Especial para Infobae de The New York Times.
Melinda Gates, al menos, ha mostrado deseos de vivir en una casa más pequeña.
Mientras los expertos en filantropía, finanzas, tecnología y salud global luchan por anticipar lo que el divorcio de Melinda y Bill Gates podría significar para sus industrias, otros se preguntan: ¿Quién se quedará con la propiedad frente al lago en los suburbios de Seattle, que está valorada en más de 131 millones de dólares? Y, ¿podremos por fin echar un vistazo al interior?
La pareja, cuya fortuna se calcula en 124.000 millones de dólares según Forbes, anunció el lunes la separación en un comunicado conjunto que publicaron en sus perfiles de redes sociales. La Fundación Bill y Melinda Gates, que presiden en conjunto, dijo que su estructura organizativa no cambiaría.
Pero su casa de 20.000 metros cuadrados a la orilla del lago Washington es tema aparte. El extenso complejo que, al momento de este reportaje de The New York Times en 1995 incluía un spa, una piscina de 18 metros, un gimnasio con paneles de piedra de la cima de una montaña en el noroeste del Pacífico, una sala de trampolines y un arroyo para salmones, truchas y otros peces, ha sido apodada Xanadu 2.0 por los biógrafos de Gates.
(Xanadu es el nombre de la propiedad enorme y lujosa del magnate al centro de la película Ciudadano Kane. El 2.0 es un guiño a las innovaciones tecnológicas de Gates).
La familia Gates ha guardado celosamente los detalles del complejo costero, tanto así que en 2009 se vendió un recorrido por la propiedad en 35.000 dólares durante una subasta benéfica, según TechCrunch. Los Gates son dueños de muchos otros terrenos que rodean la propiedad principal, según muestran los registros públicos, por lo que pasar por ahí para echar un vistazo no es una posibilidad.
Pero un pasante de Microsoft logró entrar en 2007 y se le permitió escribir sobre la visita en el blog de la empresa. Según su relato, la casa está hecha de “madera como anaranjada” y la arena de la playa es importada de Hawái. La madera es abeto de Douglas; la procedencia de la arena no se ha verificado. (“Bajar por el camino de entrada de Bill es como llegar a Jurassic Park”, escribió el pasante. “El paisaje es una locura”).
Otros detalles conocidos sobre la casa son que está dividida en pabellones adosados en una colina de 50 metros y que la diseñaron los arquitectos James Cutler y Peter Bohlin. (El despacho de Bohlin luego diseñaría el famoso cubo de Apple que está en la tienda de la Quinta Avenida de Nueva York).
Y Melinda Gates dijo una vez que la mansión le provocó una “como mini crisis personal”.
Bill Gates ya tenía en marcha el proyecto la casa de sus sueños antes de casarse en 1994. Pero la construcción se detuvo cuando ella llegó. El lugar era “el sueño de un soltero y la pesadilla de una novia”, según un perfil de Melinda Gates en la revista Fortune en 2008, con “tanto software y pantallas de alta tecnología para hacer que una recién casada se sienta como si viviera en un videojuego”.
(Una década más tarde ella seguía pesimista al respecto: “solo para aclarar, la casa ya se estaba construyendo cuando yo aparecí en escena”, dijo en una entrevista de 2019 con The New York Times. “Pero me hago responsable”).
Después de medio año de discusiones sobre si se debería desechar por completo el proyecto, Melinda Gates decidió incidir en la construcción incorporando sus preferencias e insistió en hacer del lugar un hogar para una familia y no para un gurú tecnológico solitario. Para ello contrató al diseñador de interiores Thierry Despont, quien ha sido el cerebro creativo de la restauración de interiores famosos como el Palm Court en el Hotel Plaza en Nueva York y el Ritz en París.
A pesar de ello, Gates hizo grandes promesas sobre los poderes tecnológicos de la casa en su libro de 1995, Camino al futuro. Describió su visión de una casa inteligente donde los huéspedes tendrían insignias que se comunicarían con los sensores de la casa. A medida que se recorrían las habitaciones, las luces se atenuaban o se iluminaban, se escuchaba música y la temperatura se ajustaba automáticamente a sus preferencias. No está claro si aquellos planes dieron resultado.
Otro aspecto que Bill Gates tenía en mente era convertir las paredes en pantallas de video que podrían proyectar obras de arte digitalizadas. Al empezar la construcción, Gates empezó a comprar los derechos electrónicos de obras de fama mundial a museos como la National Gallery de Londres a través de una empresa llamada Interactive Home Systems.
Estas compras eran parte de un experimento emprendedor: Gates imaginaba un futuro en el que otras personas pudieran decorar su casa con obras de arte digitalizadas, tal como él pretendía. Su visión no prosperó: Interactive Home Systems se convirtió en Corbis, un gran archivo fotográfico, que luego vendió a una empresa china su división de imágenes y licencias).
Tal vez Bill Gates ahora vuelva a retomar el diseño y construcción de una casa inteligente (aunque tal vez eso no resulte un proyecto muy desafiante para él ahora, que hay dispositivos conectados por todas partes).
Porque a pesar de los cambios que hizo en la casa de la pareja, Melinda Gates expresó hace poco su renuencia a seguir viviendo allí.
“No vamos a tener esta casa toda la vida”, le dijo al Times en 2019. “De verdad anhelo el día en que Bill y yo vivamos en una casa de 140 metros cuadrados”.
Alain Delaquérière colaboró con investigación.
Valeriya Safronova es reportera de la sección Style. @vsaffron
Alain Delaquérière colaboró con investigación.