¿Por qué en la moda se está hablando de la agricultura regenerativa?

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In an undated image provided
In an undated image provided by Marcelo Krasilcic, a look from Secteur 6, an Indian-American brand that uses only regenerative-grown materials. Brands like North Face, Allbirds and Patagonia, as well as the Kering luxury group, are all about agriculture these days. (Marcelo Krasilcic via The New York Times) -- NO SALES; FOR EDITORIAL USE ONLY WITH NYT STORY FASHION REGENERATIVE FARMING BY DANA THOMAS FOR APRIL 20, 2021. ALL OTHER USE PROHIBITED. --

Especial para Infobae de The New York Times.

A la moda, como a la política, le encantan las palabras que están en tendencia, en especial cuando se trata del medioambiente. ¡Sustentabilidad! ¡Circularidad! Son palabras que salen con facilidad. Y ahora hay un nuevo término favorito: regenerativo.

En enero, el grupo de lujo Kering, propietario de Gucci y Saint Laurent (entre otras marcas), se convirtió en cofundador del Fondo Regenerativo para la Naturaleza, cuyo objetivo es convertir un millón de hectáreas de tierra que producen materias primas para la moda y llevarlas de la agricultura habitual a la agricultura regenerativa en un promedio de cinco años.

En febrero, The New Zealand Merino Company anunció que se unía a Allbirds, Icebreaker y Smartwool para crear la primera plataforma dedicada a la lana regenerativa.

The North Face y Patagonia ya promocionan prendas hechas con algodón regenerativo. Y Secteur 6, una nueva marca indoestadounidense que solo utiliza materiales cultivados de manera regenerativa, como la seda de pétalos de rosa, se ha asociado con la marca de ropa urbana Freak City L.A. para producir una colección cápsula que incluye camisetas de grafiti de algodón regenerativo con el lema: “Regenerar o morir”.

Pero, ¿qué significa eso?

Comencemos por el principio: ¿Qué es la agricultura regenerativa?

Es como el yoga, pero para las tierras de cultivo. Sus defensores la describen como un enfoque holístico, que trabaja con la naturaleza en lugar de tratar de controlarla. Eso significa renunciar a diversas prácticas agrícolas industriales, que podrían incluir pesticidas, fertilizantes comprados en tiendas, labranza o pequeñas hileras ordenadas de un solo cultivo. Además, no hay que arrancar las malas hierbas.

Los agricultores regenerativos adoran los “cultivos de cobertura”, plantas que aparentan ser malas hierbas como el trébol y la arveja que ayudan a limitar las que de verdad son malas hierbas y que al final se cortan y se dejan pudrir como mantillo. (Arrancar los cultivos de cobertura o las malas hierbas por sus raíces perturba los microorganismos bajo la superficie, y las raíces sirven de alimento para el suelo, de cualquier manera).

La idea es mezclar diferentes tipos de plantas en el mismo campo, permitiendo que los cultivos de cobertura nutritivos se extiendan salvajemente, mezclándose, por ejemplo, con el maíz o el algodón. Parece un desastre, pero las gallinas, las ovejas y el ganado pueden pastar los alimentos y, a cambio, fertilizan los campos con sus excrementos. Eureka: suelo sano.

Esperen: yo pensaba que la agricultura orgánica era el mejor tipo de agricultura. ¿Cuál es la diferencia?

Lo orgánico tiene que ver con “lo que no se rocía”, dijo Rebecca Burgess, directora de Fibershed, una organización sin fines de lucro con sede en California que apoya el movimiento de la agricultura regenerativa. Es posible ser agricultor orgánico y no regenerativo: se puede prescindir de los animales, de los cultivos de cobertura y, en su lugar, transportar composta cada temporada.

Además, se puede ser regenerativo y no ser orgánico. Bambi Semroc, responsable en funciones de tierras y aguas sustentables en Conversation International, dijo que “lo orgánico es una forma de hacerlo, pero también hay otras”, como reducir el uso de agroquímicos. A veces, agregó, “no hay buenas alternativas”.

¿Y qué tiene que ver eso con la moda?

Como diría James Carville: se trata de los materiales de origen. Las camisetas y los pantalones de mezclilla están hechos de algodón cultivado en un campo. Las sudaderas de lana esquilada de ovejas que pastan en un campo. Los bolsos con pieles de vacas criadas en una granja. ¿Pero qué tipo de granja?

La agricultura industrial contribuye en gran medida al cambio climático. Los fertilizantes nitrogenados, que los agricultores convencionales esparcen generosamente en sus campos, “emiten una cantidad importante de gases de efecto invernadero”, como el dióxido de carbono, explicó Burgess. Para alcanzar los objetivos establecidos en el Acuerdo de París —en especial el de cero emisiones netas de carbono para 2050—, la agricultura debe detener esa contaminación y reducir el carbono que ya está en el aire.

El enfoque más eficaz es un proceso que todos aprendimos en la escuela primaria: la fotosíntesis. Los cultivos de cobertura capturan o “secuestran” de modo natural el carbono de nuestra atmósfera y lo almacenan, a través de sus raíces, en la tierra. El carbono alimenta el suelo y lo ayuda a retener el agua. A su vez, las plantas crecen mejor y hay menos erosión del suelo y sequías, aunque los científicos aún no están seguros de la cantidad exacta de carbono que se puede almacenar en el suelo.

La moda llega muy tarde a la fiesta del secuestro de carbono —la industria alimentaria se adelantó— pero, con la promesa pública de muchas marcas de ser neutras en carbono, ahora está comprometida de manera firme. Más vale tarde que nunca.

Bien, entiendo que las marcas quieran presumirlo, pero ¿qué ganan los agricultores?

Es cierto que la transición de la agricultura convencional a la regenerativa es costosa y requiere mucho tiempo. Algunas marcas, como Patagonia, prefieren que los agricultores opten primero por la agricultura orgánica. Las tierras pueden obtener la certificación orgánica de diversos organismos oficiales tres años después de la última aplicación de un material prohibido, como fertilizantes y pesticidas químicos. Es entonces que los agricultores pueden establecer su sistema regenerativo.

Los otros cultivos que siembran junto con el principal —quizás gandules, caléndulas o cúrcuma— pueden suponer una fuente de ingresos adicional, pero las marcas se han dado cuenta de que quizá no sean un incentivo suficiente. Por eso, en parte, Kering ha creado el Fondo Regenerativo para la Naturaleza, en colaboración con Conservation International, una organización no gubernamental (ONG) dedicada al medioambiente, con sede en Arlington, Virginia. El fondo, valuado en 5 millones de euros (6,1 millones de dólares), repartirá subvenciones a agricultores y ONGs, y se dirige a diecisiete países y a cuatro materias primas utilizadas habitualmente en la moda de lujo: algodón, lana, cachemira y cuero.

Patagonia también está apoyando a los agricultores de algodón regenerativo con un programa piloto en India. El programa piloto comenzó en 2018 con 165 agricultores en 170 hectáreas. Este año, involucra a 2260 agricultores en 2124 hectáreas.

Helen Crowley, jefa de iniciativas naturales y abastecimiento sustentable de Kering, dijo: “Se trata de cambios en el terreno”. O, de manera más precisa, en la tierra.

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