Este coronavirus es nuevo, pero tu sistema inmunitario de todos modos podría reconocerlo

Por Katherine J. Wu

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Imagen de archivo de la fisioterapeuta Ana Carolina Xavier de FamilyCare, un grupo que se especializa en cuidados fisioterapéuticos móviles y quien trabaja en la UCI del hospital de campo Lagoa-Barra con pacientes de COVID-19, siendo tratada por una colega con el método brasileño de fisioterapia llamado RTA (reequilibrio toracoabdominal), luego de que fue diagnosticada con COVID-19, en su casa en Río de Janeiro, Brasil. 25 de junio, 2020. REUTERS/Ricardo Moraes

Un aluvión de estudios recientes ha revelado que una proporción grande de la población —entre 20 y 50 por ciento en algunos lugares— podría resguardar asesinos inmunitarios, llamados linfocitos T, que reconocen al nuevo coronavirus a pesar de que nunca lo han tratado “en persona”.

Lo más probable es que esos linfocitos T, que habitaban en el torrente sanguíneo de las personas mucho antes de que comenzara la pandemia, hayan quedado errantes tras alguna refriega con otros coronavirus relacionados, incluyendo cuatro que con frecuencia provocan la gripe. Es un caso de parecido familiar: para el sistema inmunitario, los microorganismos que comparten orígenes pueden parecerse, a tal punto que, cuando un primo de estos nos visita, el cuerpo a veces huele sus intenciones.

La presencia de estos linfocitos T ha intrigado a los expertos, quienes dijeron que era muy pronto para afirmar si estas células tendrían un papel útil, nocivo o absolutamente insignificante en la batalla global contra el nuevo coronavirus. Pero si estos linfocitos con inmunidad cruzada ejercen una influencia, aunque sea modesta, en la respuesta inmunitaria al coronavirus del COVID-19, entonces podrían hacer que la enfermedad se presente de manera menos grave, y quizás eso también podría explicar por qué algunas personas que se contagian de este virus se enferman mucho mientras que otros apenas lo sienten.

Si tienes una población de linfocitos T que están armados y listos para protegerse, podrás controlar la infección mejor que alguien que no tiene esas células con inmunidad cruzada”, explicó Marion Pepper, inmunóloga de la Universidad de Washington que estudia la respuesta inmune en pacientes de COVID-19. “Eso es lo que todos esperamos”.

Los linfocitos T son unas células muy quisquillosas. Cada uno pasa su vida entera esperando un detonador muy específico, como un amenazante virus peligroso. Una vez que se enciende ese interruptor, el linfocito T se clonará para formar un ejército de soldados especializados, todos con la mira en el mismo objetivo. Algunos linfocitos T son asesinos microscópicos, hechos para destruir las células infectadas; otros sonsacan a las células inmunitarias llamadas linfocitos B para que produzcan anticuerpos que atacan a los virus.

FOTO DE ARCHIVO: Varias personas
FOTO DE ARCHIVO: Varias personas con mascarillas caminan frente un complejo comercial y de oficinas en Pekín, China, el 23 de julio de 2020. REUTERS/Tingshu Wang

La primera vez que el virus infecta el cuerpo, la respuesta es lenta; se necesitan varios días para que el sistema inmunitario decida cuáles linfocitos T son los más indicados para la misión. Pero los encuentros subsecuentes generalmente suscitan respuestas cada vez más fuertes y rápidas, gracias a una reserva de linfocitos T, llamados linfocitos T de memoria, que permanecen aun cuando la amenaza inicial ha pasado y que están prontos a tomar las armas cuando sea necesario.

Por lo regular el proceso funciona mejor cuando los linfocitos T deben pelear contra el mismo patógeno una y otra vez. Sin embargo, estos reclutas son más flexibles de lo que a veces pensamos, dijo Laura Su, inmunóloga y experta en linfocitos T de la Universidad de Pensilvania. Cuando estas células se topan con algo bastante parecido al microorganismo de su preferencia, el encuentro los incita a luchar, aunque el invasor sea un perfecto desconocido.

En teoría, los linfocitos T con inmunidad cruzada pueden “proteger casi como una vacuna”, dijo Smita Iyer, inmunóloga de la Universidad de California, campus Davis, quien estudia las respuestas inmunitarias al nuevo coronavirus en primates. Algunas investigaciones previas han mostrado que los linfocitos T con inmunidad cruzada podrían proteger a la gente de diferentes cepas del virus de la influenza, y tal vez dar cierta inmunidad contra los virus que provocan el dengue y el zika, con quienes comparte un árbol genealógico.

El caso de los coronavirus es mucho menos obvio, sostuvo Alessandro Sette, inmunólogo del Instituto de Inmunología La Jolla que ha estado a cargo de diversas investigaciones que estudian a los linfocitos T con inmunidad cruzada ante el nuevo coronavirus. Los investigadores han encontrado a gente en Estados Unidos, Alemania, los Países Bajos, Singapur y el Reino Unido que nunca ha estado expuesta al nuevo coronavirus, pero que tiene linfocitos T que reaccionan a este en el laboratorio.

(EFE/Etienne Laurent/Archivo)
(EFE/Etienne Laurent/Archivo)

Los investigadores están ansiosos por comprender la historia de estos linfocitos T, ya que podría revelar quién es más probable que los tenga. Un creciente corpus de evidencia, incluyendo datos que esta semana publicaron Sette y sus colegas en la revista Science, señala a los coronavirus que provocan la gripe como una fuente potencial. Pero incluso los virus que no están relacionados a veces comparten características similares, y quizá los investigadores nunca sepan a ciencia cierta qué “provocó su desarrollo”, afirmó Avery August, inmunólogo y experto en linfocitos T de la Universidad de Cornell.

Sin importar cuál sea el origen de los linfocitos T, su mera existencia podría ser una buena noticia. Los linfocitos T no son lo único que conforma el sistema inmunitario, pero incluso cierta inmunidad preexistente tal vez signifique que la gente que hace poco estuvo enferma de gripe podría combatir más fácilmente a un miembro más perverso del clan de los coronavirus.

Es probable que la inmunidad cruzada en los linfocitos T no sea suficiente para evitar la infección o la enfermedad. Pero tal vez suavice los síntomas del COVID-19 en la gente que los porta, o bien aumente la protección proporcionada por una vacuna.

“Eso sería genial”, dijo Iyer.

Los linfocitos T también son excelentes directores de orquesta. Dependiendo de qué señales envíen, pueden sincronizar células y moléculas de distintas partes del sistema inmunitario para coordinar un ataque en equipo, o bien apagar estos ataques para que el cuerpo regrese a su estado normal. Si resulta que los linfocitos T con inmunidad cruzada prefieren silenciar la respuesta, podrían suprimir la defensa inmunitaria de una persona antes de que siquiera tenga la oportunidad de pelear, sostuvo August.

Pero, por otro lado, hay muchos tipos de linfocitos T, y todos operan como parte de un sistema inmunitario complejo. “Parece que algunas personas quisieran decir esto es ‘bueno’ o ‘malo’. Seguramente es más complejo que eso”, expresó Su.

c.2020 The New York Times Company

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