A los expertos en salud sexual adolescente les preocupa que la pandemia del coronavirus tenga efectos graves en la salud sexual y el comportamiento social de los jóvenes.
“Yo partiría del hecho de que nuestros jóvenes no están bien”, dijo Laura Lindberg, investigadora en el Instituto Guttmacher, quien fue la autora principal de un artículo sobre este tema publicado en junio en la revista Perspectives on Sexual and Reproductive Health. Su labor de desarrollo, dijo la investigadora, es separarse de sus padres, conectar con sus pares y entablar relaciones, y “la pandemia acaba de imponerles una enorme barricada”.
Se registran cifras elevadas de jóvenes adultos que afirman tener pensamientos suicidas, comentó Lindberg, y “las restricciones para desarrollar y mantener una intimidad en la pandemia están afectando a los jóvenes sobremanera”. Muchos están viviendo en casa con sus padres y otros parientes cuando no esperaban estar así, muchos sienten el estrés de trabajar como empleados esenciales y quizá asumen más responsabilidades familiares de las debidas.
“Una vez que entran a la casa de sus padres, su autonomía y su privacidad obviamente cambian”, explicó David Bell, coautor del artículo y profesor de Pediatría, Población y Salud Familiar en el Centro Médico Irving de la Universidad de Columbia, donde es el director médico de The Young Men’s Clinic (la clínica para hombres jóvenes). Para algunos, esto se ha traducido en una relación más cercana con sus familias, mencionó Bell, mientras que para otros ha sido mucho más estresante.
En general, afirmó Bell, el comportamiento sexual de los jóvenes se ha vuelto más moderado en los últimos años. “La mayoría de nuestros jóvenes no están teniendo sexo con la misma frecuencia con la que solíamos pensar que lo hacían”, explicó. En la pandemia, lo que él ha notado en la clínica es que “si antes tenían varias parejas, sin duda ahora están tratando de reducir eso hasta cierto punto”. Además, Lindberg señaló: “Los adolescentes de la actualidad han estado entrenando para esta pandemia desde muy jóvenes… son los que se sienten más cómodos con llevar relaciones en línea, en un espacio digital”.
Muchos servicios de salud sexual y reproductiva se suspendieron en la primavera, comentó Bell, y aunque algunos han reabierto, las dificultades para el control de infecciones durante una pandemia y las exigencias de proteger a los pacientes y a los trabajadores de salud puede complicar o volver intimidante que los adolescentes busquen la atención que necesitan o las respuestas a las dudas que tienen, sobre todo en las poblaciones minoritarias y los vecindarios de pocos recursos que se han visto afectados de manera desproporcionada por la pandemia.
Tracey Wilkinson, profesora adjunta de Pediatría en la Escuela de Medicina de la Universidad de Indiana, fue la autora principal de un artículo publicado en mayo en la revista JAMA Pediatrics, donde se argumentaba que brindar métodos anticonceptivos a las adolescentes durante la pandemia era una necesidad esencial de la atención médica, ya sea para control de natalidad o por otros motivos. Ella y sus colegas propusieron un algoritmo para anticonceptivos que se puede iniciar o resurtir de manera segura a distancia, con el seguimiento apropiado de un médico. El algoritmo planteaba una serie de preguntas para confirmar que la paciente no estuviera embarazada, para garantizar que no hubiera ninguna contraindicación a recetar un método anticonceptivo a base de hormonas y para explorar las preferencias personales de la paciente.
Si es debido, un médico podría recetar anticonceptivos de acción rápida, como pastillas, parches o anillos, así como una inyección autoadministrada, junto con la recomendación de usar condón y una receta de anticonceptivos de emergencia como respaldo. “Con las pacientes que empiezan a usar un nuevo método suelo mantenerme en contacto o les pido que regresen a verme”, mencionó Wilkinson, aunque receta un suministro de 12 meses. Los métodos de acción prolongada requerirán una consulta en la clínica, pero se les puede ofrecer a las pacientes un método “puente” que atienda sus necesidades mientras tanto.
“Cabe recordar que lo que nosotros consideramos importante en la medicina no es necesariamente lo que los padres consideran relevante”, dijo Wilkinson. A menudo, los médicos se concentran solo en la eficacia de un método en particular, en lugar de cuán aceptable es para una paciente específica. Cuando habla con adolescentes, les pregunta “si consideran importante menstruar todos los meses”, explicó, y “si su pareja puede ver el método o si está al tanto de que están tomando un anticonceptivo”.
Para algunas adolescentes, quizá es importante poder detener el tratamiento anticonceptivo en el momento que lo deseen. Además, se debe mencionar qué pasaría si un método no se usa o si no funciona como debe, así como la importancia de poder hablar de estos temas con tu pareja.
Los pediatras tienen que acostumbrarse a tener estas conversaciones con comodidad, afirmó Wilkinson. “Según los datos, los jóvenes comienzan a tener una vida sexual activa en el periodo en que nosotros los atendemos”, agregó. El diálogo debe incluir conversaciones sobre cuándo están preparados para hacer esa transición y cómo eso refleja sus valores personales.
Incluso en el ámbito de la medicina, hay quienes quizá asumieron que los métodos anticonceptivos no serían una prioridad durante una pandemia, comentó, pero eso no es necesariamente cierto. Y este otoño, el tema es aún más importante, ya que una población entera de jóvenes va a regresar a la universidad en condiciones extraordinarias, o en caso contrario, no regresarán a sus universidades, donde tal vez estaban acostumbrados a recibir atención médica.
Ya que algunos estudiantes universitarios sí regresarán a sus escuelas, Lindberg dijo que la respuesta y los lineamientos de las universidades en cuanto a los comportamientos seguros en torno a la COVID-19 ignoraban el hecho de que los jóvenes son seres sexuales.
“En lugar de eso, vemos lineamientos que dicen que no se permiten visitas en la habitación”, afirmó. “Los chicos van a romper esa regla, y luego nos enojaremos con ellos”. Los lineamientos deberían enfatizar una toma de decisiones cuidadosa, tanto con respecto al sexo como con respecto a la COVID-19, explicó, y los lineamientos deberían establecerse en términos de reducción de riesgos y consentimiento. “No puede ser todo o nada, porque ese modelo falla”, afirmó.
“Estos temas se repiten una y otra vez”, afirmó Lindberg. “Debemos empoderar a los jóvenes y darles las herramientas para que sepan cómo tomar decisiones y elegir sus acciones con prudencia”. Hizo referencia a los lineamientos del Departamento de Salud de Nueva York para el comportamiento sexual, que comienzan con el consejo de que tú eres tu pareja sexual más segura, pero continúan más allá de eso y mencionan los riesgos específicos de los distintos tipos de comportamiento.
El mensaje por parte de los padres, luego de hablar de esto con sus hijos, quienes, a su vez, expresaron con anterioridad sus propios valores, debería ser algo como: “Este es el momento en el que tú debes tomar buenas decisiones”, recomendó Lindberg. Los padres deben hablar de cómo sería una cita con distanciamiento social, pero también de la posibilidad de que las relaciones evolucionen. “No podemos pensar en todos los jóvenes como seres asexuales; es posible que el sexo y la intimidad sean parte de su vida”.
Bell sugirió “tal vez empezar el semestre con una conversación sincera que reconozca esta situación única”.
Las universidades han batallado —y en muchos casos, han fracasado— para cambiar el comportamiento de los estudiantes en cuanto a problemas como el abuso sexual y los rituales de iniciación, comentó, y la pandemia podría brindar nuevas oportunidades para ayudar a los alumnos a tomar buenas decisiones: “Cuando se reduzca o se elimine la COVID-19, quizá nos quedemos con algunos aprendizajes sobre cómo abordar y promover un comportamiento sexual saludable en los campus”.
c.2020 The New York Times Company