BRUSELAS — En la reciente contienda por los principales puestos de la Unión Europea, Josep Borrell Fontelles fue una de las elecciones que más sorpresa causaron, debido a su edad y a su tendencia a dar declaraciones controvertidas.
Borrell, un socialista español de 72 años, sugirió en un discurso el año pasado que todo lo que Estados Unidos tuvo que hacer para lograr su independencia fue "matar a cuatro indios". Ha dicho que Donald Trump es el primer presidente estadounidense que manifiesta hostilidad al proyecto europeo, que los califica de enemigos. Cuando Trump sugirió construir un muro en el Sahara para evitar el paso de los migrantes, Borrell preguntó: "¿Acaso sabe de qué tamaño es el Sahara?".
Sin embargo, es probable que Borrell, ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación de España, sea aprobado en las semanas próximas como el nuevo alto representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la Unión Europea, en remplazo de Federica Mogherini, la dirigente del Servicio Europeo de Acción Exterior.
El cambio, que requiere de la aprobación del Parlamento Europeo, no podría ocurrir en un momento más crítico. La política exterior y de seguridad de la Unión Europea (UE) es, dicho de una manera generosa, un trabajo en desarrollo. Mientras Mogherini se prepara para dejar su puesto, los desafíos de un Estados Unidos en la era Trump, una Rusia más agresiva y una China en ascenso han dejado a Europa expuesta de nuevo.
"Los países europeos son cada vez más vulnerables a la presión externa que evita que ejerzan su soberanía", dijo de manera franca el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores en un análisis reciente. La respuesta, indicó, es que "la UE necesita aprender a pensar como una potencia geopolítica".
Borrell concuerda: "La única manera de sobrevivir en este mundo de gigantes es unirse para ser más fuertes juntos", dijo en julio.
No obstante, dada la debilidad básica del trabajo que hereda —tratar de llegar a un consenso entre veintiocho Estados nación con distintos tamaños y prioridades, muchos de ellos poco dispuestos a dejar en manos de otros su política exterior—, la interrogante es si Borrell tendrá un mayor impacto.
Mogherini, una socialista italiana, asumió el cargo en 2014 a la edad de 41 años, tras solo ocho meses como ministra de Relaciones Exteriores de Italia. Ha sido muy activa, pues ha viajado por todo el mundo ostentando la bandera de la Unión Europea. También ha trabajado para hallar y mantener el consenso entre los veintiocho Estados miembro de la UE en temas críticos, como el acuerdo nuclear de 2015 con Irán, la adopción de un tono más duro con China, una mayor cooperación en defensa y las sanciones contra Rusia.
Pero fuera de eso, ha tenido pocos éxitos visibles, ya que no logró un acercamiento entre Serbia y Kosovo para llegar a un acuerdo relacionado con su disputa fronteriza y es profundamente impopular en el gobierno de Donald Trump.
Borrell es de una categoría muy distinta, ya que es un ingeniero aeronáutico con un doctorado en economía y una amplia experiencia en Bruselas, debido a que ocupó la presidencia del Parlamento Europeo de 2004 a 2007 y después fue legislador europeo hasta 2009.
Goza de buena reputación por su candor y franqueza, que podrían parecer un activo o un pasivo, dependiendo del punto de vista.
Hace no mucho tiempo abandonó una entrevista en Deutsche Welle después de que se le interrogó sobre la manera en que España trató a los independentistas de Cataluña, en donde nació y a cuya independencia se opone de manera absoluta.
No ha escatimado en sus críticas al gobierno de Trump, ya que ha dicho que Estados Unidos actuaba como "un
cowboy
" en sus esfuerzos por derrocar al presidente venezolano Nicolás Maduro y que la influencia rusa ahí era una exageración.
Sin embargo, también ha llamado a Rusia un "viejo enemigo" que "vuelve a ser una amenaza", lo que ocasionó que Moscú reconviniera al embajador de España en su país. Además, ha declarado que, aunque en un principio el brexit parecía "una epidemia" para la Unión Europea, ha acabado por ser "una vacuna".
A algunos les parece más preocupante su historial de críticas a las respuestas militares de Israel en Gaza y su firme postura a favor de que Europa reconozca a Palestina como Estado. No obstante, también está comprometido con la solución de dos Estados y con la "existencia de Israel como un Estado judío y una democracia".
Defendió el acuerdo nuclear de 2015 con Irán, que Trump ha abandonado, y prometió tratar de salvarlo.
Antes de su confirmación, es probable que enfrente interrogatorios por acusaciones de corrupción, que incluyen una multa de 30.000 euros impuesta a finales del año pasado por hacer uso de información privilegiada en 2015 en un caso en que está involucrada la empresa española Abengoa, de cuyo consejo de administración formaba parte. Borrell negó los cargos, pero optó por no apelar la multa.
Borrell ha dicho poco desde su nominación y no dio respuesta a una solicitud de entrevista efectuada mediante su ministerio.
A pesar de su gusto por la franqueza, en la mayoría de sus actitudes, Borrell da la impresión de ser un individuo relativamente alegre con opiniones típicas de la centroizquierda europea.
Apoyó con fuerza la alianza transatlántica y a la OTAN y declaró que los valores compartidos sobrevivirían a la presidencia de Trump, a quien critica por dañar las instituciones multilaterales diseñadas por Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial.
El unilateralismo de Washington es nocivo, dijo, para luego citar decisiones repentinas respecto de Irán, Siria, el comercio y el tratado sobre misiles nucleares de rango intermedio instalados en bases militares. No es muy placentero para los europeos levantarse por la mañana, manifestó, y "descubrir que Estados Unidos ha tomado una decisión que nos afecta".
Al igual que Ursula von der Leyen, cuyo nombramiento como nueva presidenta de la Comisión Europea ya fue aprobado, Borrell cree que en el complicado mundo posterior a la Guerra Fría "los europeos tienen que desarrollar sus propias capacidades estratégicas", pero en colaboración con la OTAN, no compitiendo ni oponiéndose a este organismo.
Nathalie Tocci, asesora sénior de Mogherini, cree que Von der Leyen y Borrell son buenas elecciones. Mencionó que pensaba que, dada su edad, Borrell sería menos propenso que Mogherini a los viajes continuos y podría ser más efectivo, dados los requisitos institucionales del puesto.
"Tras cinco años de una alta representante que puso el mayor énfasis en fomentar la visibilidad de la UE en el mundo, puede que un sucesor que se concentre en la dimensión institucional de la política exterior europea y que seleccione solo unos cuantos expedientes en los cuales concentrarse sea lo que se necesita", escribió.
Puesto que ha visto la política exterior del bloque desde el Parlamento Europeo y desde el Ministerio de Asuntos Exteriores de uno de los países más importantes de la unión, Borrell ha dejado claras sus propias frustraciones, como declaró al Consejo Europeo de Relaciones Exteriores en mayo.
"Pero creo que cada vez más hemos ido perdiendo capacidad de influencia como europeos, y que cuando hemos intervenido, lo hemos hecho como Estados", dijo. "Hay pocas actuaciones políticas concebidas desde la Unión Europea como una actuación europea", agregó.
"Nos explican todos los dolores que causan; expresamos nuestra condolencia, nuestra preocupación", dijo sobre el Consejo de Asuntos Exteriores de la Unión Europea. "Pero de allí no sale una capacidad de acción, pasamos al siguiente", concluyó.
Raphael Minder colaboró con este reportaje desde Madrid.
Steven Erlanger es el corresponsal diplomático jefe en Europa, vive en Bruselas. Previamente, reportó desde Londres, París, Jerusalén, Berlín, Praga, Moscú y Bangkok. @StevenErlanger
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