'Están llegando cantidades enormes': ante las dificultades en EE. UU. muchos migrantes buscan refugio en México

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FILE - Central Americans deported by the US on their way to be registered by the Mexican government in Ciudad Juarez, March 13, 2021. A record number of people petitioned for asylum in Mexico last month, drawn by family ties and high approval rates Ñ and discouraged by the difficulty of getting into the US. (Daniel Berehulak/The New York Times)
FILE - Central Americans deported by the US on their way to be registered by the Mexican government in Ciudad Juarez, March 13, 2021. A record number of people petitioned for asylum in Mexico last month, drawn by family ties and high approval rates Ñ and discouraged by the difficulty of getting into the US. (Daniel Berehulak/The New York Times)

Especial para Infobae de The New York Times.

CIUDAD DE MÉXICO — Una cantidad récord de personas están solicitando asilo en México, algunas después de llegar a la frontera suroeste de Estados Unidos con la esperanza de encontrar un lugar seguro con el presidente Joe Biden. Pero después de pedir entrada, han encontrado la puerta cerrada.

En marzo, el gobierno de México recibió solicitudes de asilo de más de 9000 personas, el recuento mensual más alto de la historia, aseguran las autoridades. Y predijeron que la demanda —cada vez mayor, como fue evidente en el último mes— continuaría y posiblemente llegará a un total de 90.000 solicitudes de asilo para fin de año, lo que también sería un récord histórico.

El creciente número de solicitudes de asilo en México es, en parte, un reflejo de la agitación en la frontera estadounidense, donde el gobierno de Biden lucha para lidiar con un aumento en la migración indocumentada y ha impedido que muchos solicitantes de asilo presenten sus casos ante los funcionarios migratorios.

Para los refugiados, México también se ha convertido en un destino cada vez más atractivo porque generalmente es más fácil conseguir asilo allí que en Estados Unidos. Algunos también se han sentido atraídos por la oportunidad de reunirse con familiares y amigos, y por las posibilidades de conseguir trabajo y algo de la seguridad que les faltaba en casa.

El fuerte aumento es un reto adicional para los grupos humanitarios y el gobierno mexicano, que recibe las presiones de Washington para que incremente su colaboración con el fin de frenar los flujos de migrantes de Centroamérica, y otros lugares, hacia el norte.

“Están llegando cantidades enormes”, dijo Andrés Alfonso Ramírez Silva, coordinador general de la agencia del gobierno mexicano que procesa las solicitudes de asilo, sobre el flujo de casos. “Con el personal que tenemos, tenemos que lidiar con un número que crece, crece y sigue creciendo”.

Durante décadas, México fue esencialmente una vía de acceso para personas de América Latina, el Caribe y otras partes del mundo que buscaban llegar a Estados Unidos. Pero, en los últimos años, se ha convertido en un destino más atractivo para los migrantes.

En su gobierno, Donald Trump aceleró este proceso con esfuerzos agresivos para restringir la inmigración tanto legal como ilegal, incluidas estrategias para desalentar a los solicitantes de asilo haciendo que fuese más difícil que consiguieran protección. Entre esos esfuerzos resaltaba una política ampliamente criticada llamada Protocolos de Protección a Migrantes (MPP, por su sigla en inglés) que obligaba a quienes buscaban asilo en Estados Unidos a esperar en México mientras sus casos se procesaban en los tribunales estadounidenses.

Durante el mandato de Trump, la cantidad de personas que solicitaron asilo en México se disparó, a más de 70.400 en 2019 desde alrededor de 14.600 en 2017, según el gobierno mexicano. En medio de la pandemia y una drástica desaceleración de la migración mundial, el número de solicitantes de asilo se redujo a unos 41.200 el año pasado. Pero, en los últimos meses, el volumen ha vuelto a aumentar considerablemente.

Este aumento coincide con una oleada de migrantes que llegó a la frontera suroeste de Estados Unidos impulsada, en parte, por la miseria económica que se ha profundizado durante la pandemia, la llegada de dos huracanes devastadores que destruyeron amplios sectores de Centroamérica y la esperanza, a veces fomentada por los traficantes, de que la nueva administración en Washington flexibilizaría las restricciones en la frontera.

Pero, una vez que llegan a México, muchos migrantes y refugiados descubren que ingresar a Estados Unidos no es tan fácil como les habían dicho.

Biden ha comenzado a reducir el programa MPP y permite que las personas que se encuentran en ese proceso puedan ingresar a Estados Unidos, además un número cada vez mayor de familias que cruzan de manera no autorizada son detenidas, procesadas y liberadas en Estados Unidos.

Pero los funcionarios estadounidenses han seguido utilizando una regla de emergencia, implementada por el gobierno de Trump, para expulsar rápidamente a los adultos solteros, que constituyen la mayoría de las personas atrapadas en la frontera. Los defensores de los migrantes dicen que la implementación de esa medida ha impedido que muchos solicitantes de asilo soliciten refugio.

Por esa situación ha vuelto a instalarse un campamento de tiendas de campaña cerca de un cruce oficial en Tijuana, donde permanecen migrantes que esperan tener la oportunidad de poder presentar sus casos ante las autoridades estadounidenses.

Ingrid, una solicitante de asilo guatemalteca con un proceso pendiente en México, dijo que buscó refugio en México el mes pasado después de ser expulsada de Estados Unidos.

Ella cruzó hacia Arizona con dos de sus hijos, de 6 y 14 años, con la ayuda de un contrabandista, pero fue detenida y enviada de regreso a México sin que se le permitiera presentar su caso, que, según su testimonio, se basa en el abuso que había sufrido en una relación.

“Estaba devastada”, dijo Ingrid, quien pidió que solo se usara su nombre de pila por motivos de seguridad.

Ahora vive en un refugio para migrantes en Ciudad de México y afirma que todavía espera poder llegar a Estados Unidos algún día. Mientras tanto, dijo, México era una buena alternativa.

“Si regreso a Guatemala, tendría miedo por mi vida y la de mis hijos”, dijo. “Aquí me siento libre”.

Funcionarios y defensores dicen que un número creciente de solicitantes de asilo está llegando con la intención de quedarse en México. La mayoría de las peticiones de asilo se presentan en los estados fronterizos del sur, lo que sugiere que las personas presentan sus solicitudes al llegar al país.

“Lo que escuchamos con frecuencia es: ‘Si me ofrecen algo para quedarme, me quedaré en México’”, dijo Brenda Ochoa, directora del Centro de Derechos Humanos Fray Matías, un grupo de defensa de migrantes ubicado en la ciudad sureña de Tapachula. “No es una segunda opción”.

Algunos refugiados que buscan quedarse en México intentan reunirse con familiares y amigos que llegaron antes y echaron raíces, dijo Ramírez, director de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar).

Algunos también se sienten atraídos por la enorme demanda mexicana de mano de obra de bajos ingresos, una necesidad que el gobierno ha anunciado.

“Si comparan el tipo de vida que tienen en sus propios países, al final del día están mejor aquí”, en México, dijo Ramírez.

Además, la tasa de aprobación de asilo en el país es alta: durante los primeros tres meses de este año alcanzó el 73 por ciento, y otro 7 por ciento recibió otros tipos de protección humanitaria.

Los hondureños, que huyen de una mezcla tóxica de diversos factores como la angustia económica, la corrupción e ineptitud del gobierno, los hechos de violencia y los desastres naturales, han sido la mayor población de solicitantes de asilo en México desde 2019. Las tasas de aprobación de las peticiones hondureñas finalizadas durante los primeros tres meses de este año alcanzaron el 86 por ciento.

“No sabemos si [permanecer en México] es su primera o su segunda intención”, dijo Ramírez sobre los solicitantes de asilo. “Lo que podemos decir es que cada vez más personas acuden a nosotros”.

El número histórico de personas que presentaron nuevas solicitudes de asilo en marzo se produjo a pesar de que el gobierno mexicano decidió cerrar la frontera sur del país para los viajes no esenciales el mes pasado. Los continuos flujos de refugiados que llegan desde el sur han expuesto aún más la extrema porosidad de esa frontera y, según los expertos en migración, la debilidad de los esfuerzos de México para hacer cumplir la ley de inmigración.

“Estas son personas que claramente no quieren volver a casa”, dijo Cris Ramón, un consultor de inmigración radicado en Washington. “Y van a encontrar un mecanismo para quedarse en México o en Estados Unidos”.

Oscar Lopez y Natalie Kitroeff colaboraron con el reportaje

Kirk Semple es un corresponsal de The New York Times que cubre México, Centroamérica y el Caribe. Está radicado en Ciudad de México. @KirkSemple

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