Para Toni Ward Sockwell, subgerente de Cash Saver, una cadena de tiendas de comestibles, en Guthrie, Oklahoma, los últimos diez meses han sido agotadores. Ella ha ayudado a supervisar a cuarenta empleados angustiados durante una pandemia mortal, ha estado pendiente de desinfectar los mostradores de la tienda y se ha preocupado ante la posibilidad de contagiar de coronavirus a su madre anciana al hacer entregas.
Al principio, la noticia de las vacunas la animó, pero su optimismo se desvaneció cuando supo que los trabajadores de las tiendas de comestibles de Oklahoma no podrían recibirlas sino hasta la primavera.
“Cuando dijeron que estábamos en la fase 3, me dieron ganas de reír”, comentó Sockwell, de 45 años. “Estamos rodeados tanto de gente enferma como de gente sana, al igual que los trabajadores de la salud, porque siempre vamos a estar abiertos al público para suministrar alimentos”.
“Creo que los trabajadores sanitarios son unos héroes. Pero se han olvidado de nosotros”, agregó.
La carrera por la distribución de las vacunas y la aparición de variantes más contagiosas de COVID-19 han vuelto a poner de relieve la difícil situación de los trabajadores de los supermercados en Estados Unidos. Durante el último año, la industria ha experimentado un gran auge, ya que los estadounidenses se han quedado en casa y han evitado los restaurantes. Pero, en la mayoría de los casos, eso no se ha traducido en una mayor paga para sus trabajadores. Después de que Long Beach (California) impuso el pago de una prima por riesgo para los trabajadores de las tiendas de comestibles la semana pasada, Kroger, el gigante de los supermercados, respondió diciendo que cerraría dos sucursales.
Y ahora, incluso mientras los expertos le advierten a la gente que minimice el tiempo que pasa en las tiendas de comestibles debido a las nuevas variantes del coronavirus, The New York Times encontró que solo 13 estados habían comenzado a vacunar a esos trabajadores en específico.
“Se sabe que los supermercados tienen unos márgenes muy estrechos, lo cual es cierto, pero han sido muy rentables durante la pandemia”, afirmó Molly Kinder, becaria de la Institución Brookings que ha investigado la remuneración de los minoristas durante la pandemia. “Los empleadores en general, con apenas unas cuantas excepciones como Trader Joe’s y Costco, dejaron de pagar la prima de riesgo hace muchos meses”, comentó.
“Si se observa cómo ha evolucionado el virus desde entonces, ahora es mucho más mortífero”, añadió.
Brookings descubrió que 13 de las principales empresas minoristas y de comestibles de Estados Unidos ganaron 17.700 millones de dólares más en los tres primeros trimestres de 2020 que un año antes, pero la mayoría dejó de pagarles a sus empleados una remuneración adicional a principios del verano. Al mismo tiempo, algunas optaron por recomprar acciones y dieron grandes sumas a los ejecutivos. El sindicato de Trabajadores Unidos de la Alimentación y el Comercio dijo que al menos 28.700 trabajadores de supermercados de todo el país se habían infectado o habían estado expuestos al coronavirus, y que al menos 134 de los trabajadores murieron a causa del virus.
La tensión es elevada sobre todo en la costa oeste de Estados Unidos, donde ciudades como Los Ángeles y Seattle han emitido mandatos que exigen el pago de la prima de riesgo a los trabajadores esenciales de las tiendas de comestibles y ahora se enfrentan a amenazas de cierre de sucursales e incluso al fin de las donaciones a los bancos de alimentos por parte de estas tiendas.
Kroger, que opera unas 2750 sucursales, despertó especial interés el año pasado porque además de tratar de recomprar sus acciones, su director ejecutivo, Rodney McMullen, ganó más de 20 millones de dólares en 2019. La remuneración promedio de un empleado de Kroger ese año fue de 26.790 dólares, o una relación de 789 a 1, según los registros de la compañía.
“Tan solo en 2020, Kroger ha invertido mucho más de 1300 millones de dólares para proteger y recompensar a nuestros colaboradores y ha comprometido casi 1000 millones de dólares para asegurar las pensiones de decenas de miles de nuestros colaboradores en todo el país”, dijo la compañía en un comunicado. “Esto se suma a los más de 800 millones de dólares que la empresa ha invertido en los aumentos salariales de sus colaboradores de 2018 a 2020, que no son recompensas únicas sino aumentos salariales duraderos”.
El viernes, la empresa también dijo que daría 100 dólares a todos los trabajadores que recibieran una vacuna contra el coronavirus.
Hace poco, Seattle promulgó un pago a héroes de 4 dólares la hora, que un grupo del sector advirtió que podría hacer que las cadenas de supermercados más pequeñas redujeran las donaciones a los bancos de alimentos y a las organizaciones benéficas, o que redujeran las horas de apertura de las tiendas, ya que esto afectaba los ya escasos márgenes de beneficio.
“Se preocupan mucho por sus comunidades y sus empleados”, comentó Tammie Hetrick, directora ejecutiva de la Asociación de la Industria Alimentaria de Washington. “Lo que sea que deban hacer va a ser una decisión muy difícil para ellos”.
En otras ciudades también se está imponiendo el mandato salarial. El martes, el Ayuntamiento de Los Ángeles votó a favor del pago obligatorio de 5 dólares por hora.
Algunas cadenas de supermercados han optado por pagar más a sus trabajadores. A partir de la semana pasada, Trader Joe’s aumentó su paga de “agradecimiento” por la pandemia de 2 a 4 dólares por hora, en todo el país. Sockwell, de Cash Saver, dijo que la cadena les pagó a los trabajadores dos meses de prima por riesgo a principios de la pandemia, una bonificación de fin de año que ascendió a unos 1200 dólares para los empleados de tiempo completo y varios cientos de dólares para los de medio tiempo.
HAC, la empresa de Oklahoma propietaria de Cash Saver y Homeland, es propiedad de los empleados. Su director ejecutivo, Marc Jones, dijo que la paga inicial para héroes del año pasado fue “un reflejo del aumento de personas en nuestras tiendas y cuando ese aumento disminuyó nos pareció que era el momento apropiado para ponerle fin”. Fue un gasto enorme para la empresa, dijo, que tiene unas 80 tiendas y 3400 empleados, y compite con Walmart.
Incluso con un año mejor de lo habitual, los comestibles son un negocio “peculiarmente poco rentable”, comentó Jones. Hasta marzo, dijo, “la gran interrogante era si la tienda de comestibles local siquiera sobreviviría y si todo el mundo iba a comprar en línea”.
Alrededor de 13 estados han decidido que algunos trabajadores de tiendas de comestibles podrán recibir la vacuna contra la COVID-19 en al menos algunos condados, como Alabama, Arizona, California, Delaware, Illinois, Kansas, Kentucky, Maryland, Nebraska, Nueva York, Pensilvania, Virginia y Wyoming.
Jones comentó que compartía la frustración de los trabajadores con respecto a las vacunas y que le sorprendía que Oklahoma hubiera puesto a los trabajadores de las tiendas de comestibles en la misma fase de vacunación que a los trabajadores de los campos de golf y los estudios de fotografía.
“La sociedad en general está dando un mensaje muy contradictorio, ya que reconoció a los trabajadores de las tiendas de comestibles como esenciales al principio de la pandemia y ahora, menos de un año después, los mandó al final de la fila”, declaró.
© The New York Times 2021