Durante su niñez en el Líbano, el tema era tabú, solo se hablaba de eso en voz baja pero nunca lo discutían de manera abierta.
La situación llegó a un punto crítico cuando Maha Mamo, de 15 años, enfurecida por perder la oportunidad de viajar al extranjero con Las Chicas Exploradoras, confrontó a sus padres.
En ese momento se enteró que ella y sus dos hermanos habían nacido sin una nacionalidad, eran inelegibles para obtener la ciudadanía de cualquier país y habían sido despojados de los derechos básicos que conlleva la nacionalidad, incluido el pasaporte necesario para poder viajar con las exploradoras.
El Líbano no otorga la ciudadanía de manera automática a los hijos de inmigrantes que nacen en ese país, como ella y sus hermanos, y los documentos de su propio país de origen, Siria, estaban descartados, según explicaron su madre y su padre, porque su matrimonio interreligioso estaba prohibido allí.
La búsqueda de una patria llevó a Mamo a Brasil, donde en 2018, ella y su hermana, Souad, se convirtieron en las primeras personas sin patria en recibir la ciudadanía bajo una nueva ley de inmigración de ese país.
Durante su búsqueda de años, Mamo, que hace poco publicó sus memorias acerca de su calvario, se ha convertido en la persona previamente apátrida más visible y en una eficaz defensora de la difícil situación de millones que permanecen en el limbo.
Años antes de obtener un pasaporte, Mamo, ahora con 32 años, viajó por el mundo usando un documento especial de viaje emitido a ciertas personas apátridas, dando discursos apasionados en conferencias de las Naciones Unidas y otros eventos
“Gracias a sus apariciones en eventos públicos y su presencia en redes sociales a lo largo de varios continentes”, explicó Melanie Khanna, responsable de la sección de Apatridia de ACNUR, “miles de personas han entendido cómo alguien puede terminar siendo apátrida sin ser responsable de ello, y cuán devastadoras son las consecuencias de eso”.
El número de personas en el mundo que no tiene una nacionalidad es difícil de precisar. Hay al menos 4,2 millones de personas apátridas en los 79 países que los reportan, pero la agencia de las Naciones Unidas cree que es un recuento muy bajo y que el problema afecta a muchos millones más.
La apatridia surge de una variedad de situaciones, incluidas la nueva demarcación de fronteras, leyes discriminatorias que evitan que las mujeres pasen su nacionalidad a un hijo, nacimientos que no son registrados, o la expulsión masiva de un grupo étnico.
La travesía de Mamo para convertirse en una autora, portadora de un pasaporte y activista trotamundos que pronuncia discursos perfectos, incluida una charla TED en Ginebra, comenzó luego de años de desaliento.
La vida en el Líbano era sofocante para Mamo y sus dos hermanos. Sus padres se preocupaban cada vez que los niños cruzaban los puestos de control de una Beirut devastada por la guerra, donde los sirios con frecuencia son tratados con hostilidad.
El dinero era escaso, según explicó. Su madre, quien había sido enfermera en Siria, no trabajaba en el Líbano. Su padre usaba su camión para ganar dinero haciendo mudanzas. Los niños recibían ropa nueva dos veces al año, en Navidad y en Pascua.
Como los niños no tenían documentos, sus padres tenían que hacer milagros para poder matricularlos en la escuela, suplicando a los funcionarios por exenciones y favores. Cuando Mamo tuvo la edad para pensar en asistir a la universidad, encontró que solo había una sola casa de estudios dispuesta a aceptarla, lo que significaba abandonar su sueño de estudiar medicina.
Ella intentó los métodos más complicados, incluso ser adoptada por los padres de un amigo. La familia de Mamo pagó una pequeña fortuna a personas que dijeron que conocían a alguien que conocía a otra persona que podría conseguirles la ciudadanía libanesa.
“Hicimos todo lo que te puedas imaginar”, aseguró. “Perdimos mucho dinero pagándole a personas que decían tener conexiones”.
Sus hermanos parecían estar resignados a su destino. Pero Mamo decidió que no descansaría hasta conseguir una solución. Ella hizo una lista de todas las embajadas en el Líbano y envió a cada una de ellas un correo electrónico describiendo todas las oportunidades perdidas y los sueños que tenía.
Por años, la mayoría de las embajadas la ignoraron y otras respondieron de manera arisca. En 2013, el embajador de México respondió ofreciendo ayuda para encontrar una manera de llevarla hasta ese país.
Esa posibilidad motivó a la hermana de Mamo, Souad, a intentarlo por su cuenta. Ella envió su propio cargamento de correos electrónicos a las misiones diplomáticas. En marzo de 2014, la embajada de Brasil extendió a Souad Mamo, y posteriormente a Maha Mamo y su hermano, Eddy, una invitación para viajar a Brasil con una visa especial para refugiados sirios.
Maha Mamo no sabía prácticamente nada acerca de Brasil. “Lo único que sabía era que era un país inseguro”, relató.
Con la misma audacia que la había llevado hasta ese punto, Mamo buscó entre sus contactos en Facebook para ver si podía encontrar amigos que hubiesen estado en Brasil y descubrió que una exploradora de su antiguo grupo se había quedado una vez, brevemente, con una familia brasileña.
Ella le envió un mensaje a la familia presentándose. Para su sorpresa, la familia la invitó, a ella y a sus hermanos, a quedarse en su casa en la ciudad de Belo Horizonte, al sureste del país.
En septiembre de 2014, con 26 años de edad, abandonó el Líbano en un avión, después de pagarle al gobierno miles de dólares en multas por permanecer en el país con una visa vencida.
En Belo Horizonte, Mamo tuvo que hacer trabajos ocasionales, como distribuir panfletos en la calle.
En marzo de 2015, una entrevista que dio a un programa de televisión brasileño sobre el tema de la apatridia inició su carrera como activista. Funcionarios en Naciones Unidas, que el año anterior habían comenzado una campaña instando a los países a crear políticas que eliminasen la apatridia, tomaron nota.
Estos ayudaron a Mamo a obtener un documento de viaje, y pronto estaba recorriendo todo el mundo para contar su historia y solicitar a los legisladores a crear vías legales hacia la ciudadanía para los millones de desconocidos que no tienen nacionalidad.
Después de la Segunda Guerra Mundial, la ONU creó dos convenciones relacionadas con los derechos de las personas apátridas, pero estas obtuvieron pocos signatarios.
Eso significó que incluso países con una historia de recibir a inmigrantes, como Brasil y Estados Unidos, no poseían una vía para que personas apátridas que aspirasen a convertirse en ciudadanos.
Mamo se estaba agotando de invertir tanto tiempo y trabajo en un activismo que no la estaba llevando a la solución para su situación y la de sus hermanos. Fue entonces que Eddy, su hermano, fue asesinado durante un intento de robo cerca de su casa en junio de 2016.
La muerte generó una amplia cobertura mediática en Brasil y le dio a al activismo de Mamo pertinencia. Funcionarios en la capital, Brasilia, tomaron nota. En 2017, cuando los legisladores actualizaron la ley de inmigración del país, incluyeron una nueva provisión que le daba a las personas sin nacionalidad una vía directa a la ciudadanía.
En junio de 2018, Torquato Jardim, quien era Ministro de Justicia, invitó a Mamo y a su hermana a la capital, a una ceremonia donde se convertirían en las primeras personas apátridas en ser designadas como elegibles para recibir la ciudadanía brasileña.
Algunos meses después, los funcionarios brasileños en Ginebra sorprendieron a Mamo otorgándole sus documentos de ciudadanía cuando ella justo terminaba uno de sus característicos discursos sobre la falta de nacionalidad, que usualmente pronuncia con una bandera brasileña cubriéndole los hombros.
Funcionarios de Naciones Unidas reconocen la perseverancia de Mamo al poner el tema en la agenda política de Brasil, que es uno de los 23 países que tienen vías legales para asimilar a personas apátridas.
© The New York Times 2020