AKTAU, Kazajistán — En casi todo el mundo, hay dos tipos de camellos: los bactrianos de dos jorobas y los dromedarios de una.
No obstante, nada es tan simple en el desierto de Kazajistán, donde los camellos, que paseando y mastican arbustos por ahí, tienen lomos de una gran variedad de formas, aunque la mayoría son de la versión que tiene una joroba y media. Esto no es casualidad ni una rareza que ocurre naturalmente.
"Todos los mejores expertos en hibridación se encuentran en Kazajistán", dijo en una entrevista Yuri V. Gabrov, director de la Sociedad Etnográfica de Moscú y autoridad en camellos. "Están muy a la vanguardia", agregó.
Kazajistán, una nación vasta y poco poblada de Asia central, está aumentando sus manadas de camellos con la cruza de camellos de dos y de una joroba, con lo que obtienen híbridos que son resistentes al frío, como las razas bactrianas y, también, producen leche en abundancia, como los dromedarios.
La demanda de estos animales está motivada por el inesperado auge en popularidad de una bebida de leche de camella fermentada que se conoce como shubat. También se deriva de un estímulo gubernamental para desarrollar la agricultura y diversificar la economía más allá del petróleo; el Ministerio de Agricultura de Kazajistán otorga préstamos a los ganaderos para que expandan los rebaños híbridos.
Este tipo de cruza de camellos era una práctica muy difundida en el Asia central preindustrial, donde desde hace siglos la forma de híbrido más común, conocida como camello nar, fue la bestia de carga preferida para el comercio del este al oeste con China. Sin embargo, esta práctica casi desapareció a principios del siglo XX, cuando las autoridades soviéticas les confiscaron el ganado a los nómadas durante la colectivización.
A medida que Kazajistán salió de su desplome económico postsoviético, las manadas de camellos también se recuperaron. El número de camellos en el país aumentó a 191.000 en 2017 de 96.000 en 1999, el último año con cifras disponibles, según la agencia estatal de estadística.
Al mismo tiempo, los híbridos se volvieron más comunes, lo cual dio pie al incremento de los peculiares animales de una joroba y media que ahora se ven deambular en el paisaje árido de Kazajistán.
"Hasta hace una década, los camellos bactrianos eran la norma. La situación está cambiando", mencionaba un estudio de 2017 sobre las manadas de camellos de Kazajistán, que se publicó en el Journal of Arid Land Studies.
El estudio halló que un 80 por ciento de los camellos del país eran híbridos.
"Ahora mucha gente tiene camellos", mencionó Gulnara Uteniyazova, una ordeñadora de camellas, un sofocante día reciente, caminando entre su manada que resoplaba y bufaba con un balde, en una granja de camellos en la estepa. Dijo que su familia es propietaria de ochenta cabezas, híbridos en su mayoría. "Es buen negocio", concluyó.
Los veterinarios de Kazajistán han documentado 32 tipos de híbridos, de los cuales veinte se crían comercialmente. La disposición de las jorobas depende del grado de hibridación.
El híbrido más común se logra cruzando a un macho bactriano, con sus dos jorobas características y una caída pronunciada entre ellas, con una dromedaria. La mayoría de las demás variedades se crean mediante "retrocruzamientos" de los híbridos resultantes con otros machos de dos jorobas. A diferencia de lo que ocurre con las mulas, los híbridos de la cruza entre caballo y burro, que por lo general son estériles, las crías de la cruza de un bactriano y una dromedaria son fértiles.
De ahí proviene la gran diversidad en el desierto barrido por el viento.
La primera generación híbrida tiene una sola joroba aplanada. Las generaciones subsecuentes pueden tener distintas variantes de una joroba y media: una sola joroba con dos crestas; dos jorobas pequeñas claramente articuladas, o una joroba grande y otra pequeña. De las cruzas nunca se obtienen camellos con tres jorobas.
En otro avance del retrocruce, en la década de los noventa, los científicos hicieron que una llama —que es pariente del camello— se apareara con un dromedario, lo que produjo un animal llamado cama.
Los kazajos se enorgullecen de sus manadas inusuales en expansión. Kazajistán es "el líder de la cría selectiva de camellos; ningún otro país del mundo se le compara", escribió en otoño pasado un sitio web de noticias empresariales llamado In Business.
La shubat, la bebida de leche fermentada, es valorada por ser un producto alto en contenido de probióticos, sin olvidar que es un poco embriagante.
"Si dejas reposar la leche dos semanas se vuelve shubat sin que tengas que hacer nada", dijo feliz Uteniyazova, la ordeñadora. Se cree que la leche se "levanta" y se convierte en la bebida, a medida que burbujea y se corta.
Para quienes llevan mucho tiempo consumiendo shubat, es fácil adivinar la cantidad de jorobas de la camella que produjo la leche, porque la leche de la raza bactriana es más grasosa que la de dromedaria. Cuanto más se acerque el híbrido a la raza bactriana, más rica en grasa será la leche. Determinar cuál es mejor es cuestión de gustos.
"Esta no está tan buena", se quejó Sakin Murabayev, un conductor de autobús, en una parada de la autopista al oeste de Kazajistán donde se sirve shubat, después de tomar casi medio litro y limpiarse el bigote blanco del labio superior. Él prefería, dijo, la leche de razas más cercanas a la bactriana.
Lo que es seguro es que un vaso de shubat de cualquier tipo, con su sabor ácido y sus burbujas misteriosas de grasa de leche, puede ser difícil de tomar para cualquier persona no familiarizada con la bebida. No obstante, es innegable su popularidad en Kazajistán, lo cual crea la demanda de rebaños de camellos de razas retrocruzadas.
Murabayev dio un consejo sobre cómo guardar la bebida. "Si la dejas a temperatura ambiente, comenzará a burbujear y no podrás tomarla", advirtió.
En lugar de tirarla, esta shubat extramadura puede mezclarse con leche fresca de camella, con lo que tendrás más shubat tras varios días. "Luego, ya puedes tomártela", aseguró.
Andrew E. Kramer es un reportero del buró en Moscú. Fue parte de un equipo que ganó el Premio Pulitzer en 2017 por cobertura internacional de una serie sobre la proyección encubierta del poder de Rusia. @AndrewKramerNYT
*Copyright: c. 2019 The New York Times Company