Muchas familias enfrentarán pronto una decisión complicada cuando tengan que reanudar sus actividades pre-pandemia.
Más del 50 por ciento de la población adulta estadounidense ha recibido al menos una dosis de la vacuna para el COVID-19. Siguiendo el ritmo actual, casi todos los adultos tendrían que haberse vacunado totalmente para junio. Sin embargo, en el caso de los niños serán relativamente pocos los que habrán sido vacunados para entonces. Si bien la vacuna Pfizer-BioNTech podría quedar autorizada para niños de entre 12 y 15 años el próximo mes, lo más pequeños aún parecen estar bastante lejos de ser inmunizados.
¿Qué deberán hacer el siguiente verano y el próximo otoño todas aquellas familias que están considerando enviar a sus hijos a la guardería, llevarlos de visita con sus otros familiares, a reuniones sociales, restaurantes o viajes de avión?
La respuesta no es fácil. Al final las familias tomarán diferentes decisiones según sus propias preferencias. Y seguramente habrá más de una que aborde un enfoque razonable.
Algunos padres optarán por cuidar a sus hijos manteniéndolos alejados de las dinámicas sociales, al menos hasta que las vacunas estén disponibles para ellos. Muchos de estos padres señalarán que algunos niños han muerto a causa del coronavirus, mientras que otros recordarán aquellos casos que han contraído una enfermedad inflamatoria poco común. Estos papás también dirán — y con bastante razón— que muchas características sobre el Covid continúan siendo un misterio.
Las futuras variantes podrían causar efectos más graves en los niños, y los efectos a largo plazo del Covid-19 aún no están del todo claros. Un enfoque cauteloso podría ser especialmente recomendable para las familias que tengan niños con problemas de salud subyacentes, o incluso adultos mayores que optaron por no vacunarse.
Sin embargo, también es cierto que habrá muchos otros padres que optarán por regresar a su vida normal antes de que sus hijos hayan sido vacunados. Es importante señalar que esos padres tomarán una decisión tan científicamente fundamentada como el enfoque de prevención más cauteloso.
Reconozco que algunos lectores se mostrarán escépticos ante este argumento. Muchos estadounidenses han pasado los últimos 13 meses viviendo prácticamente encerrados, por lo que imaginar un regreso a la normalidad puede ser tan incómodo como emocionante. Quizás, y aún más importante, los padres se sienten intensa y particularmente protectores con sus hijos y, en la mayoría de los casos, están felices de soportar los inconvenientes.
Desafortunadamente, no existe una opción libre de riesgos que este disponible para los padres en los próximos meses. Mantener a los niños en casa, lejos de sus amigos, sin actividades, sin escuela y sin ver a su familia, también puede ser perjudicial para ellos, como han sugerido múltiples estudios.
“Es muy importante atender la salud general de los niños, en lugar de solo cuidar un aspecto concreto motivado por el Covid”, dijo el Dr. Amesh Adalja, experto en pandemias y profesor de la Universidad Johns Hopkins. Mantener a los niños aislados es particularmente complicado para las familias de bajos ingresos, más porque ello les puede afectar en sus trabajos.
Cualquier decisión que se tome en relación a las dinámicas familiares implicará pros y contras. Mi objetivo aquí es ser una guía de los peligros que representa el Covid para los más pequeños.
A modo de comparación, comencemos con su efecto en los adultos. Para ellos, el Covid-19 ha cobrado un precio brutal, lo suficientemente grande como para justificar el cierre de gran parte de la vida diaria. La enfermedad ha matado 16 veces más estadounidenses que la gripe en un año normal.
A nivel nacional, el Covid-19 fue la tercera causa de muerte en 2020, después de las enfermedades cardíacas y el cáncer. Incluso para los adultos que solo tienen 30 años, el Covid-19 ha aumentado significativamente sus probabilidades de muerte: parece haber sido la quinta causa más común de muerte en el último año, después de los accidentes, los suicidios, el cáncer y las enfermedades cardíacas; y por delante de los asesinatos, las enfermedades hepáticas, la diabetes y cualquier otra causa.
Pero los efectos del Covid-19 en los niños han sido fundamentalmente diferentes de los de los adultos. Para ellos, el Covid representa el mismo tipo de riesgo que otros que la sociedad ha tolerado desde mucho tiempo, y que no implican alterar la vida diaria.
“Para el niño promedio, el Covid es un riesgo insignificante”, dijo el Dr. Aaron Richterman, especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de Pensilvania.
Para poner esto en perspectiva, trabajé con expertos y colegas en recopilar datos que comparan el Covid-19 con la influenza de los últimos años. Los números subyacentes provienen de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). Son técnicamente incompletos, porque no todos los casos de Covid o gripe se diagnostican. Pero los investigadores académicos han publicado trabajos que estiman el número de casos no diagnosticados, lo que hace que las comparaciones sean significativas.
Considérese que el Covid-19 ha matado menos de 450 estadounidenses menores de 18 años, que es menos de lo que suele ocurrir en una temporada de gripe. La gripe puede llegar a ser más mortal para los niños que el propio Covid, esto a pesar de que la mayoría de los niños reciben la vacuna contra la gripe. Si bien algunas de las nuevas variantes del coronavirus pueden ser más graves, la diferencia no es lo suficientemente grande. “Es muy inusual que los niños se enfermen gravemente”, indicó la Dra. Rebecca Wurtz, de la Universidad de Minnesota.
La baja mortalidad de Covid-19 en los niños no se debe solo a que millones de ellos se han quedado en casa durante el último año y han evitado contraer el virus. Entre los niños que han contraído Covid-19, la tasa de mortalidad sigue pareciendo similar a la tasa de mortalidad por gripe.
Estos números nos recuerdan que la influenza es una enfermedad grave. En un año promedio, mata a unos 35,000 estadounidenses, lo que equivale a casi tantas muertes como las causadas por la violencia con armas de fuego. El número de víctimas mortales por gripe es peor para los afroamericanos, los latinos y los nativos americanos, como también lo es en el caso del Covid.
Aún así, la gripe no afecta la vida de la mayoría de los niños. Los estadounidenses han decidido que mantener a los niños alejados de sus aulas, guarderías, amigos, parientes y actividades supondría un costo mayor que protegerlos de la gripe. Y el Covid-19 parece presentar un riesgo menor para los niños que la influenza.
“Para las personas menores de 18 años, el Covid realmente no es un riesgo tan grande”, comentó Stephen Kissler, investigador de T.H. Escuela Chan de Salud Pública. “Creo que está a la par con el riesgo de contraer la gripe”.
También es útil situar al Covid-19 en el contexto de otros riesgos a los que se enfrentan los niños. En un año normal, más del doble de niños mueren ahogados que los que fallecieron por coronavirus el año pasado. Aproximadamente cinco veces más mueren por accidentes de tráfico. Si proteger a los niños de riesgos pequeños, pero con daños graves, fuera el principal objetivo de la sociedad, mantener a los niños alejados de las piscinas y los automóviles probablemente tendría un efecto mayor que aislarlos en los próximos meses.
También hay evidencia de que los estadounidenses están exagerando los riesgos del Covid en los niños. En una encuesta realizada por Gallup y Franklin Templeton se pidió a las personas que estimaran la proporción de muertes por Covid que han ocurrido entre personas menores de 25 años, la respuesta promedio fue del 8 por ciento (y los votantes demócratas tendieron a dar estimaciones más altas que los votantes republicanos). La respuesta real fue 0,1 por ciento. Por el contrario, los estadounidenses subestimaron gravemente la proporción de muertes entre las personas mayores de 65 años.
Jennifer Nuzzo, epidemióloga de la Universidad Johns Hopkins, señaló que ella ve las decisiones en torno a las actividades de los niños como una cuestión de elección personal, que los padres deberán tomar de diversas maneras. E
“Puedo aceptar los riesgos de que mis hijos contraigan Covid, en parte porque lo comparo con el riesgo de que contraigan otras enfermedades infecciosas y el riesgo me parece muy, muy pequeño”, dijo la Dr. Nuzzo. “Siento que si mis hijos tuvieran Covid, estarían bien. Por otro lado también veo los daños directos de que no tengan una vida normal “.
Muchos padres no solo están preocupados por la muerte o la hospitalizaciones por Covid-19. También están angustiados por los efectos crónicos a largo plazo, como un posible daño neurológico o cardíaco. Esta es un área turbia y posiblemente sea el mejor argumento para tratar la exposición al Covid de manera diferente a la gripe. Existe una razón por la que los científicos usan el término “nuevo coronavirus” para describir este virus: es totalmente nuevo. Y todavía no sabemos cuáles serán sus posibles efectos a largo plazo.
Aún así, vale la pena recordar que los efectos crónicos de Covid bien pueden ser peores que los efectos crónicos de enfermedades familiares, como la gripe, pero aún no está claro qué tanto peor. Un estudio académico encontró que hasta el 10 por ciento de las personas que contrajeron influenza desarrollaron posteriormente miocarditis o inflamación cardíaca.
Para los niños, la evidencia hasta ahora no ofrece muchas razones para alarmarse sobre los efectos a largo plazo. Son mucho menos propensos que los adultos a contraer prácticamente todas las versiones o síntomas preocupantes de la enfermedad.
Entonces ¿qué debe hacer su familia una vez que los adultos que la integran estén vacunados? Hasta que todos los adultos hayan tenido la oportunidad de recibir una vacuna, los expertos recomiendan precaución, porque los niños pueden transmitir el virus. Incluso después de eso, algunas medidas de seguridad básicas seguirán teniendo sentido, señaló el Dr. Nuzzo. Estas incluyen el uso de mascarillas cuando se está en contacto cercano con personas que pueden no estar vacunadas, así como evitar situaciones que ofrecen pocos beneficios pero un riesgo significativo de infección. Llevar a los niños a un restaurante abarrotado y mal ventilado, es un buen ejemplo de esto último.
Es importante tener en cuenta que actuar basándonos en los interés de los niños no es lo mismo que minimizar el riesgo de Covid.
Desde hace más de un año, muchos estadounidenses han reordenado sus vidas debido al peligro extremo del Covid-19. Y el virus sigue dominando nuestro pensamiento. Si debería dominar la vida de nuestros hijos ya es una cuestión diferente.
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