A más de 10.000 kilómetros de distancia, Andrés Iniesta ha estado pensando en su regreso. No sabe cuándo será ni en qué circunstancias, pero está seguro de que quiere volver al Barcelona.
El club al que desea unirse no es el mismo que recuerda. Algo ha cambiado. No se trata del coronavirus que, ciertamente, lo ha cambiado todo, incluso La Liga, que se suspendió indefinidamente a mediados de marzo. El equipo seguía ganando, pero de una manera diferente. Aunque se cosechaban victorias, el fútbol ya no se sentía como algo de otro mundo, los jugadores en el campo simplemente se veían como lo que son: hombres talentosos que fueron traídos de todo el mundo para forjar un equipo ganador.
Esa escuadra lidera nuevamente la competencia por el campeonato, pero su superioridad oculta una campaña turbulenta, y sin gracia, que acumuló cinco derrotas antes de que el coronavirus detuviera la temporada. Fuera del campo de juego, las cosas son aún peores, la suspensión del fútbol ha hecho que la atención se enfoque en los complots de la sala de juntas y el rencor.
Desde una tierra lejana, Iniesta, quien está experimentando el final de su carrera en Japón con el Vissel Kobe, se ha mantenido al día sobre la sensación de fealdad y la crisis que se ha apoderado del club que hasta no hace mucho era admirado en todos los deportes.
Se ha producido un creciente distanciamiento entre la gerencia y los jugadores. Además, el delantero superestrella Lionel Messi, quien hasta esta temporada no era conocido por sufrir arrebatos públicos de ira, ha tenido el liderazgo en esa situación.
El mes pasado, seis miembros de la junta directiva renunciaron y exigieron la destitución del actual presidente, Josep Maria Bartomeu, en medio de acusaciones de mala administración. Emili Rousaud, quien era el vicepresidente y fue uno de los directivos que se marchó del equipo, hizo acusaciones de corrupción. El conflicto surgió luego de que se afirmó que el club contrató a una empresa de relaciones públicas para difamar a los opositores de Bartomeu en las redes sociales e incluso para criticar a algunos de sus propios jugadores, incluido Messi. El enfrentamiento resulta más sorprendente debido a la manera en la que el equipo ha forjado una imagen de ser algo diferente, una institución que es un monumento vivo a los ideales superiores, una idea que gira en torno a su lema “Més que un club” (más que un club, en español).
Mientras soltaba un fuerte suspiro, Iniesta, que ahora se acerca a los 36 años y su cabello comienza a encanecer, dijo que las largas luchas internas amenazaban con disminuir la reputación del equipo y afectar su rendimiento en el campo.
“Me enoja cuando las cosas que se hablan no son solo de fútbol”, dijo en una entrevista reciente desde el apartamento japonés que comparte con su esposa y sus cuatro hijos. “Me molesta que la gente hable de asuntos que no están relacionados con el fútbol porque es perjudicial. Normalmente, cuando surgen asuntos que no se refieren al fútbol, son situaciones que muchas veces no terminan bien”.
El Barcelona ha negado las acusaciones en su contra calificándolas como “graves e infundadas” y también niega “categóricamente cualquier acción susceptible de ser calificada de corrupción”.
Rafa Cabeleira, un columnista del diario El País que escribe sobre el Barcelona, dijo que la filosofía de que el equipo es más que un club —una idea que se remonta a cuando la escuadra era un baluarte de resistencia contra la dictadura española— se ha visto reducida a un eslogan comercial, a medida que las maquinaciones de la sala de juntas se han vuelto cada vez más oscuras.
Según su constitución, el club debe celebrar elecciones para remplazar a Bartomeu en junio de 2021. Sus oponentes, incluido Rousaud, el vicepresidente que renunció en medio de la crisis, quieren que se realicen antes porque sostienen que es urgente que el club sea investigado.
Si bien Iniesta no declaró su preferencia, insinuó que se debería realizar un cambio lo antes posible. “Sin lugar a dudas, las situaciones que ocurren fuera de la cancha pueden afectar al club”, dijo.
Messi, en su papel de capitán del equipo, criticó al club en dos oportunidades durante esta temporada: primero, cuando el director deportivo del equipo parecía culpar a los jugadores por el despido del entrenador Ernesto Valverde, y luego, por lo que él percibió como unos intentos de mancillar la reputación de los jugadores, durante las discusiones sobre los recortes salariales por la suspensión del fútbol debido al coronavirus.
La incertidumbre en torno al club ha llevado a especular sobre el regreso de algunos ex jugadores a posiciones de liderazgo. En enero, se hizo un gran esfuerzo por traer de vuelta al compañero de Iniesta, Xavi Hernández, para remplazar a Valverde como entrenador. Al final, el equipo se vio obligado a recurrir a Quique Setién, quien expresó su asombro cuando le entregaron las riendas.
El año pasado también fracasó una iniciativa que buscaba contratar al excapitán Carles Puyol como director deportivo.
El año pasado, Xavi dio su respaldo a Víctor Font, un posible candidato a la presidencia, que ha criticado la manera en que Bartomeu dirige al club.
Aunque Iniesta sigue sin saber exactamente cómo y en qué circunstancias volverá al club con sus excompañeros, le parece inconcebible que la historia de cómo unos niños entusiastas se convirtieron en protagonistas de uno de los mejores equipos de fútbol de la historia no incluya un capítulo final, posterior a sus carreras como jugadores, en el que todos vuelvan a trabajar juntos y tal vez logren rescatar al Barcelona de su desorden actual.
Iniesta mencionó rápidamente los nombres de una media docena de excompañeros del equipo antes de decir que sería “muy difícil imaginarse separado del club”. “Queda por ver la capacidad que cada uno tiene para regresar o no, y en qué posición”, dijo. “Ya lo veremos. Me encantaría volver al Barça”.
Por ahora, y con el beneficio del tiempo y la distancia, el centrocampista puede reflexionar sobre los años de gloria en el Camp Nou como nunca lo había hecho. Se ha dado cuenta de que la manera en que él y un equipo formado principalmente por amigos de la academia del club conquistaron el mundo del fútbol fue una aberración, una combinación de suerte y diseño que es poco probable que se repita.
“Con el paso del tiempo, te das cuenta de eso”, dijo Iniesta.
(c) The New York Times 2020