pero estamos trayendo de vuelta nuestros tacones de 12 centímetros, que no hemos fabricado en años”.

Es cierto que, para algunos, los Crocs y Birks de los últimos meses representaban sobre todo una renuncia. Harris, el consultor de tendencias, que tiene predilección por los botines altos y el calzado sin espalda, se sintió frustrado durante el confinamiento y buscó cualquier ocasión para sacar a relucir sus zapatos de fiesta. El invierno pasado se puso un par de botas de tacón alto con un detalle delicado de cadena y punta cuadrada.

“Parecía un bebé jirafa cuando me las puse por primera vez en seis meses, más o menos”, dijo. “Me las puse para ir al centro comercial. Tenía muchas ganas de lucir fabuloso”.

Monrose, otra incondicional de la moda, decidió pasear por su habitación con sus zapatos de tacón color lavanda mientras trabajaba desde casa.

“Llevaba mucho tiempo queriendo ponérmelos”, dice. “Cuando me los puse, me sentí como una niña pequeña de nuevo, jugando con mi cajón de disfraces de princesas de Disney”.

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