ROMA — Para el actual gobierno antinmigrante de Italia se ha vuelto un ritual: dejar un barco de rescate lleno de migrantes africanos a la deriva en el Mediterráneo durante semanas, mientras Matteo Salvini, el ministro del Interior italiano, gana puntos políticos por negarse a que la embarcación atraque.
Sin embargo, el conflicto más reciente entre Salvini y un barco de rescate, el español Open Arms, con unos 150 migrantes a bordo, es la mejor muestra de cómo Italia pasó de ser un país que se angustiaba por la pérdida de vidas migrantes a uno que en esencia les ha declarado la guerra a los barcos que los rescatan.
Los primeros embates de los gobiernos anteriores —de izquierda— en contra de esas embarcaciones allanaron el camino para que el parlamento de Italia aprobara este agosto una nueva ley de seguridad impulsada por Salvini, la cual codifica la visión del ministro al afirmar que los barcos de rescate son cómplices del tráfico de seres humanos.
La ley le confiere a Salvini el poder de negar la entrada a aguas italianas a los barcos de rescate, de confiscar botes y de imponer una multa de un millón de euros a los capitanes de las embarcaciones que lo desobedezcan.
El panorama para Open Arms es particularmente complicado en esta ocasión, pues el barco navegó directamente hacia un huracán político. El 9 de agosto, Salvini retiró a su partido de la coalición gobernante que ayuda a liderar, a fin de forzar nuevas elecciones. Es muy probable que él gane esas elecciones si se llevan a cabo; el ministro del Interior entonces quedaría completamente a cargo de un nuevo gobierno.
Para generar apoyo, Salvini se ha clavado en el pozo de sentimientos antinmigrantes. Open Arms y otro navío, el Ocean Viking —que transporta a más de 350 personas en busca de asilo, entre las cuales habría 103 menores— se han vuelto carteles de campaña publicitaria para su estrategia de línea dura.
"¿Timidez? ¿Apelar a una falsa concepción de 'humanidad'? ¿Puertos abiertos? ¿Llegadas de miles de personas? ¡No en mi nombre!", tuiteó el viernes Salvini, quien pasó buena parte de julio haciendo preampaña en las playas italianas. "¡Italia levanta la cabeza de nuevo!".
La misma tarde del 16 de agosto, los operadores del Open Arms solicitaron una evacuación de emergencia de todas las personas a bordo, pues aseguraron que la salud física y psicológica de los pasajeros se había deteriorado a un nivel crítico.
"Su seguridad está en riesgo", escribió la organización en Twitter.
Salvini afirma que sus políticas de línea dura han disuadido a los migrantes, y a los contrabandistas, de realizar la travesía mortal por el Mediterráneo. Se refirió a estadísticas de su ministerio que muestran una baja del 80 por ciento en las llegadas de migrantes, y una disminución significativa en el número de muertes en el mar.
Sus opositores aseguran que las estadísticas muestran que la probabilidad de morir que tienen esos migrantes al arriesgarse a cruzar ahora es mucho más alta que antes.
El Movimiento Cinco Estrellas, ahora excompañeros de coalición y que había apoyado las medidas antinmigrantes de Salvini, ha manifestado descontento y lo acusa de ir demasiado lejos. Se prevé que el todavía primer ministro Giuseppe Conte, quien técnicamente es neutral pero que tiene una clara cercanía con el Movimiento Cinco Estrellas, sea sometido al voto de confianza convocado por Salvini este martes 20 de agosto.
De hecho, el sábado Salvini permitió que los veintisiete menores de edad a bordo de Open Arms desembarcaran a Lampedusa. Aunque recalcó que Conte fue quien le pidió permitirles la entrada, una aparente declaración que será parte de la campaña de Salvini.
"Conmigo los puertos están y permanecerán CERRADOS a los traficantes y sus colaboradores extranjeros", aseguró en una publicación de Facebook. Agregó que sus rivales electorales "trabajan para reabrir el grifo de la inmigración ilegal".
En medio de las campañas, la oposición política del Partido Liberal italiano acusa a Salvini de contravenir el cumplimiento de la ley en Italia, que corre a su cargo como ministro del Interior, pues afirman que el político se ha puesto por encima de la ley al rechazar las órdenes judiciales para darles ingreso a los migrantes.
Open Arms presentó una queja ante un tribunal administrativo de Italia el 13 de agosto, en la que argumentó que negarles el permiso para entrar en aguas italianas violaba la ley internacional y los derechos humanos de los migrantes a bordo.
Los operadores del barco dijeron que habían recogido a los migrantes en aguas internacionales y que desde el 1 de agosto contactaron a los países seguros más cercanos, Italia y Malta, para solicitar un puerto. Los malteses se rehusaron. Los italianos respondieron con un correo electrónico que solamente contenía como documento adjunto la nueva ley de seguridad de Salvini, señaló Veronica Alfonsi, una vocera de Open Arms.
El tribunal apoyó al barco de rescate y este entró a aguas italianas. Sin embargo, Salvini simplemente emitió una nueva orden para negar la entrada de la embarcación.
Alfonsi señaló que el barco Open Arms, consciente de las duras multas de la nueva ley, no iba a intentar atracar sin permiso.
En mayo y junio, otro barco de rescate, el Sea Watch, desembarcó en en Lampedusa. Su acción fue condenada por Salvini, pero también exhibió la creciente polarización en Italia entre quienes estaban del lado de los migrantes y aquellos que querían acordonar las fronteras del país. Para Salvini, fue claro que la mayoría de los italianos estaba de acuerdo con él.
Jason Horowitz es el jefe del buró de The New York Times en Roma, desde donde cubre temas de Italia, el Vaticano, Grecia y otras partes del sur de Europa. Antes fue reportero especializado en perfiles para las campañas presidenciales estadounidenses de 2016, el gobierno de Barack Obama y el Congreso. @jasondhorowitz
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