La selección de Cuba aceptará a futbolistas que juegan en el extranjero

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Especial para Infobae de The New York Times.

La convocatoria de jugadores que se han desarrollado fuera de la isla para los partidos clasificatorios rumbo al Mundial podría ser señal de que algo cambia tras bastidores en el sistema deportivo cubano.

Cuando su campaña para clasificar para la Copa del Mundo 2022 comience esta semana, Cuba intentará un enfoque que no ha probado en años: alinear a muchos de sus mejores jugadores elegibles.

Durante años, solo los jugadores cubanos que tenían contratos con el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER), el organismo oficial del deporte en el país, fueron seleccionados para representar al equipo nacional. Este mes, eso cambiará. Cuba ha convocado a varios jugadores radicados en el extranjero —y fuera del sistema deportivo oficial cubano— para disputar una serie de partidos de clasificación para el Mundial.

Esto significa que Onel Hernández, extremo del Norwich City; Carlos Vázquez Fernández, defensa que juega en España, y Joel Apezteguía, delantero que vive en San Marino podrían debutar con la selección. También supone el regreso a la selección, tras seis años de ausencia, del defensa Jorge Luis Corrales.

“No sabía si gritar o reírme porque [hay] muchos sentimientos encontrados”, dijo Corrales, quien actualmente juega en una liga de segunda categoría en Estados Unidos. “Muchas imágenes que pasaron por mi mente de momentos jugando en la selección, grandes momentos. Volver a pasar por esos momentos, creo que va a ser una de mis mejores experiencias desde que llegué aquí, a Estados Unidos”.

Para los observadores externos, los jugadores radicados en el extranjero entran en una categoría difícil de distinguir de los cubanos que abandonaron los equipos nacionales durante torneos en el extranjero o desertaron en otros lugares. Pero hay una distinción importante que marca la diferencia para los funcionarios cubanos: todos ellos salieron de la isla con sus padres cuando eran niños, o recibieron el permiso del gobierno para ir al extranjero.

A Corrales, por ejemplo, se le permitió visitar a su padre en Miami después de la Copa de Oro de 2015, un importante campeonato regional, y decidió quedarse después de que se le concediera una visa por cinco años. Desde entonces ha jugado en varios equipos de la Major League Soccer y de la USL Championship, la segunda división de Estados Unidos, incluido su actual empleador, el F. C. Tulsa.

Apezteguía espera debutar en la selección nacional a sus 37 años. Jugó en Cuba hasta los 24 años, antes de marcharse para ayudar a su padre a dirigir un bar y un restaurante en España. Tras años de trabajo en ligas menores de Europa (Moldavia, Albania y su actual casa en San Marino son los puntos más destacados) y a la espera de ser notado por los directivos del fútbol cubano, la llamada finalmente llegó.

Hernández, de 28 años, dejó Cuba cuando era un niño para trasladarse a Alemania. Comenzó su carrera profesional en la segunda división alemana antes de fichar por el Norwich City, al que ayudó a conseguir el ascenso a la Liga Premier en 2019. Ese verano, se convirtió en el primer cubano en jugar en la Liga Premier. Unos meses después, en un partido contra el Manchester United, se convirtió en el primer cubano en marcar un gol en ella.

Hernández había manifestado en el pasado su interés por representar a su país de nacimiento, incluso al aceptar una invitación para entrenar con la selección, pero vestir el uniforme en un partido oficial seguía pareciendo imposible hasta este mes.

Vázquez Fernández, de 21 años y conocido como CaVaFe, se fue a España con sus padres cuando tenía tres años. Allí desarrolló su juego de fútbol, ascendió en la academia del Atlético Madrid y entrenó a veces con el primer equipo. Lleva años expresando su deseo de vestir la camiseta de Cuba, pero no tenía un calendario en mente.

“Yo sabía que sí se iba a dar esta primera convocatoria”, dijo. “Lo que no sabía si era más tarde, más temprano, o iba a ser en 2028, en 25, o en el 21, pero yo sabía que sí se iba a dar. Yo siempre he sido muy positivo”.

Sin embargo, ninguno de los jugadores está seguro de por qué las llamadas llegan ahora.

Hernández ha mantenido un contacto regular con el seleccionador de Cuba, Pablo Elier Sánchez, que incluye videollamadas para ponerse al día sobre las tácticas del equipo. Él y otros jugadores dijeron que sentían que Elier Sánchez y un puñado de otros funcionarios habían facilitado sus convocatorias al trabajar durante varios años para convencer a los funcionarios del fútbol y del gobierno de que los incorporaran al grupo.

Elier Sánchez se refirió a las nuevas caras en una breve entrevista en el aeropuerto a su llegada a Guatemala el domingo, y dijo que “sin duda” reforzarán a su equipo.

“Son futbolistas que están jugando en ligas de primer nivel en el mundo”, dijo. “Van a aportar mucho. Desde el punto de vista de los resultados que puedan tener con el equipo, pienso que serán las cosas muy diferentes”.

Cuba no ha ofrecido ninguna explicación oficial sobre su repentina apertura a los jugadores de fuera del sistema deportivo nacional, o si el éxito de estos pasos iniciales podría marcar el comienzo de la apertura a una perspectiva que hasta la fecha ha sido impensable: reforzar los equipos deportivos cubanos con los desertores que representan la élite de la diáspora deportiva cubana, no solo jugadores de fútbol como Osvaldo Alonso y Maikel Chang, sino potencialmente estrellas del béisbol como José Abreu y Yuli Gurriel.

Los mensajes dejados a Elier Sánchez, a los funcionarios de la federación y al INDER no fueron respondidos.

Los jugadores tienen la esperanza de poder hacer la diferencia. Apezteguía dijo que ha sido difícil ver a la selección cubana, que ocupa el puesto 180 entre los 210 miembros de la FIFA, y saber que podría elevar su nivel de juego.

“Te molesta un poco porque te sientes un poco impotente”, dijo. “Estás viendo los partidos por la televisión, sin poder representar a tu país, luchar con ellos ahí en el terreno. Ahora que se da esta oportunidad, tenemos que pensar en el presente y en esta oportunidad que se da para nosotros”.

Cuba juega sus dos primeros partidos de clasificación en Guatemala, enfrentándose a los anfitriones el miércoles, y a Curazao, el favorito para pasar a la siguiente ronda, cuatro días después. Sin embargo, estos partidos podrían sentar las bases para un objetivo mayor de Cuba: clasificar para el Mundial ampliado de 48 equipos en América del Norte en 2026.

Incluso sin una respuesta concreta sobre el momento de la decisión, los refuerzos de Cuba son optimistas de que este será un primer paso hacia que el país se dé cuenta de su potencial, especialmente si a los jugadores que viven en Cuba se les permite cada vez más ir al extranjero a probar suerte en las mejores ligas del mundo.

“Tenemos muchos niños en Cuba que aman el fútbol, y quieren vivir el sueño que yo viví”, dijo Hernández.

This article originally appeared in The New York Times.

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