Las aerolíneas y los aeropuertos del mundo están haciendo todo lo posible para que, a pesar de la pandemia del coronavirus, la gente confíe en que es seguro volver a viajar en avión.
Las aerolíneas están solicitando que tanto los pasajeros como su personal usen cubrebocas y están introduciendo nuevos procedimientos de limpieza en las aeronaves, aplicando el distanciamiento social para abordar, dejando un asiento vacío en los aviones y una de ellas prohíbe incluso que los pasajeros hagan fila para usar el baño.
Los aeropuertos están verificando la temperatura de los pasajeros mediante dispositivos de alta y baja tecnología; están usando mediciones biométricas para agilizar el registro, los procesos de seguridad, así como de inmigración y aduanas, y también están empleando robots autónomos para limpiar el suelo de las terminales.
Sin embargo, nada de esto es congruente. Además, no se sabe si estas medidas son suficientes.
Por ejemplo, ¿las medidas de distanciamiento funcionarán si los pasajeros van sentados con otras personas durante varias horas? Quizás la verificación de la temperatura detecte a quienes ya están enfermos, pero ¿cómo detectamos a quienes tienen el virus cuando, según algunos cálculos, el 35 por ciento de las personas son asintomáticas y el 40 por ciento del contagio ocurre antes de que la gente se sienta enferma?
“Hay muchas cosas inciertas en este momento”, comentó Henry Harteveldt, fundador de Atmosphere Research Group, una empresa de análisis del sector turístico en San Francisco. “¿Los aeropuertos y las aerolíneas tienen que invertir en algo a largo plazo que sea permanente, como la seguridad en los aeropuertos, o son intervenciones tácticas de corto plazo?”.
“Esta incertidumbre, junto con una variación innecesaria de un aeropuerto a otro en cuanto a los procedimientos de diagnóstico del estado de salud de las personas, hace que los consumidores confundidos no tengan la confianza suficiente como para emprender un viaje”, señaló Harteveldt. “Solo viajarán cuando sea necesario y no cuando deseen hacerlo, ya sea por negocios o por placer”.
El mes pasado, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA, por su sigla en inglés), la organización comercial para la industria global de las aerolíneas, emitió lo que llama un “plan de acción” para reactivar la aviación. Este recomendaba medidas “escalonadas” que se “implementaran de manera global y que se respetaran entre los gobiernos”. Estas incluían el rastreo de las personas con quienes los pasajeros tuvieron contacto antes del vuelo; la verificación de la temperatura cuando los viajeros llegaban al aeropuerto; el uso de cubrebocas por parte de los pasajeros; cubrebocas y equipo de protección para el personal del aeropuerto y de la aerolínea; opciones de autoservicio sin contacto para el registro y el depósito de equipaje, y procedimientos aduanales procesados de manera electrónica.
No obstante, el plan rechazaba las políticas de algunas aerolíneas de dejar un asiento vacío en las aeronaves debido a que, según este, “es muy bajo el riesgo de transmisión de la COVID-19 entre los pasajeros que están dentro del avión”.
Además, aunque la IATA habría esperado que estos lineamientos tranquilizaran a los pasajeros, Timothy O’Neil-Dunne, un viajero frecuente de millones de millas y director de 777 Partners, una empresa de inversiones, señaló que no tenían en consideración “la pregunta esencial que tiene que responderse: ¿cómo puedo saber a ciencia cierta que solo se permitirá que vayan conmigo en el avión a las personas que no son transmisoras del coronavirus?”.
Una política generalizada de las aerolíneas es que los pasajeros y el personal usen cubrebocas o algo para cubrirse el rostro.
En algunas empresas —incluyendo Qatar Airways, Philippines Airlines y AirAsia—, los sobrecargos usan lo que se considerarían trajes de protección.
American, United y Southwest Airlines, entre otras, han mejorado sus programas de limpieza de las aeronaves, mientras que los aviones más modernos usan filtros de aire de alta eficiencia (HEPA, por su sigla en inglés), los cuales también se emplean en los quirófanos de los hospitales y que extraen prácticamente todos los microbios y los virus del aire de la cabina. Sin embargo, no existen pruebas de que los filtros puedan proteger totalmente del coronavirus a los pasajeros.
Ryanair, la aerolínea de bajo costo con sede en Dublín, que tiene planeado retomar el 40 por ciento de su servicio normal el 1 de julio, se rehúsa a dejar un asiento vacío. También ha establecido una de las políticas nuevas más extrañas: tiene planeado prohibir “hacer fila para usar el baño” durante los vuelos, aunque “el acceso a los baños estará disponible para los pasajeros mediante una solicitud”.
Delta Air Lines no solo requiere cubrebocas, sino que desinfecta los puestos y los mostradores de registro, las estaciones de equipaje y los contenedores de seguridad de las estaciones en los aeropuertos, así como también las zonas de embarque, los puentes de acceso a las aeronaves y las áreas de los empleados.
Además, está desinfectando los baños de los aviones, las manijas de los compartimientos superiores, las mesas para las bandejas y las pantallas de los respaldos antes de cada vuelo. También está dejando un asiento vacío de manera temporal, reduciendo la entrega de alimentos y bebidas “para disminuir los puntos de contacto en el servicio”, y remplazando los filtros HEPA el doble de las veces sugeridas por el fabricante.
Frontier, Air France y Singapore Airlines, entre otras, verifican la temperatura de los pasajeros. Etihad Airways está probando con voluntarios del aeropuerto internacional de Abu Dabi un puesto de autoservicio sin contacto para tomar la temperatura y las frecuencias cardiaca y respiratoria.
Tanto el Aeropuerto Internacional de Cincinnati/Norte de Kentucky como el Aeropuerto Internacional de Dallas-Fort Worth pronto tendrán empleados para probar una máquina que combina una cámara infrarroja y la inteligencia artificial para tomar la temperatura.
El aeropuerto internacional de Pittsburgh tiene un robot, con un cerebro diseñado por Carnegie Robotics, que utiliza luz ultravioleta para limpiar el suelo. Este aeropuerto también está considerando usar esta luz para esterilizar los botones de los elevadores, así como los pasamanos de las escaleras eléctricas y de los transportes automatizados de pasajeros. El aeropuerto de Cincinnati recientemente comenzó a usar un robot NEO de Avidbots, el cual se emplea mucho en los aeropuertos internacionales para limpiar el suelo. Brian Cobb, el director de innovación del aeropuerto, señaló que tiene pensado usar la información que proporciona el robot para monitorear y, de ser necesario, desviar a los pasajeros con el fin de mantener el distanciamiento social.
El aeropuerto de Dallas está usando luces y pantallas digitales para señalar los compartimientos de los baños que están desocupados. El aeropuerto internacional de Atlanta Hartsfield-Jackson está instalando 400 dispensadores de desinfectante para manos nuevos que usan un sistema de monitoreo inteligente.
El aeropuerto internacional de Miami está usando un servicio nuevo del desarrollador de software iinside que monitorea y evalúa el distanciamiento social en las filas para pasar por el área de seguridad. El aeropuerto internacional de Tampa ha instalado corazas de plástico en las zonas de mucho tráfico, así como rótulos y señalamientos para indicar la distancia social. También ha reducido los asientos y aumentado y mejorado las labores de limpieza. Está recomendando a los pasajeros llegar al menos dos horas antes de su salida “para ayudar a evitar que la gente se amontone por las prisas de último momento”.
Dos empresas de tecnología, SITA y Collins Aerospace, están promoviendo iniciativas sin contacto para los aeropuertos que utilizan reconocimiento facial biométrico y tecnologías móviles para el registro, el depósito de equipaje, la revisión de seguridad y el embarque.
El uso de revisión biométrica sigue estando en debate, al menos en Estados Unidos y Europa. Pese a que O’Neil-Dunne y Harteveldt respaldan la revisión, Harteveldt insinuó que quien use esa tecnología debe trabajar “con el mayor nivel de seguridad de los datos” para garantizar que se mantenga segura la información relacionada con la salud de los pasajeros.
O’Neil-Dunne señaló que los pasajeros tienen que ser más flexibles acerca de la privacidad a fin de proteger su salud y la de los demás.
“La ética está bien cuando es todo lo que importa”, comentó. “En este caso, se trata de un virus pandémico. No solo estamos tratando con garantías individuales, sino con los derechos humanos básicos de los pasajeros, y creo que eso tiene prioridad”.
(c) The New York Times 2020