En un interesante artículo publicado este jueves en el prestigioso diario The New York Times se explicó cómo los procesos de vacunación exitosos pueden servir para hacer descender drásticamente los casos de contagio de COVID-19 y pasar a ser exponencialmente crecientes a exponencialmente decrecientes. La columna de opinión, firmada por Zoë M. McLaren -profesora asociada de la Escuela de Políticas Públicas de la Universidad de Maryland- expresa que si bien Estados Unidos vacunó a más de la mitad de sus adultos -de acuerdo con los datos proporcionados por los CDC, cerca de 144 millones de habitantes recibieron al menos una dosis de la vacuna- aún podrían faltar muchos meses para que la mayor parte del país alcance la inmunidad del rebaño.
“Los países que tienen tasas de vacunación en aumento, como Estados Unidos, pueden esperar con optimismo que los casos disminuyan considerablemente. Incluso antes de lo que se piensa”, dijo McLaren en su columna titulada Las matemáticas que explican el fin de la pandemia. “Esto, en parte, se puede explicar gracias al principio de decaimiento exponencial”, añadió.
Para McLaren, una estudiosa de la política sanitaria y económica para combatir epidemias de enfermedades infecciosas como VIH, tuberculosis y, desde hace un año, COVID-19, la población comenzó a saber respecto al crecimiento de las curvas de contagios y del término “crecimiento exponencial” y lo que esto significaba para identificar potenciales brotes incontrolables al inicio de la pandemia que atravesó todo el mundo durante 2020 y aún continúa con virulencia en varias naciones. “India, por ejemplo, que está atravesando una importante crisis de COVID-19, se encuentra en la fase de crecimiento exponencial”, graficó.
“El crecimiento exponencial significa que el número de casos puede duplicarse en cuestión de días”, explicó la autora, e introdujo el concepto de “decaimiento exponencial” para ilustrar la situación inversa a la que alarma a las autoridades en todo el planeta. “Significa que el número total de casos se puede reducir a la mitad en el mismo período de tiempo”, dijo.
“Comprender estas dinámicas exponenciales ayuda a tener una idea más clara de qué es lo que se debe esperar en la próximas fases de la pandemia”, expresó la experta radicada en Maryland, quien agregó que esto permitirá conocer de forma más certera “por qué el escenario debe mejorar rápidamente a medida que aumenten las tasas de vacunación, y por qué es importante mantener algunas precauciones incluso después de que disminuyan los números de casos”.
Como algo evidente pero que muchas veces no se logra ver, McLaren señaló que “cada posible caso de COVID-19 que se evita corta las cadenas de transmisión, lo cual a su vez impide que se sigan multiplicando los casos en el futuro”. Esto sería clave para interpretar mejor cómo fueron hechas las proyecciones que permiten ver cuándo una curva está en “decaimiento exponencial”. “El final de la pandemia probablemente se verá así: una caída abrupta de casos seguida de un período prolongado de números bajos, aunque estos podrían volver aumentar si las personas relajan las precauciones demasiado pronto”, indicó.
Según la especialista, esta tendencia se presentó en los países que vacunaron masivamente a la población, como los Estados Unidos. En apenas 22 días los casos disminuyeran de 250.000 a 100.000 en el pico del pasado 8 de enero. Sin embargo, esta situación varió con el pasó del tiempo, y la curva se estabilizó aun cuando estaba muy baja: demoró el triple de tiempo para que los casos diarios cayeran otros 100.000. Actualmente están entre los 50 mil y los 70 mil.
“Alcanzar la inmunidad del rebaño es un objetivo clave”, enseña McLaren en su artículo en The New York Times. “Lleva los casos a cero al desacelerar la propagación del virus a través de una combinación de inmunidad adquirida, ya sea por vacunación o infección, para así mantener un decaimiento exponencial, incluso cuando la sociedad reanude sus actividades normales. Pero, contrario a lo que se cree, alcanzar la inmunidad del rebaño no evita todos los brotes, al menos no inicialmente. Simplemente significa que son tan pocas las personas susceptibles a las infecciones que cualquier brote que ocurra tiende a desaparecer, y por lo tanto el recuento de casos disminuye. Con el paso del tiempo, los brotes se van volviendo cada vez menos comunes”.
A pesar del anhelo de todos los Gobiernos de alcanzar la famosa “inmunidad de rebaño”, para McLaren es posible “reducir rápidamente los casos de COVID-19 a través de un decaimiento exponencial” aun cuando aquel objetivo no haya sido alcanzado estadísticamente. “Solo se necesitan mantener las tasas de transmisión por debajo del punto de inflexión entre el crecimiento exponencial y el decaimiento exponencial”, concluyó.
“Mientras aumenten los números de personas vacunadas, estas podrán ir reduciendo gradualmente las precauciones a la par que los casos vayan disminuyendo. Mantener los casos bajos será más fácil con el tiempo, hasta que finalmente esto se dé casi sin esfuerzo; siempre y cuando se vacunen suficientes personas como para mantener los casos en un nivel bajo de manera sostenible. Ese es el poder del decaimiento exponencial”, remarcó la experta en enfermedades contagiosas.
Pero -siempre hay un pero- hay una advertencia que según McLaren hay que mantener encendida. De acuerdo con su columna, la inmunidad de rebaño no será fácil, aun cuando se vacune a gran porción de la población. “Es natural que algunas personas quieran reducir las precauciones cuando vean que los casos van disminuyendo y que se resistan a intensificar las precauciones cuando los casos aumenten nuevamente”. Este es uno de los desafíos más difíciles de abordar.
“Afortunadamente, la dinámica exponencial que conduce a cambios bruscos en los números de casos cuando estos son altos conduce a cambios mucho menos dramáticos cuando son bajos. Y a medida que se vacunen más y más personas, los cambios también se reducirán, ya que menos personas son susceptibles a la infección”, finalizó McLaren.
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