Es una cifra impactante, unas 200.000 personas han fallecido a causa del coronavirus en Estados Unidos, y casi cinco veces más (cerca de un millón de personas) en todo el mundo.
La pandemia, que ha provocado que los casos se disparen en muchos países y luego tiendan a bajar después de los cierres, ha llegado a un punto inestable. ¿Acaso países como Estados Unidos verán cómo disminuye la presencia del virus en los próximos meses o hay una nueva oleada en camino?
“Nadie sabe lo que sucederá”, afirmó Catherine Troisi, una epidemióloga de enfermedades infecciosas del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en Houston. “Este virus nos ha tomado desprevenidos en muchos aspectos y es posible que nos sorprenda de nuevo”.
En Estados Unidos, se han detectado menos casos nuevos de coronavirus una semana tras otra desde finales de julio, después de terribles brotes registrados primero en el noreste y luego en el sur y el oeste.
No obstante, en días recientes, el recuento diario de nuevos casos en el país está aumentando otra vez, lo cual a su vez incrementa la preocupación de que haya un resurgimiento del virus a medida que las universidades y las escuelas vuelven a abrir sus puertas y que un clima más frío obliga a la gente a estar en espacios cerrados previo a lo que algunos epidemiólogos temen que pueda ser un invierno devastador.
El número de muertes por coronavirus en Estados Unidos equivale aproximadamente a la población de Akron, Ohio, o casi dos veces y media a la cantidad de miembros de las fuerzas armadas de Estados Unidos que murieron en batalla en las guerras de Vietnam y Corea juntas; alrededor de 800 personas mueren diariamente.
En todo del mundo, al menos 73 países están presenciando un aumento en los casos nuevos detectados, y la preocupación crece con rapidez.
En India, se están detectando más de 90.000 nuevos casos diariamente, además de un millón de casos desde el inicio de este mes, lo cual eleva el total a más de cinco millones de casos en el país.
En Europa, después de que los cierres ayudaron a contener la crisis en la primavera, el virus se está abriendo camino de nuevo en el continente a medida que las personas retoman sus vidas.
Israel, con casi 1.200 muertes atribuidas al virus, impuso un segundo cierre la semana pasada, uno de los pocos países que lo ha hecho.
Cuando la primera ola de contagios se extendió por todo el mundo, los gobiernos impusieron restricciones de movimiento generalizadas: más de 4000 millones de personas debieron acatar alguna orden de quedarse en casa en un momento dado, pero la mayoría de los países ahora tratan desesperadamente de evitar recurrir de nuevo a medidas tan estrictas.
“Tenemos un problema muy grave ante nosotros”, señaló Hans Kluge, director regional de la Organización Mundial de la Salud en Europa, la semana pasada. “Los casos semanales han excedido los reportados cuando la pandemia llegó a su punto máximo en Europa en marzo”.
En toda Latinoamérica, el total de fallecimientos asciende a más de 310.000. Dos tercios del total provienen de dos países únicamente: Brasil con más de 132.000 muertes reportadas y México con 72.000. Carissa F. Etienne, directora de la Organización Panamericana de la Salud, advirtió que la amenaza persistía.
“Latinoamérica ha comenzado a retomar una vida social y pública casi normal en un momento en que el COVID-19 todavía requiere acciones de control importantes”, dijo la semana pasada. “Debemos tener claro que reanudar actividades demasiado pronto le da a este virus más espacio para propagarse y pone a nuestras poblaciones en un riesgo mayor. Veamos el ejemplo de Europa”.
Hasta la tarde del domingo, los fallecimientos en Estados Unidos a causa del coronavirus superaron las 199.300 muertes, lo que ha dejado en duelo a las familias de todo el país. Hace solo cuatro meses, a finales de mayo, la lista de fallecimientos en el país llegó a 100.000. De acuerdo con algunos análisis, incluso el recuento actual puede ser una subestimación significativa de la cantidad de víctimas en Estados Unidos, que no incluye a algunas personas que mueren a causa de COVID-19, así como las que mueren por causas secundarias que también están relacionadas con la pandemia.
Cuando el virus rebasó a Estados Unidos esta primavera, los fallecimientos aumentaron. A mediados de abril, más de 2000 personas morían a diario, en promedio. Las muertes volvieron a aumentar este verano, con un incremento de los casos en el sur y el oeste. Desde entonces el ritmo ha disminuido considerablemente.
Tom Inglesby, director del Centro para la Seguridad de la Salud de la Facultad de Salud Pública Bloomberg de Johns Hopkins, aseguró que era factible que la cantidad de muertos en Estados Unidos pudiera llegar a 300.000 si la población bajaba la guardia.
“Hay muchos países que podríamos considerar nuestros pares económicos, o que están mucho menos desarrollados en términos de economía o sistemas de salud, que tienen un índice de mortalidad mucho menor”, dijo.
El contraste con otros países industrializados ricos es evidente, lo que refleja cómo el virus sigue arrasando con zonas de Estados Unidos. Un día de la semana pasada, Estados Unidos informó de 849 fallecimientos nuevos. El mismo día, Italia, que alguna vez fue el epicentro de la pandemia, registró trece muertes. Tanto Canadá como Alemania reportaron siete decesos ese día.
Existen factores nuevos que se suman a la incertidumbre de la trayectoria del coronavirus. Se espera que el clima frío ponga a prueba más que nunca los riesgos del aire interior compartido. La llegada de la temporada de influenza amenaza con forzar aún más el sistema de salud. El éxito de las acciones para evitar que el virus se propague en las escuelas y los campus universitarios que acaban de reiniciar actividades sigue siendo incierto.
Muchos de los distritos escolares más grandes del país están comenzando el año con clases a distancia, pero la mayoría de los estados tienen al menos algunos distritos escolares, principalmente en áreas rurales o suburbanas, que han abierto para impartir clases presenciales.
Las escuelas de estados como Georgia e Indiana ya llevan un mes abiertas, pero los expertos afirman que aún no pueden estar seguros de cuál será la consecuencia en la transmisión del virus en las comunidades.
Bill Hanage, profesor adjunto de Epidemiología de la Facultad de Salud Pública T.H. Chan de Harvard, señaló que debido a las grandes diferencias en la manera en que las escuelas están reabriendo (donde algunas escuelas aplican rigurosamente los requisitos de distanciamiento social y el uso de cubrebocas y otras hacen mucho menos) “se espera que haya una gama bastante amplia en lo que respecta a las consecuencias”.
El regreso a las escuelas y universidades, con pruebas generalizadas en los campus, ya ha dado lugar a un aumento en los casos conocidos. Se han informado de más de 88.000 casos de coronavirus en más de 1100 universidades de Estados Unidos en el transcurso de la pandemia, según una encuesta de The New York Times.
Los primeros meses de la pandemia provocaron oleadas de casos en las zonas urbanas y costeras de Estados Unidos, pero ahora el virus se está propagando ampliamente en las comunidades rurales y los lugares donde al principio había pocos casos, si acaso había alguno. En días recientes, los estados del centro, entre los que están Wisconsin, Montana y Dakota del Norte, han presentado una cantidad de casos más elevada que nunca.
En la última semana, el índice de contagio en Dakota del Norte duplicó el de Texas y cuadriplicó el de California, los cuales anteriormente fueron focos de contagio. El índice mide los casos de virus por cada 100.000 personas, y Dakota del Norte, que ha reportado más de 17.000 casos y 190 muertes en el curso de la pandemia, solo tiene 760.000 habitantes.
Aun así, más de la mitad de los casos de Dakota del Norte se han notificado desde principios de agosto.
“Al principio, era una enfermedad de ciudades grandes y veíamos todo en la televisión”, señaló Kathleen Atkinson, una monja benedictina que es directora de un ministerio en Bismarck, la capital de Dakota del Norte. “Ahora no hay un solo condado que no haya tenido casos positivos, y es parte de la vida de todos”.
© The New York Times 2020