El discurso anual de Biden ante el Congreso en cuatro claves

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Especial para Infobae de The New York Times.

El presidente Biden presentó un tono esperanzador sobre la pandemia, y se hizo historia con dos mujeres en el estrado.

WASHINGTON — Después de cuatro décadas de buscar el cargo más alto de la nación, Joe Biden asumió la presidencia mientras una pandemia mortal y una crisis económica le impedían hacer cualquiera de las partes del trabajo que típicamente podrían considerarse entre sus ventajas.

No puede pasar revista a las tropas, estrechar la mano a lo largo de una fila o ser anfitrión de una cena de Estado para un líder extranjero visitante. Pero el miércoles por la noche, Biden participó por fin en un ritual santificado de la presidencia de Estados Unidos: dirigirse a una sesión conjunta del Congreso.

El discurso en sí tuvo un tono esperanzador y fue ambicioso en cuanto al alcance de las propuestas de Biden.

“Estados Unidos está en marcha de nuevo”, dijo el presidente, reconociendo que asumió el cargo en medio de la peor pandemia en un siglo, la peor crisis económica desde la Gran Depresión y lo que llamó el “peor ataque a nuestra democracia desde la Guerra Civil”.

He aquí cuatro puntos clave a tener en cuenta.

Se hizo historia con dos mujeres en el estrado

El discurso de Biden no se pareció a los discursos anuales del pasado, con más sillas cafés visibles en la audiencia que rostros cubiertos con mascarillas. Pero la imagen más llamativa de la noche no tuvo nada que ver con las precauciones contra el coronavirus. Por primera vez en la historia, dos mujeres se sentaron en el estrado detrás del podio presidencial.

La vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, y la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, en dos puestos destacados, fueron un recordatorio de las grietas en el techo de cristal político y de la cara cambiante del Partido Demócrata.

En el video, se ve el comienzo del discurso del presidente Biden en el que destaca la importancia histórica de tener a dos mujeres —la vicepresidenta, Kamala Harris, y la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi— sentadas en el estrado detrás de él.

“Señora presidenta de la Cámara. Señora vicepresidenta”, dijo Biden. “Ningún presidente ha dicho nunca esas palabras desde este podio, y ya era hora”.

Más tarde, mientras hablaba de la igualdad salarial y de oportunidades para las mujeres, improvisó un segundo reconocimiento a la impactante escena que había detrás de él. Ha “pasado demasiado tiempo”, dijo sobre llegar a la igualdad salarial. “Y si se lo preguntan, miren detrás de mí”.

Biden quiere ser más que un presidente “de transición”

Como candidato, Biden se lanzó como un “candidato de transición” que estaba en una posición única para unir a Estados Unidos y vencer a Donald Trump, pero que en última instancia quería servir de puente para la próxima generación de líderes demócratas.

En su discurso del miércoles, Biden dejó claro que aspiraba a ser algo más que un punto en los libros de historia cuyo mayor logro fue desbancar a su predecesor y esbozó propuestas para ampliar la licencia familiar, el cuidado infantil, el cuidado de la salud, la educación preescolar y la universitaria para millones de personas. Sus ambiciosos planes, si se aprueban, podrían convertirlo en una figura transformadora en la historia de Estados Unidos.

Calificó su plan de infraestructuras de dos billones de dólares como una “inversión única en una generación en Estados Unidos”, al señalar que era el mayor plan de empleo desde la Segunda Guerra Mundial, y dijo que, aunque daba la bienvenida a las ideas republicanas, “no hacer nada no es una opción”.

“El Plan de Empleo Estadounidense supondrá el mayor incremento en investigación y desarrollo no relacionado con la defensa que se haya registrado”, dijo.

Dio una vuelta de la victoria sobre el coronavirus

Los asesores de Biden suelen decir que su presidencia se levantará o caerá en función del número de vacunas en los brazos y de los cheques de ayuda que aparezcan en las cuentas bancarias. El miércoles por la noche, Biden indicó que creía que estaba ganando en la marca que probablemente más importaba a los estadounidenses que lo veían desde sus casas.

Presumió de haber superado su objetivo de 100 millones de vacunas en sus primeros 100 días. “Habremos proporcionado más de 220 millones de vacunas para la covid en 100 días”, dijo Biden, y señaló que casi el 70 por ciento de las personas mayores estaban ahora totalmente protegidas contra el virus, frente a solo el uno por ciento que estaban vacunadas cuando tomó posesión.

Incluso con los avances de su gobierno en la distribución de la vacuna, un gran porcentaje de estadounidenses duda en vacunarse. Si se tarda demasiado en alcanzar la “inmunidad de grupo”, el punto en el que la propagación del virus se ralentiza, podrían surgir nuevas y preocupantes variantes que evadan la vacuna y frenen los progresos realizados hasta ahora.

Biden no mencionó el miércoles por la noche esos retos que se avecinan. En su lugar, se centró en estadísticas más optimistas. “Hoy en día, el 90 por ciento de los estadounidenses viven a menos de ocho kilómetros de un centro de vacunación”, dijo, y señaló que todos los mayores de 16 años son ahora elegibles para una vacuna.

“Las muertes de personas mayores por COVID-19 han bajado un 80 por ciento desde enero”, dijo. “Han bajado un 80 por ciento. Y más de la mitad de los adultos de Estados Unidos se han vacunado al menos una vez”.

El bipartidismo tiene sus límites

El senador Ted Cruz, republicano por Texas, pareció dormir durante parte del discurso de Biden. Pero se despertó para aplaudir cuando el presidente se refirió a su decisión de poner fin a la guerra en Afganistán. El senador Mitt Romney, republicano por Utah, aplaudió cuando Biden dijo que “la energía limpia creará empleos para Estados Unidos”. Al salir de la Cámara de Representantes, Biden charló largo y tendido con el senador Rob Portman, republicano por Ohio.

Estos fueron algunos de los escasos guiños al bipartidismo en una noche en la que republicanos y demócratas siguieron hablando sin escucharse unos a los otros, dirigiéndose a realidades y públicos diferentes. Ninguno de los republicanos presentes en la sala aplaudió el objetivo declarado por Biden de ayudar a reducir la pobreza infantil a la mitad este año. Y hubo poca reacción a la promesa del presidente de que “el dinero de los impuestos de los estadounidenses se va a utilizar para comprar productos estadounidenses hechos en Estados Unidos que creen puestos de trabajo estadounidenses”, aunque parecía canalizar la visión económica del presidente Donald Trump de “comprar estadounidense”.

Biden dejó claro que seguirá adelante con los planes de gasto por valor de 6 billones de dólares que ha puesto en marcha, aunque no reciba ni un solo voto de apoyo republicano en el Congreso.

En su refutación, el senador Tim Scott, republicano por Carolina del Sur, trató de pintar a Biden como un líder divisivo.

“Un presidente que prometió unirnos no debería impulsar agendas que nos separan”, dijo, y calificó el plan de infraestructuras de “lista de deseos liberales” que incluía “las mayores subidas de impuestos que matan el empleo de una generación”.

En respuesta a la promesa de Biden de “erradicar el racismo sistemático”, Scott, el único republicano negro del Senado, afirmó que “Estados Unidos no es una nación racista”.

Biden dijo que estaba abierto a escuchar las ideas de los republicanos. Pero indicó que no esperaría eternamente.

“Aplaudo al grupo de senadores republicanos que acaba de presentar su propuesta”, dijo sobre una propuesta de infraestructuras. “Aceptamos las ideas. Pero el resto del mundo no nos está esperando. No hacer nada no es una opción”.

Annie Karni es corresponsal de la Casa Blanca. Anteriormente cubrió la Casa Blanca y la campaña presidencial de 2016 de Hillary Clinton para Politico, y cubrió noticias locales y política en Nueva York para el New York Post y el New York Daily News. @AnnieKarni

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