En una acera de Sunset Park, Brooklyn, en las inmediaciones de la iglesia de San Miguel, Maritza Xalanda, de 13 años, le pidió a su madre que la ayudara a ponerse una máscara gigante para completar su disfraz de anciano con una nariz gruesa y una larga barba blanca.
Ella y una docena de niños se reunieron con sus padres a fines de junio para interpretar la danza de los tecuanes (la danza de los jaguares), un baile mexicano que mezcla rituales indígenas y católicos.
Maritza le rinde un homenaje a su patrimonio cultural y, al mismo tiempo, desafía cientos de años de tradiciones. Hace varias décadas, cuando los primeros inmigrantes mexicanos llegaron a Nueva York desde el estado mexicano de Puebla, trajeron con ellos el baile, que tiene raíces indígenas chichimecas y zapotecas.
Según la tradición solo los hombres interpretan a los tecuanes, que representan una cacería de jaguar, y los ancianos tocan la música con una flauta dulce y un tambor. La participación de mujeres y niños era considerada un tabú.
Muchos se apegaron a las viejas costumbres al limitar la participación a los hombres. Luego, hace tres años, Jeffrey Pérez creó Los Tecuanes de San Juan Bautista, un grupo de baile ubicado en Borough Park.
Pérez, de 45 años, quien es originario de Chinantla, Puebla, pero ha vivido en Nueva York desde 2004, ha sido un fiel seguidor del baile y quería enseñarles a sus hijos pequeños, nacidos en Brooklyn, sobre su importancia.
Su hijo, ahora de 10 años, aprendió a tocar la rítmica música de la flauta de oído y esperaba tocar, lo que estaba mal visto debido a su edad. Su hija, Ashley, ahora de 13 años, quería aprender la coreografía, pero ningún grupo lo permitía.
Al sentirse rechazado, Pérez empezó a idear una solución. Ahora su grupo tiene treinta bailarines: veinte son mujeres y niñas; diez son hombres y niños.
"Quería que mis hijos aprendieran de dónde son", dijo Pérez, recordando cómo le enseñó a su hijo, también llamado Jeffrey, a tocar la flauta con videos de YouTube. Ahora está involucrada toda su familia, incluida su esposa, Antonia Morales, quien a veces hace el papel del toro.
Adalberto Vázquez, de 38 años, quien trabaja en una fábrica de empaques, ha estado involucrado con los Tecuanes desde que llegó a Nueva York a mediados de los años noventa. Ahora baila con la agrupación de Pérez porque se disolvió otro grupo en el que participaba.
"En Puebla, el baile discrimina a las mujeres", dijo Vázquez. "La idea siempre fue que las mujeres son una distracción para los hombres". Sin embargo, el bailarín afirma que en la nueva generación de inmigrantes, la participación de las mujeres se ha vuelto más importante. "Para mantener viva la tradición, necesitamos involucrar a quienquiera que esté aquí", dijo.
Los bailarines usan grandes máscaras de madera pintadas con colores brillantes en sus presentaciones. El 30 de junio, la iglesia celebraba a san Juan Bautista y los bailarines dirigieron una procesión del santo por la Segunda Avenida y la Calle 48 hasta llegar a un espacio habilitado para eventos en un almacén industrial.
La madre de Maritza, Adriana Castillo, se aseguró de que su disfraz se ajustara bien antes del show. Antes, Castillo había ayudado a su hija a vestirse con un chaqueta y pantalones negros bordados con el color de la bandera mexicana para usar con su máscara.
Frente a la creciente atención de los medios de comunicación en torno a la represión de la inmigración por parte del presidente Donald Trump y los comentarios burlones sobre México, Castillo dijo que quería que su hija pequeña honrara su ascendencia mexicana. Ella viaja todas las semanas de Queens a Brooklyn con cinco de sus siete hijos para ensayar el baile.
"Cuando vienes a los Estados Unidos sufres mucho racismo porque eres hispano", dijo Castillo, quien ha vivido en Nueva York durante veinte años y trabaja en una lavandería. "Lo único que quiero es que mis hijos estén orgullosos de quiénes son, para que sepan todas las cosas buenas de ser mexicanos y vean esa cultura como algo positivo".
El baile presenta una serie de personajes (un demonio, una bruja, un perro, un toro, una cabra y un burro) que luchan contra el jaguar, quien es derrotado en el choque final con la muerte, un personaje interpretado por un bailarín que lleva una máscara de calavera.
Las figuras principales danzan dentro y fuera de las líneas de bailarines, que usan máscaras de hombres viejos como las de Maritza. Los hombres enmascarados representan a terratenientes y agricultores. Castillo a veces participa y encarna al personaje de la bruja.
En vez de solo bailar durante la celebración anual de la Virgen de Guadalupe, como hacen otras agrupaciones, los Tecuanes de San Juan Bautista hacen numerosas presentaciones para la comunidad. Llevan el baile a docenas de eventos cada año como las celebraciones del Cinco de Mayo, fiestas de quinceañeras y desfiles.
Pérez, un pintor de casas, administra el grupo de Facebook de los Tecuanes y envía recordatorios sobre las fechas de ensayo y las presentaciones. También importa las máscaras artesanales desde México. Además de dirigir a los demás, él interpreta al jaguar y agita un largo látigo contra sus rivales durante las escenas de batalla.
Ahora existen al menos media docena de grupos en la ciudad de Nueva York que practican el baile, y otras agrupaciones también aceptan mujeres. Pero la inclusión no es algo que se promueva o que sea fundamental como pasa con los Tecuanes, según dijeron los participantes.
Nancy Ramos, de 14 años, ha estado involucrada con el grupo desde que comenzó. Ella interpreta a uno de los viejos y camina rítmicamente mientras forma filas junto a los otros bailarines. Ella, sus dos hermanas y su tía asisten regularmente.
Nancy participó en otro grupo, pero solo se presentaba una vez al año. "Aquí podemos diseñar nuestros trajes y personalizarlos", dijo Nancy. "Y hay más chicas aquí, lo que lo hace más divertido".
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