En las semanas transcurridas desde que Adam Newbold, ex integrante de la principal fuerza de operaciones especiales de la Marina de Estados Unidos, los Navy SEAL, fue identificado como parte de la multitud enfurecida que asedió el Capitolio el 6 de enero, ha sido entrevistado por el FBI y ha renunciado bajo presión de sus puestos de trabajo como mentor y como entrenador de lucha libre voluntario. Prevé que su negocio pierda importantes clientes por sus acciones.
Pero nada de esto lo ha hecho cambiar su creencia, en contra de toda evidencia, de que las elecciones presidenciales fueron robadas y de que gente como él tuvo razón en rebelarse.
Es sorprendente porque los antecedentes de Newbold parecen blindarle mejor que a la mayoría contra el atractivo de las teorías conspirativas sin fundamento. En la Marina, fue entrenado para convertirse en un experto en separar la información de la desinformación, también formó parte de un comando clandestino que pasó años trabajando en inteligencia a la par de la CIA, y una vez se burló de la idea de oscuros complots antidemocráticos como un pensamiento digno de quienes usan “sombreros de papel aluminio”.
Aun así, al igual que otros miles de personas que acudieron a Washington este mes para apoyar al presidente Donald Trump, Newbold creyó la teoría inventada de que las elecciones habían sido amañadas por una oscura cábala de poderosos progresistas que habían llevado a la nación al borde de la guerra civil. Nadie pudo convencerlo de lo contrario.
Las fotos del Capitolio muestran a Newbold con una camiseta negra con la leyenda “Nosotros, el pueblo” (la primera frase de la Constitucion estadounidense) y montado sobre una motocicleta de la policía del Capitolio, a pocos pasos de donde los agentes se enfrentaban con los asaltantes.
Newbold ha dicho que no entró en el Capitolio y que no ha sido acusado de ningún delito. Pero su presencia allí refleja el volátil brebaje de la política partidista y la desinformación viral que ayudó a provocar el asalto.
Newbold, de 45 años, vive en las colinas rurales del este de Ohio, y es uno de tres hermanos que se convirtieron en comandos de las fuerzas especiales SEAL de la Marina. Pasó 23 años en la fuerza de élite, según los registros de la Marina, incluyendo siete en la Reserva Naval, antes de retirarse como suboficial mayor en 2017. Recibió dos medallas de Encomio de la Marina por su valor en los despliegues de combate y varias otras por buena conducta.
Un antiguo soldado SEAL que sirvió con él en la Base Expedicionaria Conjunta Little Creek, en Virginia, dijo que Newbold era inteligente y tenía una buena reputación en los equipos SEAL, y que había trabajado con la CIA en recopilación de información.
Tras su paso por la Marina, Newbold se trasladó a la pequeña ciudad de Lisbon (Ohio), abrió una cafetería y fundó una empresa llamada Advanced Training Group, que enseñaba tácticas al estilo de las fuerzas SEAL a miembros del ejército y de la policía, y mantenía un gimnasio y un club de tiro para los lugareños.
A través de su empresa, estuvo involucrado en el diseño y la implementación de Jade Helm 15, un ejercicio de entrenamiento militar de ocho semanas en Texas y otros estados del suroeste en el verano de 2015. Allí, más de mil tropas de operaciones especiales y convencionales que practicaron misiones simuladas, incluyendo el reconocimiento encubierto y las incursiones nocturnas.
Cuando se filtró una diapositiva de PowerPoint que resumía el ejercicio, fue aprovechada por grupos marginales de Facebook y promotores profesionales de teorías conspirativas como Alex Jones, que comenzaron a afirmar que Jade Helm era un complot encubierto para que las tropas federales invadieran Texas, confiscaran las armas de los ciudadanos e impusieran la ley marcial. Circularon rumores infundados sobre “helicópteros negros” y tiendas Walmart que supuestamente se habían convertido en campos de detención.
La tormenta de paranoia política suscitada por un simple ejercicio militar llegó a ser tan feroz que algunos miembros del Congreso empezaron a exigir respuestas, y el gobernador del estado sureño, Greg Abbott, ordenó a la Guardia Nacional de Texas que se mantuviera alerta.
Al final, el ejercicio se desarrolló sin problemas. Newbold dijo que él y los otros exoperadores especiales que planearon el ejercicio de entrenamiento se rieron de la paranoia generada, e incluso hicieron camisetas que decían “Fui a Jade Helm y lo único que obtuve fue este sombrero de papel de aluminio”.
En ese momento, Newbold desestimó lo que había presenciado como desvaríos marginales, sin saber que era un precursor de las fantasías que llegaron a absorber a muchos más estadounidenses, incluyendo a soldados militares, oficiales de policía, miembros del Congreso y un presidente en funciones. Todo sin contar al mismo Newbold.
Newbold está afiliado al partido republicano desde hace tiempo y dijo haber votado por Trump. En los últimos cuatro años, a medida que la cobertura sobre el presidente por parte de los principales medios de comunicación se hizo más rigurosa, y el apoyo a veces estridente de Newbold en Facebook atrajo más reproches, emigró a fuentes de noticias y salas de chat que compartían sus puntos de vista.
Para finales del otoño de 2020, pasaba tiempo en páginas privadas de Facebook donde proliferaban las charlas de extrema derecha. Publicaba largos videos, a menudo furiosos, sobre cómo el país estaba siendo robado. Parecía estar cada vez más convencido de que la gente estaba conspirando no solo en contra de Trump sino también en contra de la Constitución, y como veterano era su deber defenderla.
Newbold comenzó a celebrar reuniones privadas en su club de tiro con otros miembros de ideas afines, según un ex miembro que dijo que dejó de asistir porque se sintió alarmado ante el creciente extremismo.
“Se convirtió en algo muy parecido a una secta”, dijo el exmiembro, que habló con la condición de mantener su anonimato por temor a represalias. “Intenté razonar con él, mostrarle los hechos, y él estalló como loco”.
En un largo video publicado a finales de diciembre, el ex miembro de las fuerzas SEAL predijo una toma del poder por parte de los comunistas si la gente no se levantaba para detenerla. “Una vez que las cosas empiezan a ponerse violentas, entonces estoy en mi elemento”, dijo en el video. “Y defenderé este país. Y hay muchas otras personas que también lo harán”.
Una semana después, Newbold organizó a un grupo de empleados de su empresa, miembros del club y simpatizantes para viajar en caravana a Washington, y se unió a la multitud que ondeaba banderas camino al Capitolio el 6 de enero.
En un video publicado esa noche, dijo que los miembros de su grupo habían estado en la “primera línea” de los disturbios. “Chicos, estarían orgullosos”, narró Newbold para sus espectadores. “No sé cuándo fue la última vez que asaltaron el Capitolio. Pero eso es lo que ocurrió. Fue histórico, fue necesario”. Añadió que los miembros del Congreso estaban “temblando de miedo”.
En la entrevista de la semana pasada, Newbold trató de restarle importancia a su participación en los sucesos del Capitolio. Dijo que se sentó en la moto de la policía solo para alejar a los vándalos y que había viajado a Washington no para incitar a la violencia, sino para proteger el Capitolio de los progresistas furiosos.
Tras el ataque al Capitolio, borró algunos de sus mensajes más incendiarios en internet. Pero lo ocurrido en Washington no parece haberle llevado a cuestionar sus creencias. Dijo que estaba seguro de que las elecciones habían sido robadas y que el país estaba en camino hacia una autocracia global.
Y en un video publicado seis días después de los disturbios, cuando se supo que había muerto gente, Newbold dijo que en el Capitolio había sentido “un sentimiento de orgullo por el hecho de que los estadounidenses por fin se levantaran”. No descartó recurrir a la violencia.
“No me disculpo por ser un hombre rudo dispuesto a hacer cosas rudas en situaciones rudas”, dijo. “A veces es absolutamente necesario, y lo ha sido a lo largo de nuestra historia”.
© The New York Times 2021