El fallo, cuando finalmente llegó, no pudo haber sido más claro.
Uno de los seis órganos regionales del fútbol incurrió en comportamientos discriminatorios contra una directiva al obstaculizar sus oportunidades de obtener un puesto en su Comité Ejecutivo y una posición de liderazgo en el órgano rector del fútbol mundial, la FIFA.
La directiva, Mariyam Mohamed, también convenció a los jueces del tribunal más importante del deporte que un influyente jeque kuwaití había interferido de manera activa en las elecciones organizadas por la Confederación Asiática de Fútbol (AFC, por su sigla en inglés) en 2019 para lograr el resultado que él deseaba.
El fallo final, el cual no ha sido publicado, fue obtenido por The New York Times. En él, un panel del Tribunal Arbitral del Deporte (CAS, por su sigla en inglés) en Suiza concluyó que la falta de acción por parte de los directivos del futbol asiático durante varios meses equivalieron a una “negación de justicia” para Mohamed. Sin embargo, a dos meses del anuncio de la decisión, el impacto de lo que parece en papel una poderosa denuncia de fallas éticas y un desinterés por los derechos de las mujeres ha sido prácticamente nulo.
No ha pasado nada.
Las elecciones amañadas no serán repetidas. Los hombres que le ofrecieron incentivos a Mohamed para dejar la contienda no han sido sancionados. Y los líderes del fútbol no han tomado medidas.
La FIFA dijo mediante un correo electrónico que no tenía comentarios al respecto, aunque a raíz del veredicto insistió en que daría seguimiento a los hallazgos del tribunal con los directivos del fútbol en Asia. El órgano rector del fútbol asiático también rechazó hacer comentarios, al decir que sus líderes no tenían nada que agregar a un comunicado de enero en el que habían prometido que la organización revisará los hallazgos.
Para Mohamed, el silencio ha sido exasperante.
”Para ellos es tan solo un juego, la denegación de justicia, el mismo proceso en el que yo estaba”, dijo durante una entrevista telefónica. “Están esperando a que pase el tiempo y tienen la esperanza de que me canse. Ahora el veredicto ha sido emitido y es simplemente muy triste. No sé a qué otra instancia acudir”.
Mohamed, quien presentó sus quejas al departamento disciplinario de la federación asiática en mayo de 2019, dijo que los meses posteriores a su victoria se han sentido como si la historia se repitiera. Al principio, celebró el triunfo, pero ha llegado a entender que podría convertirse en una victoria pírrica.
No ha sido contactada por los directivos de la AFC, dijo. Tampoco se han comunicado los investigadores de ética de la FIFA, incluso a pesar de que las reglas de la organización señalan que la discriminación de género está prohibida “y será sancionable con suspensión o expulsión”.
El caso y sus repercusiones han subrayado cómo funciona el poder en los deportes globales. Muestra cómo un integrante de la realeza del golfo Pérsico vinculado con otros casos de corrupción ha sido capaz de ejercer un control significativo sobre uno de los órganos rectores más grandes del fútbol, a pesar de que no tiene un cargo oficial que lo implique en sus asuntos. Además, muestra cómo una táctica dilatoria puede ser su propio tipo de injusticia.
El caso de Mohamed se originó en la respuesta de la FIFA a sus propios problemas de discriminación: para abordar la falta de mujeres en su consejo, la organización destinó lugares específicos para mujeres desde 2013; comenzó con una miembro con derecho a voto en ese año y ahora un mínimo de una proveniente de cada una de las seis confederaciones regionales de la FIFA.
Mohamed, una exfutbolista y entrenadora de Maldivas, un archipiélago en el océano Índico, tenía la esperanza de ganar el lugar de la AFC en una votación en Kuala Lumpur, Malasia, en abril de 2019. No le tomó mucho tiempo dilucidar que los poderosos del fútbol asiático ya habían decidido el resultado de la elección.
En una audiencia del CAS en julio, la AFC apenas y pudo armar una defensa. Sus abogados no brindaron testigos para desafiar el testimonio de Mohamed de que uno de los principales directivos de la confederación y el presidente de la federación de fútbol de Catar habían estado presentes en la suite de un hotel de lujo cuando el jeque kuwaití Ahmad al-Fahad al-Sabah le dijo a Mohamed que había decidido que su candidata preferida, Mahfuza Akhter Kiron de Bangladés, sería elegida como la representante femenil de la AFC ante el Consejo de la FIFA.
A Mohamed se le dijo que debía renunciar a su candidatura en un plazo de 24 horas. Posteriormente ella afirmó, en un testimonio que no fue negado por la AFC, que el jeque Ahmad intentó apaciguarla al mencionar que él tenía tanta influencia en los círculos del fútbol internacional que podría obtener para ella “cualquier otra posición que quisiera en la AFC o la FIFA” a cambio de retirarse de la contienda.
En un comunicado enviado al Times después de que este artículo fue publicado, el jeque Ahmad (quien declinó varias solicitudes previas para hacer comentarios) negó “cualquier intento de influir” en las elecciones de 2019 y pareció culpar a la AFC y a sus abogados por no llamarlo como testigo en el CAS.
No obstante, en el momento en que se reunió con Mohamed, el jeque Ahmad no tenía ningún cargo oficial en el fútbol, ya que había renunciado a su puesto en el Consejo de la FIFA en 2017 tras el surgimiento de acusaciones en un tribunal federal estadounidense de que había sobornado a directivos asiáticos. Sin embargo, la decisión de Mohamed de llevar su caso ante el tribunal brindó una mirada pública poco común a la posición de liderazgo del jeque Ahmad en los deportes globales a través de su cargo como presidente del Consejo Olímpico de Asia, una organización creada por su padre en 1982.
Por ejemplo, en una reunión en 2013 del Comité Olímpico Internacional (COI), el respaldo del jeque Ahmad ayudó a Thomas Bach a asegurar la presidencia del COI y también a entregar los Juegos Olímpicos de Verano a Tokio en 2020. Luego de ser acusado en un caso de falsificación no relacionado con deportes en 2018, se ha “autosuspendido” de dos prominentes cargos olímpicos. Sin embargo, su opinión todavía tiene peso.
Antes de las elecciones de 2019 de la AFC, sus problemas legales no parecían ser un tema relevante. Una lista de sus candidatos favoritos fue distribuida entre los votantes de la AFC en la víspera de las elecciones y, conscientes de las conversaciones con Mohamed y la preferencia del jeque Ahmad por una candidata diferente, los líderes de varias federaciones presionaron a Mohamed para que renunciara a la candidatura, dijo ella.
Se negó a retirar su candidatura, pero perdió la votación de todos modos, 31 a 15. Sin embargo, todos los candidatos en la lista del jeque Ahmed fueron elegidos para el puesto en el Comité Ejecutivo de la AFC o, en el caso de Kirón, como representante de la confederación ante la FIFA.
Después de analizar la evidencia presentada por Mohamed y sus abogados, el panel del CAS dejó en claro en el sumario de su decisión que estaba de acuerdo con su versión de los acontecimientos. El panel confirmó que las elecciones de 2019 habían roto las reglas de la FIFA y la AFC sobre discriminación de género. Concluyó que el jeque Ahmad había intentado influir en el resultado y que la AFC había negado justicia a Mohamed al no dar un fallo sobre su queja. Sin embargo, también dijo que al no retirar su candidatura, Mohamed se aseguró de que los esfuerzos del jeque para influir en la elección en su caso no fueran efectivos.
No obstante, el tribunal dijo que no tenía el poder de ordenar que las elecciones fraudulentas se anularan ni de sancionar a cualquiera de los individuos acusados de interferir en ellas. Cualquier decisión o acción posterior estaba en manos de la FIFA y la AFC, señaló el tribunal.
Debido a las reglas que rigen al tribunal, los hallazgos completos del panel han sido herméticos desde que el veredicto fue anunciado el 25 de enero.
”Si nada ocurre es una deshonra para la FIFA, la AFC y socava la autoridad del CAS de manera indirecta”, dijo Miguel Poiares Maduro, expresidente de la Comisión de Gobernanza de la FIFA que aportó evidencia en el caso de Mohamed. “Este premio y los que siguen nos dicen que el CAS ha expuesto la corrupción al más alto nivel de las elecciones en el fútbol y al mismo tiempo nos muestra que no puede hacer nada al respecto”.
”¿Qué nos dice esto sobre la estructura entera de la justicia en los deportes? Es una acusación”.
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