Basilia Castañeda dijo que creía tan fervientemente en el presidente de México que fundó la primera sede de su partido político en su pequeña ciudad y que hizo campaña con el hijo del presidente para las elecciones.
Luego, en diciembre, el hombre al que acusa de haberla violado cuando ella tenía solo 17 años fue nominado por el partido del presidente como candidato a gobernador de su estado, Guerrero.
En declaraciones a los fiscales, Castañeda y al menos otra mujer han acusado de violación al candidato a gobernador, Félix Salgado Macedonio, un exsenador que es favorito para ganar las elecciones en junio. Los medios locales han informado que otra mujer lo acusó de agresión sexual en 2007.
Una de las investigaciones penales sigue abierta, pero Salgado ha disfrutado durante semanas del apoyo público del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ha defendido al candidato al calificar las acusaciones de políticamente motivadas.
El respaldo del presidente a Salgado está creando importantes grietas dentro del partido gobernante, lo que supone un potencial desafío para la popularidad de López Obrador y la prometida transformación de la sociedad mexicana.
Durante una conferencia de prensa el martes, López Obrador volvió a culpar a la oposición política por el revuelo causado alrededor de Salgado, afirmando que es “muy lamentable que el movimiento feminista sea utilizado con otros fines”.
Cuando los periodistas le preguntaron el mes pasado sobre la candidatura de Salgado, López Obrador estalló. “¡Ya chole!”, dijo, una forma coloquial de decir ya basta.
Un portavoz del presidente se negó a comentar sobre el apoyo de López Obrador a Salgado.
Cuando López Obrador ganó por abrumadora mayoría las elecciones de 2018, prometió una “cuarta transformación” para crear un México más igualitario, incluso para las mujeres. Describió su presidencia como un momento histórico que daría forma a la nación tanto como las grandes transformaciones que vinieron antes, incluidas la guerra por la independencia y la Revolución Mexicana.
Pero a sus aliados les preocupa que López Obrador pueda estar pasando por alto un momento de transformación que está dando forma a la política y la sociedad de México: un creciente movimiento feminista que exige una respuesta seria del gobierno a la violencia generalizada contra las mujeres.
Un promedio de 11 mujeres son asesinadas cada día en México, y algunos críticos han equiparado la defensa del presidente a Salgado —así como la disposición del partido a respaldarlo en las elecciones a gobernador— a la tolerancia al abuso que sufren las mujeres en todo el país.
“Si Salgado es gobernador, legitima y normaliza la violencia sexual contra las mujeres”, dijo Paty Olamendi, una de las varias abogadas que representan a Castañeda.
José Luis Gallegos, un abogado que representa a Salgado, no quiso hacer comentarios. Pero dijo en una entrevista con los medios de comunicación locales que la acusación hecha por una mujer a los fiscales estatales en 2018 era “totalmente falsa” y parte de una “guerra sucia” para evitar que su cliente se postulara a la gubernatura. En una publicación en Facebook en noviembre, Salgado dijo que era el “más interesado” en que si hay una denuncia en su contra se “investigue exhaustivamente”.
La controversia ha provocado una rara disidencia dentro del partido de gobierno, ya que algunos de los aliados más cercanos al presidente han exigido que este retire a Salgado de la candidatura, entre ellos el secretario general del partido y un senador. La ex embajadora de México en Washington, incondicionalmente fiel al partido, tuiteó que los “violadores y acosadores no tienen espacio en la sociedad”. La semana pasada, la secretaria de Gobernación describió su propia experiencia de lucha contra el sexismo durante las reuniones del gabinete.
En una señal de la profundización de las divisiones, la comisión electoral del partido de gobierno dijo el lunes que realizaría una encuesta interna sobre quién debería ser el candidato a la gobernación de Guerrero, pero no impidió que Salgado se presentara.
En política “seguimos teniendo intocables y casualmente los intocables son los hombres”, dijo Lorena Villavicencio, diputada del partido de López Obrador, el Movimiento Regeneración Nacional, conocido como Morena.
Dijo que sus colegas en el partido la han instado a dejar de ser tan franca sobre el caso.
“Hay una ruptura” entre el partido y el movimiento de mujeres, dijo Villavicencio. “Esa es una primera ruptura que a mí me preocupa, porque estamos hablando de un movimiento muy importante, disruptivo, transformador”.
Cuando las protestas se tomaron la capital el año pasado después de una violación y dos asesinatos de mujeres —entre ellos el de una niña de siete años eviscerada que fue encontrada en una bolsa de basura, y el de una joven de 25 años a quien encontraron desollada por su novio—, López Obrador desestimó las manifestaciones al considerarlas parte de una maniobra política. El presidente también menospreció la violencia contra las mujeres al afirmar —sin pruebas— que el 90 por ciento de las llamadas que denuncian violencia doméstica son falsas.
“Yo voté por Morena”, dijo Yolitzin Jaimes, una activista feminista que relató haber sido atacada el mes pasado por los partidarios del presidente después de protestar afuera de un evento donde López Obrador estaba hablando.”Voté como muchas mujeres en este país que creímos que venía la transformación del país”.
“Hoy no”, dijo Jaimes.
El partido de López Obrador, Morena, puso los derechos de las mujeres al centro de la campaña.
Los funcionarios del partido prometieron crear un nuevo pacto con los mexicanos que desechara las viejas formas elitistas de los gobiernos anteriores y se centrara en cambio en empoderar a los marginados, entre ellos las mujeres y los pobres.
Al ganar por amplia mayoría las elecciones, López Obrador nombró a mujeres en la mitad de su gabinete, incluida la secretaría de Gobernación, el segundo cargo más poderoso del gobierno.
Estas fueron las promesas que inspiraron a Castañeda a abrir la primera sucursal de Morena en San Luis de la Loma, un pueblo al norte de la ciudad de Acapulco, en el estado de Guerrero, años antes de que Salgado se afiliara al partido, dijo.
Castañeda —que ha presentado públicamente sus acusaciones contra Salgado, incluso en una conferencia de prensa con periodistas locales— dice que siempre le interesó la política, incluso cuando era adolescente. En 1998, cuando tenía 17 años, dijo que viajó con su novio a Acapulco, donde planeaban conocer a una estrella política en ascenso: Salgado.
Por aquel entonces, Salgado y el novio de Castañeda eran miembros del Partido de la Revolución Democrática. Cuando Castañeda se perdió en la ciudad, dijo que pidió a un taxista que la llevara a la casa de Salgado, donde esperaba encontrar a su novio.
Castañeda dijo que le sorprendió el esplendor en el que vivía Salgado. Dijo que Salgado la saludó y le dijo que su novio no estaba allí, pero que la ayudaría a volver a casa.
Entonces Salgado la obligó a tumbarse en un sofá, dijo, y la violó.
“Me atacó como si fuera animal”, dijo Castañeda en una entrevista. “Y entonces al terminar de hacer este proceso se levanta el pantalón y saca cien pesos y me los arroja a la cara”.
Temiendo por su vida, Castañeda dijo que nunca acudió a la policía. Dos años más tarde, cuando la depresión se apoderó de ella, dijo que fue a la oficina del fiscal local con la intención de presentar una denuncia formal detallando el abuso.
Pero relató que el empleado de la oficina la convenció de que lo reconsiderara cuando se enteró de que acusaba a Salgado, advirtiéndole de que era demasiado poderoso para enfrentarse a él. Castañeda dijo que cedió y renunció a presentar una denuncia oficial, hasta el año pasado, cuando se hizo evidente que Salgado se presentaría como candidato a gobernador.
Cuando Salgado se unió a Morena en 2017 y un periódico le preguntó sobre su pasado, se rio de ello.
“Tengo más defectos que virtudes. No estoy compitiendo para cardenal ni tampoco soy santo”, dijo. “Soy mujeriego, parrandero, jugador, borracho”.
Luego, en noviembre del año pasado, los medios de comunicación mexicanos informaron de acusaciones explosivas: una mujer no identificada había acusado a Salgado en 2018 de abusar brutalmente de ella cuando era empleada de La Jornada Guerrero, un periódico del que era propietario. Las afirmaciones de la mujer se detallan en una carpeta de investigación abierta por el fiscal general de Guerrero ese año, una copia del cual fue obtenida por The New York Times.
De acuerdo con el documento, la mujer dijo que fue citada en la casa de Salgado en 2016, y que él le dio un refresco que sabía raro. Cuando se despertó, dijo que su ropa estaba mal puesta y que Salgado la miraba desde una posición superior.
“¿Ya te sientes mejor, chiquita?”, le preguntó, según los documentos.
Dijo que huyó, pero que Salgado la atrajo de nuevo a su casa tras enviarle fotos de ella desnuda e inconsciente, que amenazó con difundir en Internet a menos que se reuniera de nuevo con él. Cuando regresó, la atacó, dijo, violándola y golpeándola mientras ella luchaba por alejarse.
Cuando la mujer amenazó con acudir a la policía, Salgado se rio y dijo que era demasiado poderoso para que lo perjudicaran, según el expediente de investigación abierto por la fiscalía.
Finalmente, la mujer acudió al entonces fiscal general del Estado, Xavier Oléa. En una entrevista, Oléa dijo que la mujer le entregó fotos que Salgado le envió de la violación y mensajes de texto en los que la amenazaba con matarla si acudía a las autoridades. Oléa dijo que consideraba que había suficientes pruebas para llevar adelante un juicio.
Pero el gobernador de Guerrero le dijo que abandonara el caso, dijo Oléa en la entrevista, repitiendo una afirmación que ha hecho a los medios de comunicación mexicanos. Al ser contactado, el vocero del gobernador declinó hacer comentarios.
“Me dijo que no lo hiciera, porque si no el actual presidente se le iba a ir a la yugular”, dijo Oléa, refiriéndose a López Obrador.
Un portavoz del presidente no quiso comentar sobre la afirmación.
En un comunicado de prensa, la Fiscalía General de Guerrero dijo que la investigación sobre las denuncias de la mujer estaba “en revisión”. La oficina dijo que “no comparte” las aseveraciones de Oléa y señaló que Oléa era “el único facultado para decidir y coordinar los trabajos de investigación” cuando fue el principal fiscal del estado.
Castañeda dijo que finalmente decidió que si quería que México cambiara, tenía que llevar sus acusaciones contra Salgado ante las autoridades.
Dijo que presentó una declaración ante la oficina del fiscal general de Guerrero en noviembre, poco antes de que Salgado fuera nombrado candidato. Dijo que también presentó las acusaciones ante el partido del presidente, que confirmó haberlas recibido en un documento interno obtenido por el Times. Castañeda está ahora representada por Oléa, el exfiscal general, que ahora tiene su propio despacho.
El mes pasado, la oficina del actual fiscal general informó a Castañeda de que no seguiría con su caso porque había prescrito, según una carta que le envió y que fue vista por el Times. La oficina del fiscal general no respondió a las múltiples solicitudes de comentarios.
“Pasaron tantos años, pero yo estoy aquí”, dijo Castañeda. “El dolor sigue aquí”.
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